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Primer incidente bélico en el Atlántico Sur

La bandera británica ondea de nuevo en las Georgias del Sur

Andrés Ortega

La bandera británica volvió ayer a ondear con orgullo sobre las islas Georgias del Sur. Tropas británicas desembarcaron en las islas, invadidas por los argentinos el 3 de abril. La resistencia argentina fue limitada, rindiéndose dos horas después de que el grueso de las tropas británicas, entre las que no se había producido ninguna baja, pusieran pie en la isla.

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El jueves, según se supo ayer, desembarcaron en la isla de San Pedro, la principal de las islas que componen el archipiélago de las Georgias del Sur, desde submarinos nucleares, una docena de miembros del Speciel boat squadron, entrenados en operaciones especiales, para preparar la llegada británica. Contaron los soldados argentinos presentes. Eran solo 44 (a pesar de que la Junta Militar argentina ha señalado que eran casi 150) y un equipo de morteros. La decisión del desembarco británico no se hizo esperar.El ataque sobre la isla comenzó con la aurora, cuando dos helicópteros británicos hicieron una incursión contra el submarino argentino Santa Fe, ante el puerto de Gryvtiken, dejándolo humeante. Esto fue, para los británicos, un acto de defensa propia, temerosos de que el submarino hubiese descubierto el inminente desembarco.

A las 17.00, hora de Madrid (mediodía allí), desembarcó un número indeterminado de marines británicos, desde helicópteros sobre el puerto. Dos horas después -el mismo tiempo que tardaron los marines británicos en rendirse el 3 de abril- el destacamento argentino izó la bandera blanca. "Regocijémonos con estas noticias", dijo una Margaret Thatcher tan jubilosa como la televisión británica, después de que su ministro de defensa, John Nott, hubiese confirmado estos detalles. Nott dijo ignorar el número de bajas entre los argentinos y no quiso revelar el número de tropas y barcos empleados en esta operación.

Determinación británica

Las especulaciones sobre un posible uso de la fuerza por el Reino Unido han tocado a su fin, en lo que parece una prueba de determinación por parte de Londres. La decisión en firme para este desembarco en la isla, que se encuentra a 1.300 kilómetros de las Malvinas, fue tomada el sábado por el "Consejo de Guerra" de la primera ministra Margaret Thatcher. Esta fue ayer al castillo de Windsor a informar a la reina Isabel II de la situación. El ministro de defensa, Jhon Nott, hará hoy una declaración ante el Parlamento. Un portavoz de la primera ministra señaló que por el momento el Reino Unido no piensa declararle formalmente la guerra a Argentina.

El interés británico por recuperar Georgia del Sur responde a una combinación de motivos. El primero, lograr expulsar a los argentinos de la isla, forzando así el proceso negociador y apuntándose un tanto sicológico. Fue en esta isla donde comenzó la actual crisis con la llegada ilegal, el 19 de marzo, de 50 chatarreros argentinos que izaron su bandera nacional. El segundo, conseguir una base y unos puertos fuera del alcanze de los aviones argentinos, para una ulterior operación contra las islas Malvinas. Esta resultaría más difícil que la de ayer, pues habría que contar con la aviación argentina.

Londres quiere separar la cuestión de Georgia del Sur -de la de las Malvinas. Los títulos de soberanía son diferentes, y, el Gobierno británico quiere conservar esta isla deshabitada, si no fuera por la presencia de unos 15 científicos y por lo que significa para la defensa de sus intereses en la Antártida.

En la madrugada de ayer, Londres hizo pública la declaración de una zona de guerra en torno al destacamento naval en el Atlántico Sur. En ella se avisaba a Argentina que mantuviera alejados a los aviones y buques que "pudieran suponer una amenaza" contra el destacamento naval. De lo contrario podían esperarse "una respuesta adecuada".

Cuando el ataque, Jhon Nott y algunos de sus colegas se encontraban en el centro de mando naval de Northwood, al noroeste de Londres, plenamente informados.

La primera reacción del líder laborista, Michael Foot, fue la de decir que "no sería sabio que hubiésemos atacado los primeros".

El programa Week end world, de la televisión británica, citando funcionarios norteamericanos próximos al presidente Ronald Reagan, señaló ayer que las últimas propuestas del Secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, contemplaban una autodeterminación limitada de los habitantes de las Malvinas. Estos votarían sobre su futuro al término de un período de administración provisional de las islas. La fraseología de este referéndum sería decidida más adelante, y podría centrarse sobre la "autoridad" que gobierna la isla en vez de sobre la cuestión de la soberanía, en la que Buenos Aires se muestra inflexible. Las negociaciones prosiguen. Esta es la línea oficial en Londres y hasta ahora no s e han rechazado los últimos esfuerzos de mediación de Alexander Haig.

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