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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Vacaciones amputadas

Originalmente compuesta de tres episodios autónomos, la película Dove vai in vacanza se ha visto reducida a sólo dos al estrenarse en España con el título Vicios de verano, cuatro años después de su realización. El episodio dirigido por Luciano Salce ha pasado a mejor vida mientras que los filmados por Mauro Bolognini y Alberto Sordi aparecen en su integridad. Tal amputación, que supera con mucho la medida censora que a veces ejercen los distribuidores por razones comerciales, puede entenderse sólo porque el actor Paolo Villaggio, intérprete del episodio suprimido es poco conocido en España.Ugo Tognazzi interviene en Seré todo tuyo, episodio dirigido por Bolognini que narra la sed erótica de un dentista dispuesto a reencontrarse sexualmente con su ex mujer. Las circunstancias le son adversas, ya que la divorciada dispone de una libertad de costumbres que no coincide con los parámetros morales de su antiguo marido. El contraste entre ambos criterios compone el único elemento de este mediometraje al que no le faltan connotaciones críticas sobre la represión sexual, tan habituales en este tipo de comedietas italianas: en este caso, el final insinúa una relación homosexual, única solución del dentista, perplejo ante un mundo que no entiende.

Vicios de verano

Directores: Mauro Bolognini, Alberto Sordi y Luciano Salce, en la versión completa. Guión: Roberto Gianviti, Furio Scarpelli, Alberto Sordi y, otros. Música: Emmio Rorriconi v Piero Niccioni. Intérpretes: Ugo Tognazzi Alberto Sordi, Stefania Sandrelli. Comedia de episodios. Italiana, 1978.Local de estreno: Carlos III.

El mediometraje dirigido por Sordi es más intencionado aunque también más torpe en su realización y hasta delirante en su caricatura. Narra la historia de un matrimonio de verduleros que, con mucho esfuerzo, ha sufragado los estudios universitarios de sus hijos y ahora se ve despreciado por ellos. No es una idea nueva pero Sordi sabe impregnarla de humor, sobre todo cuando define la angustia de ese matrimonio ante el severo régimen alimenticio impuesto por uno de sus hijos mientras disfruta de unas vacaciones culturales. El desenlace de la aventura es demasiado fácil aunque ha dejado abierta la posibilidad de una cierta denuncia del esnobismo de los jovencitos modernos o de algunos falsos intelectuales.

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