El Papa pide a los obispos mayor penetración en el tejido civil italiano
Ayer por la mañana Juan Pablo II abandonó el Vaticano en helicóptero para encontrarse con los 220 obispos de la Conferencia Episcopal italiana en la ciudad de Asís. Teniendo ante sus ojos el modelo del episcopado polaco, Juan Pablo II ha insistido en que, animados de una gran unidad, y huyendo de todo tipo de división, deben esforzarse para actuar con mayor coraje, "una presencia activa en las diversos momentos y estructuras de la vida social del país".
Una tal presencia, les dijo el Papa a los obispos, "tenemos que saberla contraponer en la práctica, con acción humilde y serena, pero también informada y decidida, a los programas que desearían eliminar esta presencia y convertir a la Iglesia en ausente, disolviendo su influjo inspirador". Recordando a san Francisco, Juan Pablo Il les dijo que lo mismo que no es posible comprender a fondo la figura de este santo sin penetrar en su ser "creyente, cristiano y católico", así como no es posible entender la historia de Italia "si se prescinde de la fe".En este momento "de crisis de valores y de desorientación moral, pero también de ansiosa búsqueda de nuevas síntesis culturales y de tensión hacia una vida más conforme a las aspiraciones del corazón humano, la Iglesia de Italia", dijo el papa Wojtyla, "está llamada a participar activamente en la reconstrucción del tejido civil de la nación, fundado sobre los valores del humanismo cristiano".
Los observadores religiosos piensan que Juan Pablo II de sea, al revés de otros papas, intervenir en la política de este país no a través de los aparatos de la curia y sirviéndose como instrumento de la democracia cristiana, sino a través de la Conferencia Episcopal, según el modelo de la Iglesia en su país. Y acusa siempre veladamente a los obispos italianos de no ser lo suficientemente valientes paralanzarse a algunas batallas como, por ejemplo, contra el aborto, el divorcio o el ateísmo. Llegó a decirles una vez que debían defender en este país "la libertad de predicar el evangelio", cosa que chocó a los mismos obispos, ya que en Italia la Iglesia ha gozado siempre de absoluta y total libertad de expresión. El problema, sin embargo, mayor que se le plantea a estos obispos es que ellos son, por cultura y por tradición, profundamente pluralistas y dialogantes, y poco amigos personalmente de realizar cruzadas religiosas, sobre todo después de la derrota que tuvieron cuando el referéndum sobre el divorcio, arrastrados más bien por las presiones de la Secretaría de Estado.
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