Los patriotismos
Hay un patriotismo patriótico, local, y hay un patriotismo ideológico, supranacional, por decirlo de alguna forma. Son el patriotismo de la patria y el patriotismo de los hombres. Cuando la patria, la que sea, grande o pequeña, nacional o internacional, importa más que los hombres, empieza a volar la goma/2 y empiezan las cosas a tener mal arreglo. Eso nos está pasando.El patriotismo patriótico, que es, diríamos, el de los ultras y los golpistas, parece dispuesto al fanatismo de lo local o a localizar sus fanatismos. Pero luego ocurre que este patríotismo patriótico soporta muy bien la ocupación estratégica, industrial, económica y cultural de alguna gran potencia, como USA- los usacos, dice Ydígoras-, porque es la potencia que defiende la civilización occidental cristiana, con lo que ya tenemos un patriotismo estelar, galáctico. Lo español traspuesto a la elipse celestial de Kepler. Del mismo modo, o sea, a la viceversa, el patriotismo ideológico, supranacional, estelar, galáctico, elíptico y kepleriano, el patriotismo de la izquierda oficial o nominal, desciende con frecuencia sobre la aldea de los fanatismos, hasta quedarse en aldeano, como pudiera ser el caso de los vascos/parabellum, que se definen marxistas/leninistas, pero en seguida aplican ellos mismos, a la vastedad histórica de su ideología, un reduccionismo que consiste eil vasconizar el mundo o en hacer un círculo de tiza caucasiano en torno de sí, dentro del cual querrían que les dejásemos en paz, aunque me temo que no.
El patriotismo patriótico está hoy excesivamente incardinado en un patriotismo nor/atlantista, como para que le creamos neto y puro. El patriotismo galáctico, hecho de utopía y gomadós, se reduce con demasiada frecuencia a un vilipendio de Corte y alabanza de aldea (vasca).
Ninguno de los dos patriotismos, ni el aldeano/planetario ni el nacional/multinacional, practican hoy el único patriotismo que nos importa, que es el patriotismo de los hombres. A los hombres se les acollona mediante golpismo, se les convierte en rehenes (rehenes honorarios, digamos, para evitar náuseas), o se les corta el teléfono mediante la gomadós o se les corta la conferencia interurbana con la vida mediante la parabellum. Por eso, porque ninguno de estos patriotismos extremos que hoy, disfrutamos en España es el patriotismo del hombre, el saludable fanatismo por el hombre y su salud, por eso los hombres, las mujueres, el personal, pasan de ambos patriotismos y se salvan, provisionalmente, en los Mundiales, el bingo o la televisión. Si no han conseguido entusiastas, lo que sí han conseguido ambos patriotismos es la tenaza. "Los extremos se tocan", decía André Gide. Estas dos maneras extremadas de vivir en Ia península y no dejar vivir al personal han acabado tocándose, inevitablemente. Uno no tiene ningún sentido conspiratorio de la historia, pero lo cierto es que los únicos que resultan corroborados por el bonito número patriótico/etarra son otros patriotas: los golpistas del 23/F. Y si golpistas es palabra fuerte, les llamaremos secuestradores. Y los únicos que resultan razonables, en el golpe de Estado del 23/F son los terroristas de ETA, ya que ese golpe y la pobre reacción de la democracia establecida revelan que padecemos un sistema débil, inseguro, vigilado/ vigilante, y que habría que deshacerse de él o desentenderse de él a base de gomadós, para ser felices y arcádicos en la aldea primera y primaria.
Ambos patriotismos van cerrando la tenaza en torno de una democracia/constitucional, racional, actual, europea, pero débil y mal llevada por débiles. Una democracia que tiene que recurrir al wanted de los westerns para movilizar al vecindario. Siempre he dicho que éramos una democracia-western, y ese wanted de diez millones lo corrobora. Son tan patriotas, unos y otros, quieren salvarnos tanto, que cualquier noche nos vuelan con el teléfono de góndola y todo.
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