Unas conversaciones necesarias
( ... ) El tema de las relaciones pesqueras con nuestro vecino del Sur ha sido una perpetua fuente de incídentes y conflictos, algunos de ellos de importancia nada despreciable, y la continua repetición de esos incidentes puede tener un efecto perjudicial francamente perjudicial, en las relaciones hispano-marroquíes.Los continuos apresamientos de pesqueros han tenido añadiéndoles periódicamente elementos indeseables, y contribuido a crear un clima de descoricierto, cuando no de desesperanza, entre las flotas pesqueras espa.holas que faenan en los caladeros marroquíes, desconcierto y desesperanza que sólo pueden producir resultados dañinos.
Tal vez la causa fundamental de todo ello haya sido la carencia de un acuerdo general y a largo plazo que sustituyera las negociaciones, las transacciones periódicas entre España y Marruecos a propósito de la pesca. La falta de unos cauces generales, los inconvenientes de las negociaciones repetidas, los cambios que pudieran alterar ocasionalmente lo negociado, estaban en el origen de un lamentable confusionismo que es necesario evitar a toda costa
Se trata de conseguir, justamente, unos acuerdos permanentes de cooperación a largo plazo, en los que, si bien el asunto dominante es la pesca, podrían tener una amplitud mucho mayor.
Ese acuerdo lo requiere, lo exige, la fuerza de las cosas. Entre España y Marruecos hay multitud de intereses comunes, fruto de la proximidad geográfica y de un permanente contacto político, que si en otros tiempos fue poco menos que una coartada para disimular el aíslamiento del país, ofrece prometedoras perspectivas de todo orden.
Las informaciones de Prensa hablan, en este sentido, de un gran acuerdo hispano-marroquí que, de cristalizar, fortalecería la presencia económica española en Marruecos, generando un tráfico beneficioso, tanto para los propios marroquíes como para España.
Para empezar por el principio, como debe ser, se está mentalizando a los armadores sobre el cambio de rumbo, sobre esa posible y deseable transformación o evolución de las relaciones económicas hispano-marroquíes. Y cabe esperar que ese cambio de rumbo contribuya vigorosamente a crear el ambiente de máxima cordialidad que es siempre necesario entre naciones que, además de intereses comunes, tienen en común también problemas y conflictos.
Todo ello induce a contemplar el futuro no lejano (ese gran acuerdo hispano-marroquí podría concluirse antes de finales de año) con un optimismo que no siempre ha sido posible en el pasado, cuando se repetían los apresamientos, se multiplicaban las gestiones y las ¡das y venidas, y por culpa de todo ello, se cerraban muchos y muy prometedores caminos a una estrecha cooperación entre España y Marruecos, que sólo beneficios habrá de reportar para ambas partes.
22 de abril
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