El juicio del 23-F
El juicio de los militares golpistas tiene pendientes, en mayor o menor grado, a la casi totalidad española. La justicia militar, con grandísimio esfuerzo, intenta deslindar el campo jurídico, profesional y personal, y en este apartado es digno de toda alabanza y signo de maduración a nuevas metas, de profesionalización.Algunos piensan que con el juicio acabado y sentenciado se fueron los problemas, y si pensamos detenidamente, esto no es cierto; piensen en aquellos que piensan que hay unos "mártires que liberar, víctimas de un orden democrático, constitucionalista y liberal", que "pretende aniquilar la reserva espiritual de Occidente". De todos es sabido también el poder de acción de este grupo y su forma de actuar. En todos los extremos se gesta mucha violencia, deseo de venganza y exterminio físico y psíquico del contrario; el rencor y la envidia entre ellos mismos se ha demostrado tratando de eludir unos actos que claramente han cometido, imputándoselos al compañero -"yo no sabía nada, yo creí que..."-, y finalmente, tratan de proyectar su visión personal sobre una sociedad, sobre un pueblo, y con estos postulados, el resultado, a priori, es catastrófico, demencial. Ante todo este panorama, me pregunto si la sociedad española querrá y tendrá valor para defenderse de los ataques, de fuego cruzado, que desde tendencias distintas y antagónicas la van a someter; me pregunto si el Gobierno tiene colocada la brújula en una posición adecuada. /