Supervivientes de Hiroshima piden ante el Congreso norteamericano la 'congelación' de las armas nucleares
Mientras los ministros de Defensa de los países de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) discuten en Colorado Springs (Colorado) sobre el futuro de la estrategia nuclear en Europa, en el Congreso norteamericano crece la presión de los senadores y representantes en pro de una congelación de armas nucleares entre el Este y el Oeste.Copatrocinado por los senadores Edward Kennedy (demócrata por el Estado de Masachussetts) y Mark Hatfield (republicano por el Estado de Oregón), son ya 170 los miembros del Congreso estadounidense que apoyan la petición para paralizar el potencial de armamento atómico entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
En el curso de una audiencia pública en el Capitolio, Kennedy y Hatfield, escucharon el testimonio de cuatro supervivientes de Ia tragedia de Hiroshima, donde la primera bomba atómica de la historia, lanzada el 6 de agosto de 1945, causó más de 100.000 muertos. "Fue la ciudad de la muerte", declaró Mitsuo Tomosawa, nativo de Hiroshima y actual residente en USA.
"Nadie sobreviviría, en caso de una contienda nuclear", añadió por su parte Shigeko Sasamori, otra de las personas rescatadas de la bomba nuclear de Hiroshima.
La campaña pro congelación de la carrera de armamentos nuclear adquiere cada vez una mayor dimensión política en Estados Unidos. El movimiento patrocinado por senadores y congresistas, difícilmente puede ser denunciado por la Administración como una operación de izquierdistas.
Responde, en realidad, a un fenómeno político nuevo en la es cena pública de Estados Unidos,donde crece la inquietud ante el temor de una guerra nuclear Este-Oeste.
En Colorado Springs, los ministros de Defensa del grupo de planes nucleares de la OTAN analizan con escepticismo las últimas sugerencias avanzadas por Moscú, mientras ultiman los preparativos para la instalación de nuevos misiles Pershing-2 y Cruise en Europa occidental, para hacer frente a los SS-20 soviéticos. Una estrategia que preocupa a la opinión pública europea y, cada vez más, también a la norteamericana.
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