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La mediación de España en las Malvinas

( ... ) El ofrecimiento hecho ahora por el Gobierno español para mediar en el asunto de las Malvinas es ya tardío y se realiza en las peores condiciones: corre el riesgo de no ser aceptado.El Gobierno español hizo ya este ofrecimiento desde el primer momento del conflicto y, al parecer, no obtuvo contestación alguna, quizá porque tampoco mostró una fórmula concreta de posible acuerdo, pero ahora el ofrecimiento resulta mucho más difícil de aceptar por parte del Reino Unido, porque el Gobierno español ha mostrado demasiado compartir el punto de vista de Argentina. En esta situación se ha descalificado a sí mismo como niediador, como ha dicho con toda razón el secretario general del PSOE, señor González.

Desde luego, el papel de España en este conflicto era difícil, pero de todas formas el Gobierno del señor Calvo Sotelo parece que se ha dejado arrastrar con alguna precipitación por los vínculos afectivos con Argentina, el miedo a aparecer como colonialista o poco afecto al principio de descolonización y por el probleína gibraltareño, y no ha tenido en cuenta suficientemente nuestros intereses europeos, que necesariamente han de tener un valedor como el Reino Unido, unas buenas relaciones con ésta para solventar el problema mismo de Gibraltar y un asunto como el de Ceuta y Melilla, que Marruecos se podría inclinar a contemplar con los mismos ojos con que los militares argentinos contemplan las Malvinas, o la opción misma norteamericana y europea.

En cualquier caso, se ha operado con una notable ausencia de habilidad. No solamente porque una postura mediadora exige una equidistancia, absoluta de los puntos de vista que se trata de acercar y una absoluta confianza por parte de quienes se enfrentan, y no es esta precisamente la sensación que ha dado el Gobierno español ni la circunstancia desde la que ha hablado, sino porque, una vez más, se ha echado de ver una total falta de coherencia y de independencia en la visión de las situaciones internacionales y se ha ido a remolque de los acontecimientos, improvisando actitudes o repitiendo inercias mentales del pasado. Y, sobre todo, porque parece no haberse pensado demasiado en nuestros propios intereses inmediatos o se ha creído que se estaba escribiendo, resucitada, una historia de disputas de soberanía, cuando la realidad es muy otra en este 1982, aunque la retórica siga siendo esa misma. ( ... )

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6 de mayo

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