La gestación no agrava la enfermedad ni hay pruebas de que incida significativamente en el feto
El caso de las mujeres afectadas por el síndrome tóxico en las que tal estado ha coincidido con un embarazo ofrece aspectos especialtnente trágicos de esta pesadilla en que para la población española se ha convertido esta enfermedad. Para ellas no sirve el tópico de "estado de buena esperanza". Aguardan el hijo con inquietud y temor, y en algún caso, como Asunción Pérez, cuyo testimonio se publica en esta información, se han decidido por el aborto en Londres. Otras no han tenido tanto valor, pero lo han intentado con medios más arcaicos. Una comisión creada al efecto ha emitido un informe tranquilizador, pero eso no libera la angustiosa espera de las embarazadas que no saben cómo va a ser su hijo. El informe ha estudiado 656 casos, con 297 partos asistidos, quince abortos y 344 gestaciones actualmente en evolución. La conclusión es que no se han detectado ni una mortalidad prenatal ni un porcentaje de malformaciones significativos.Tampoco se han encontrado razones para afirmar que la gestación- agrave la enfermedad.
Ni la mortalidad prenatal ni el porcentaje de malformaciones fetales son significativos en madres que han padecido el síndrome tóxico durante la gestación, según señala en su primera conclusión preliminar el informe remitido al Ministerio de Sanidad y Consumo por la comisión de obstetricia y ginecología, coordinadora para el estudio de las posibles repercusiones del aceite tóxico sobre el feto y la madre. El informe, al que EL PAÍS ha tenido acceso a través de fuentes cercanas al Ministerio de Sanidad y Consumo, comprende el período de tiempo entre el 15 de julio pasado -fecha de constitución de la comisión- y el 31 de enero de 1982.La comisión afirma que "en términos generales no parece que la gestación agrave la evolución de la enfermedad, si se compara la mortalidad registrada en pacientes gestantes y no gestantes". Y añade: "El único caso de muerte materna registrado en nuestro protocolo ocurrió a los veinte días del parto, en una paciente gravemente afectada por la erifermedad".
Balance en cifras
Desde el punto,de vista obstétrico, dicho informe señala que "tampoco la incidencia de abortos es superior a la frecuencia habitual".
Los casos de ernbarazo controlados por la comisión a través de los seis centros de seguimiento al efecto son 656, de los que 297 son partos asistidos, quince abortos y 344 gestaciones actualmente en evolución.
El porcentaje de abortos (2,3%) es inferior a la cifra habitualmente admitida para los abortos espontáneos, "dato este digno de tomarse en consideración, dado que es muy difícil que ninguna paciente del síndrome tóxico haya abortado fuera de los hospitales que participan en este seguimiento". De estos quince casos registrados, ocho corresponden a riesgo medio, y siete, a riesgo elevado. Y de ellos, dos ocurrieron en la fase aguda de la enfermedad.
De los partos asistidos, 224 (75,4%) corresponden a casos de riesgo medio, y los otros 73 (24,6%), a riesgo elevado. En este último grupo, el riesgo se estableció por causa materna en 45 casos (59,27.) y por causa paterna en los veintiocho restantes (40,8%).
De los embarazos cuya evaluación aún se sigue, 121 (35,2%) corresponden a riesgo alto y 223 (64,8%) a riesgo medio.
Los recién nacidos de los citados 297 partos arrojan el siguiente balance: En diecinueve casos (6,4%) se demostró un crecimiento intrauteyino retardado (CIR) del feto. Este dato, obtenido en casos de riesgo elevado, no hace excepción a la norma general de que el crecimiento fetal intrauterino se ve afectado siempre que existe una grave enfermedad en la madre -señala el informe como conclusión obstétrica preliminar cuarta-. Otros datos referente a los nacidos son: un caso de síndrome de Down, un caso de acondroplasia (correspondiente a un gemelar con antecedentes familiares y fallecido a las veinticuatro horas), un caso de ángulación de la tibia y otro de polidactilia en las cuatro extremidades (malformación que también presenta el padre), cuatro niños prematuros y un inmaduro (peso 300 gramos) fallecido a las veinticuatro horas y correspondiente a caso de riesgo elevado.
La conclusión tercera evalúa la incidencia de eventuales alteraciones en el cariotipo de células fetales obtenidas por amniocentesis entre la 14ª y la 16ª semana de gestación. Señala que dicha incidencia no es superior a la dada en una población no seleccionada. Se ha detectado un solo caso de roturas cromosómicas inespecíficas, que carece de significación estadística, según el informe, y, además, es discutible si se debe tomar en consideración, ya que la madre presenta la misma alteración cromosómica.
Las conclusiones quinta y sexta se refieren al estudio histológico de las placentas y a las investigaciones realizadas en leche materna, respectivamente. Las lesiones encontradas en las placentas se observan también en otras, afectadas por infecciones o alteraciones metabólicas. En este punto se sefíala que, ante el desconocimiento de la composición química del agente etiológico del síndrome, las tinciones han sído las habituales. En cuanto a los resultados sobre la leche, se apuntan como insuficientes las investigaciones realizadas, sin que se pueda descartar que el agente causal de el síndrome se elimine o no por esa vía. El envío de muestras de leches obtenidas al Centro Nacional de Alimentación y Nutrición de Majadahonda ("en volumen nunca inferior a los 100 centímetros cúbicos y en condiciones idóneas") fue interrumpido por las autoridades sanitarias en noviembre pasado, por ser uniformemente negativas las investigaciones, según recoge el informe.
Desde el punto de vista ginecológico, la comisión sólo emite una conclusión, concretada a "una alta proporción de amenorreas que jparece encontrarse entre las afectadas". Se seiftala al respecto que: la patogenia no está todavía aclarada, ya que, independientemente de los niveles a que el tóxico pudiera actuar en el organismo o de un impacto múltiple del mismo, el estudio se ha visto limitado por varias circunstancias. Entre estas cita los tratamientos que las pacientes han recibido previamente y en especial los prolongados con corticoides, la existencia de pacientes que ya tenían alteraciones menstruales y baches amenorreicos antes de sufrir el síndrome; y la presencia de dicha patología en mujeres en precario estado general, "síntorna aquel que puede ser consecuencia, sin más, de esta afectación general". Por tanto, la investigación se continúa sobre pacientes que han superado la fase aguda de la enfermedad y cuya amenorrea persiste o en las que aparece tres meses después de cesado el tratamierito con corticoides.
Proyecto de trabajo
La comisión citada se constituyó previa convocatoria del Minísterio de Trabajo, Sanidad y Seguridad Social a un grupo de expertos, los cuales acudieron en su totalidad, y que fueron los doctores: Adelardo Caballero, Pedro de la Fuente, María Luisa Gutiérrez, José Ramón del Sol, José Antonio Usandizaga y José Zamarriego.
Dicha comisión elaboró un proyecto y seis protocolos de trabajo. El protocolo para la investigación de posibles lesiones germinales no ha sido aún realizado "por no haber transcurrido el tiempo considerado como idóneo". Este protocolo seguirá los embarazos cuando la fecundación se haya producido después de un período de seis meses o más sin que los padres afectados presenten síntomas de la enfermedad y sin eosinofilia.
Los trabajos, según el informe, comenzaron a funcionar "de forma progresiva acentuada en la segunda decena de agosto, y con toda eficacia, para el regreso de los facultativos de sus vacaciones", después de que, en los primeros días de agosto de 1981 se efectuaran reuniones con los jefes de equipo de obstetricia de los ambulatorios de Madrid, las matronas de dichos equipos y los jefes de servicio de los hospitales de las capitales de las provincias afectadas.
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