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La Junta guatemalteca depura los cuerpos represivos del ex presidente Romeo Lucas

La Junta militar de Guatemala ha iniciado la depuración y desmantelamiento de los cuerpos represivos que ejecutaron la política de terror del derrocado presidente Romeo Lucas. Los guatemaltecos ven en estas primeras medidas un signo esperanzador de que algo puede, cambiar en el país centroamericano.

"A partir de hoy, cualquier miembro de la policía o de los cuerpos de seguridad que se salga del marco de la ley será inmediatamente expulsado y llevado ante los tribunales de justicia". Con estas palabras anunciaba el general Maldonado Schaad, ministro de la Gobernación y segundo miembro del triunvirato castrense, el comienzo del saneamiento de los cuerpos armados.El jefe de la policía judicial, los llamados aquí detectives, teniente coronel Arredondo, fue destituido ayer. A él y a su superior, el general Germán Chupina, factótum policiaco de Romeo Lucas, les serán exigidas responsabilidades, lo mismo que al huido cerebro de la represión, el que fuera todopoderoso ministro del Interior, Donaldo Alvarez.

Un registro en la lujosa villa de Donaldo Alvarez, que fue saqueada por la multitud al día siguiente del golpe, descubrió ayer la existencia de salidas secretas, de un arsenal de armas y una flota de vehículos y centenares de fichas policiacas con anotaciones personales del ex ministro. En la casa, que ahora permanece custodiada por el Ejército, se han encontrado también interminables listas de ciudadanos.

El temido G-6, comandos civiles que han sembrado el terror en el país en los últimos años, está acuartelado y a disposición del poder militar. Todos sus miembros, como los detectives, serán sometidos a investigación. "Nadie va a llevar armas sin ir uniformado. Los cuerpos de seguridad del Estado van a dejar de ser una amenaza para dedicarse a garantizar la vida y la seguridad de los ciudadanos".

Estas afirmaciones de Maldonado Schaad suenan a espejismo en los oídos de los guatemaltecos. La capital, en radical contraste con un par de semanas atrás, era anoche una fiesta poblada de gente confiada que paseaba y llenaba los restaurantes o circulaba en sus automóviles sin miedo a ser interceptada en un semáforo por el cañón de un fusil automático.

Los jeeps Subaru, de fabricación japonesa, blancos o rojos, en los que se desplazaban los paramilitares, han dejado de verse. Para los habitantes de Ciudad de Guatemala no hay mejor prueba de que el terror estaba instrumentado desde el poder.

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En Quezaltenango, a 200 kilómetros al oeste de la capital y centro de una zona asolada por los combates contra la guerrilla, las nuevas autoridades castrenses han sido llevadas a hombros en el curso de una manifestación de apoyo a la Junta.

"Hagan lo que hagan, nunca serán peor que los anteriores". La frase resume el talante general ante el poder militar surgido del incruento golpe del martes pasado. El Salvador, Taiwan y Bolivia reconocieron ayer al régimen del general Ríos Montt.

Los partidos políticos -cuya actividad ha sido suspendida por decreto, así como la vigencia de la Constitución- han convocado para mañana lunes una gran manifestación de apoyo a la Junta.

Fascistas de Sandoval Alarcón y democristianos de Vinicio Cerezo estarán juntos ante el Palacio Nacional. Unos y otros han pedido a los ciudadanos que acudan, cuelguen banderas en sus casas y hagan sonar a las seis de la tarde las bocinas de sus automóviles.

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