Paisajes
Un supuesto premio Nobel de Literatura, nacido en Gijón, regresa a su ciudad natal. Aquejado de una grave enfermedad quiere despedirse de los lugares de su infancia y reencontrar también a su primer amor, una mujer hoy madura, que le recuerda con ternura. Una vez concluido este recorrido, vuelve a Berkeley, donde continúa impartiendo clases mientras espera el momento definitivo.Para localizar su historia, José Luis Garci ha elegido los rincones que cualquier turista tópico hubiera deseado visitar: Cascadas, puentes, playas y rascacielos, que consumen una buena parte de la película mientras repetidamente se oye, en distintas versiones, la canción de Cole Porter, Begin the Beguine, que da título a la obra. La breve historia central no sigue un desarrollo progresivo sino que queda situado en toda su complejidad desde las primeras imágenes: el recuerdo, el paseo turístico, la explicación de la enfermedad...
Volver a empezar
(Begin de Beguine).Director: José Luis Garci. Guión: Garci y Angel Llorente. Fotografía: Manuel Rojas. Decorados: Gil Parrondo. Intérpretes: Antonio Ferrandis, Encarna Paso, José Bódalo, Agustín González. Comedia dramática, española, 1981. Local de estreno: Coliseum.
Con las breves elementos, el autor ha querido, al parecer, realizar un homenaje a los miembros de la llamada tercera edad. Sus protagonistas, sin embargo, no son representativos de ella o, al menos, sólo de una parte privilegiada que no participa de los auténticos problemas que viven quienes no son ya considerados, por su edad, de utilidad inmediata. Volver a empezar conecta ante todo con las anteriores películas del actor, Asignatura pendiente, Solos en la madrugada y muy especialmente con Las verdes praderas, donde la nostalgia por un tiempo pasado adquiría resonancias apasionadas. En esta ocasión, Garci precisa que los tiempos actuales tienen también sus valores y lo hace refiriéndose a los jugadores del Spórting, donde jugó de joven el futuro premio Nobel. La comparación no va más allá.
Los actores
La historia se centra en el viejo amor frustrado por la guerra, en la soledad del escritor y, como queda apuntado, en la belleza natural de los emplazamientos, filmados a horas en que la luz del sol ofrece sus mejores perspectivas. Los personajes no aportan una mayor clarificación, establecidos como están en líneas muy generales, sin el soporte del suficiente análisis psicológico. De ahí que los actores, con la excepción de Agustín González, que, en un personaje caricaturesco encuentra asideras suficientes para hacer un buen trabajo, se tengan que limitar a la interpretación de un esquema al que Antonio Ferrandis aporta su profesionalidad y Encarna Paso una vigorosidad que no consigue anular el doblaje de una voz ajena al que ha sido sometida.El intento lírico del filme puede interesar a muchos espectadores. A otros, sin embargo, nos pareció moroso y hueco. El lugar común de la nostalgia de unas personas maduras podía haber sido el principio de una película. Parece raro, en cambio, que sea su síntesis final.
Babelia
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