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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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Savater

Fernando Savater, que está entre ogro intelectual del bosque y fauno precoz de su propia infancia recuperada, ha ganado el Premio Anagrama/Herralde de ensayo. Jorge Herralde viene realizando una actualizadora y pluralísima labor editorial, desde las filosofias del underground (y no sólo las de Racionero), hasta la divulgación de textos tan acuciantes como los del nuevo periodismo, Viajando con los Rolling o el libro/collage, poema/ prosa, de la adorable cantante/ mito Patty Smith.Fernando Savater ha llegado celéricamente a ese punto sin retorno en que los premios ya no le añaden nada al escritor, como no sea una nueva foto en los periódicos (por la que la madre o la familia dirán siempre que no es tan feo como le han sacado). Bueno, también le añaden o nos añaden disculpa a sus lectores/admiradores para escribir una columna sobre el último pensador joven, ensayista fecundo, jocundo, facundo y profundo, de nuestro inexistente paisaje filosófico. Cuando Fernando Savater aún se movía entre las mitologías del nihilismo y las ecologías de la acción, cuando Fernando Savater era sólo un bigote nietzszcheano y una tesina de Filosofía rechazada (luego se dejaría la barba y le admitirían la tesis o tesina), a mí me llegó noticia interpuesta sobre el caso (el rechazo del trabajo más original de nuestra Universidad durante los 40/40), y escribí crónica al respecto denunciando la poquedad de nuestros cátedros (que luego Fernando ha denunciado mejor y con más conocimiento) y glosando a un ensayista que me gustaba mucho.

Uno (aunque mi entrañable Máximo me dibuje egotizado en un juego de yoes sucesivos e inexpugnables) ha escrito más que nadie de los contemporáneos con talento, y esto se puede comprobar al peso en libros y artículos. También ha escrito uno de los contemporáneos sin talento, pero el plomo de la negrita, en estos casos, procuro que sea un plomo venenoso. Cuando Savater (con quien sólo he compartido una cena patafisica en el Retiro y algunos retales rotos de conversación perdida, más todos sus libros) publicó La filosofía tachada, primeros setenta, yo vi en este libro a un nuevo filósofo (éste sí, no lo otros, ni españoles ni franceses ni pelagianos), entre Nietzsche y Cioran, un lúcido párvulo de ambos pasado por Deusto o cualquier otro sitio así, un pensador/ ensayista nato y, pese a su cultura tan europea (como dice hoy el tópico), tan poco castiza, un escritor orteguiano a su manera, que es la manera de su paisano Unamuno, con el agonisnio ya curado en una clínica/charter de Londres. Porque siempre se ha reprochado a los pensadores españoles el no tener o producir un sistema, creyendo que un sistema era lo que hacía el señor Krause, filósofo primero de España, en su tiempo, y ni siquiera quinto de Alemania. Luego se ha visto que la modernidad, en el mundo, es Nietzsche, Bataille, Ortega, Cioran, o sea el fragmento heraclitano, no sólo porque Heráclito nos haya llegado en fragnientos, sino porque ya su concepción del universo es fragmentaria y hace una filosofía de agua y fuego donde todo retorna para nada y va, como una prosa fluvial, arrastrando fragmentos. Adorno, más tarde, consagraría la imposibilidad del sistema. Gimferrer, en la poesía; Vázquez Montalbán, en el periodismo; Savater, en el ensayo, rompen con el franquismo/antifranquismo e inauguran la modernidad en España hace quince años (una generación, según el cómputo orteguiano).

Savater es el pensador sin género que ocurre lábílmente a todos los géneros.

Es el último sofista presocrático del Bloomsbury madrileño y por eso desencuaderna como nadie los malos sofismas silogísticos de "la cultura establecida" (Aranguren) Es, sobre todo, sociológicamente, el primer pensador joven nacido libre del pecado original franquista/ antifranquista.

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