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Punto muerto en el conflicto anglo-argentino

La soberanía argentina sobre el archipiélago, obstáculo insalvable

ENVIADO ESPECIALLa negativa argentina a renunciar a la soberanía sobre los archipiélagos del Atlántico Sur aparecía ayer como una dificultad insalvable en las tensas y maratonianas negociaciones que mantuvo por tercer día consecutivo en Buenos Aires el secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, quien aplicó una enorme presión diplomática sobre la Junta Militar sin obtener, hasta el momento, resultados positivos.

Haig retrasó nuevamente ayer su partida de la capital federal argentina. Asistió a misa por la mañana, jugó luego una partida de tenis en la Embajada norteamericana y a media tarde estaba reunido con el ministro de Relaciones Exteriores argentino, Nicanor Costa Méndez. No se descartaba la posibilidad de que, en caso de que las conversaciones se prolongaran durante varias horas, el enviado del presidente Reagan pasase una noche más en Buenos Aires.

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La ruidosa caravana de policía motorizada y automóviles de escolta que acompaña en sus desplazamientos a Alexander Haig se ha convertido ya en algo familiar para los transeúntes del centro de Buenos Aires, acostumbrados a las ¡das y venidas del automóvil Plymouth, color crema, matrícula 002 del Cuerpo Diplomático, que traslada a Haig desde su hotel hasta la Casa Rosada, el Ministerio de Asuntos Exteriores o la Embajada norteamericana. Docenas de informadores asedian al secretario de Estado en cada uno de esos destinos sin obtener declaraciones sobre la marcha de la negociación.

Mientras Haig continuaba su infructuosa mediación, los altos mandos de las Fuerzas Armadas argentinas mantenían una serie de importantes reuniones. El jefe del Estado Mayor del Ejército, general José Antonio Vaquero informó el sábado por la tarde a todos los generales de división y brigada del Ejército argentino que no están destinados en la "zona de operaciones" de las Malvinas. Ayer, fue el propio general Leopoldo Galtieri quien dio a conocer detalles de las negociaciones a este cónclave de generales y se anunciaban reuniones similares con los altos mandos de la Aviación y la Armada.

Algunas filtraciones de lo ocurrido durante las ocho horas de negociaciones del viernes dan idea de lo tenso de las mismas y de la fuerte presión diplomática que el enviado del presidente Reagan ejerció sobre los militares argentinos. En primer lugar, Haig pidió y obtuvo una entrevista con la Junta Militar en pleno, algo altamente inusual para un visitante extranjero. Al parecer, el secretario de Estado consideró que sus conversaciones con Galtieri se habían agotado y quiso hablar con los otros dos miembros de la Junta.

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Mediación probritánica

Según reveló ayer el diario Clarín, Haig se quejó de ciertas informaciones publicadas en la Prensa que atribuyen a círculos gubernamentales el sentimiento de que el mediador norteamericano actúa de manera claramente probritánica. El almirante Anaya, señala el citado diario, rompió entonces su mutismo para decir secamente: "Creemos que eso es exacto".

Alexander Haig acentuó su presión al recordar las alianzas de Washington con Londres y al sugerir, más o menos veladamente, que en caso de guerra Estados Unidos tendría que alinearse con el Reino Unido. El secretario de Estado se extendió también en argumentos sobre el gravísimo peligro que supondría una guerra en el Atlántico Sur, que podría internacionalizarse rápidamente.

La Junta Militar, siempre según las filtraciones, habría expresado entonces su intención de invocar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), algo a lo que se ha venido oponiendo reiteradamente Washington.

En 35 años de vigencia del TIAR o Tratado de Río de Janeiro, sólo ha sido requerido por Estados Unidos en las crisis de Cuba y El Salvador, en los años sesenta.

Argentina cuenta con los catorce votos necesarios para conseguir que se aplique el tratado contra la agresión a un país miembro por parte de una potencia extracontinental, si la gestión de Haig acaba en fracaso es altamente probable que el embajador argentino ante la Organización de Estados Americanos (OEA) pida una convocatoria inmediata de los estados signatarios para invocar el TIAR.

El ministro de Relaciones Exteriores argentino, Nicanor Costa Méndez, declaró ayer, cuando entraba a una nueva ronda de conversaciones, que "la negociación continúa en búsqueda de una paz justa y honorable". Costa Méndez añadió que el hecho de que Haig hubiese suspendido por dos veces su salida de Buenos Aires era "una buena señal".

En fuentes bien informadas se señalaba anoche que Argentina no pretende un reconocimiento internacional de su soberanía sobre las Malvinas, sino que se conforma con la soberanía "de facto", qué podría traducirse simplemente en el mantenimiento de un gobernador o de la bandera argentina en las islas. Pero que considera este aspecto como algo irrenunciable.

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