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Tribuna
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Un hombre contra la pared

El general Armada corre peligro físico en Campamento. Al filo del final de la vista de ayer, cuando abandonaba la Sala en uno de los recesos vespertinos, casi fue agredido por sus algunos de sus compañeros encausados. Se le atropellaba contra la puerta de salida y los labios se crispaban sobre fonemas que se suponen desagradables (imposible escucharlos) por los visages de los rostros o la cerrazón de las pupilas. Nieto Funcia, el último letrado de la barra de abogados, de edad mayor, muy sensato y con experiencia, le tomó del brazo y lo retiró hacia la Sala, en donde encontraría mejor abrigo personal.La jornada se había distinguido por la calidad forense de la defensa de Hermosilla (defensor del general Armada) y por los continuos cuchicheos dirigidos por Milans a Armada y recibidos por éste con su impasibilidad fisionómica oriental: solo podían ser insultos. El día anterior Armada había sido trasladado a otra dependencia del Servicio Geográfico del Ejército. Mañana pueden ser los también encausados comandante Cortina y Capitán Gómez Iglesias (ambos de la Inteligencia militar) quienes le acompañen en el pequeño ostracisnino de Campamento. Otros implicados están aislándolos hasta tal punto que ellos mismos soliciten un traslado. El general Armada, silencioso durante las vistas y receptor de supuestas inconveniencias, acaba las sesiones pasándose un pañuelo blanco por el rostro, demudado, blanco como una pared rural andaluza, desmejorado hasta la presunción de enfermedad; termina -como ayer- poca más o menos que rescatado por el abogado de un teniente y buscando la procura amistosa de una parcela de Sala repleta de periodistas.

Una nueva música, que es de agradecer

Hermosilla ha comenzado (acabará hoy) la lectura de 113 folios de alegato en favor de Armada y en contra de Milans. Es otra música, de agradecer, la que se escucha en esta periferia castrense madrileña. Del rock duro -que es una música- hemos pasado a sinfonías behetovianas. Es otra cosa, es otro aire. Belleza en la exposición, buena construcción sintáctica, limpieza en la línea de los adjetivos, pulcritud en los adverbios, tonos de lectura bien dosificados (enérgicos, susurrantes, planos) ' ... una defensa de lujo. El sustantivo, por supuesto, no sólo radica en la pulcritud y elegancia de la defensa, sino en el fondo de los argumentos. Ahí Hermosilla ha sido, hasta ahora, feroz con el teniente general Milans del Bosch y banda adicional. Su base de defensa parte del supuesto de que hasta las once de la noche del 23 de febrero al general Armada no hay quien le pruebe nada. A partir de esa hora y de esa fecha sólo caben interpretaciones. Pero, sea como fuere, para Hermosilla no hay cristiano que pueda probar conspiración de Armada con anterioridad a esa hora.

Hoy, Hermosilla (quien, pese a al éxito que está teniendo -le felicitan en su ausencia otros abogados contrarios- se muestra pesimista) proseguirá desarrollando hasta el final su defensa: Armada no conspiró y con posterioridad a los hechos procuró, siempre bajo obediencia, arreglar las cosas. Dado que este letrado no tiene permitido desmontar una supuesta causa. general que pudiera derrumbar a su defendido, se está extendiendo en despiezar minuciosamente el mecanismo relojero que implica en esta causa a su cliente. Así las cosas, pierde cuartos de hora en desmenuzar explicativamente el menor de los pasos de Armada.

Los otros defensores y la implicación de Armada

Hermosilla ha dado el pie de su defensa cuando afirma que "A lo largo de muchas páginas del sumario se advierte el afán de algunos de los encartados en este proceso, no por defenderse o por disculparse ellos, sino por arrastrar al general Armada a su órbita de autores en que los ha situado el excelentísimo señor fiscal y no esta defensa. Esta pretensión de envolver al general Armada, ahora en la consecuencia judicial de los hechos, y antes en los hechos mismos, pretensión a la que han dado pábulo algunos periódicos con informaciones no ajustadas a una valoración de los hechos, puede que explique, no solo las invocaciones que del nombre de Armada se hicieron, sino incluso las suplantaciones de la personalidad y hasta de la voz del general Armada que acaso pudieran haberse hecho, que quizá, indujeran a error, aunque fuese de buena fe, a algunos de quienes han declarado que creían que el general Armada estaba comprometido en los planes operacionales".

Bien; Hermosilla ha hecho un trabajo de diez, pero por un lado tropieza con el resto de los encausados (a medida que lee crece la indignación de éstos contra Armada; no puede hacer otra cosa que intentar desmontar las tesis de la actuación de Miláns) y por el otro con el entendimiento generalizado (también tiene peso e so que se entiende por convicción moral) de que Armada estaba presente en la movida de febrero.

Sea como fuere esta defensa tiene algo a su favor: a lo largo de la vista nada -pese al informe fiscal- cae sobre mayores responsabilidades de Armada. Contra él sólo aparecen los fantasmas de las palabras de otros encausados, testimonios fútiles a tenor de la más reciente jurisprudencia. Pero sobre este hombre pesa también algo palpable para la Sala de Campamento: el odio africano de los compañeros de banca que se sienten perjudicados por su defensa.

Armada, Armada. Literaria tentación de las brujas de Machbet. Extraño desdoblamiento sobre la teoría de Max Fristz y sus creencias sobre la nueva personalidad. Remisiones obligadas a El Reportero, de Antonioni o a la larga trágala de escritores, políticos, periodistas, fil6sofós, hasta militares (ahí esta el dipsómano del general Gordon, muerto en Jartún a manos de los derviches) que no han tenido nada mejor que hacer que alguna tontería en favor de una idea supuestamente superior.

La Prensa le convenció de que podría ser un salvador

El general Armada pensaba en "su España", sin lugar a dudas. Y la Prensa -aquí hay bofetadas para todos- terminó por convencerle de que podía ser un salvador, un hombre provindencial. A partir de ahí cualquier resbalón mental en militar tan soberbio e imbuido de si mismo como el general Armada, es posible. Veremos hoy como el letrado Hermosilla empuja un milímetro mas allá las posibilidades de su patrocinado, evitando -se supone- la agresión física que se le supone. Tal como se ven las cosas, puede que el general Armada sea culpable de rebelión militar, pero recaba simpatías como víctima de sus conmilitones. Trac-tac campamental. El pequeño cosmos de este patio de armas no sólo tiene sus reglas sino también sus fastos. El abogado Novalbos ha sido padre por segunda vez (la primera de una niña que ya tiene trece años; esta vez casi es abuelo de su hijo). El teniente coronel De Meer ha ascendido a coronel. Aquí se premia todo.

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