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Reportaje:

El cine europeo abandona las películas experimentales

Los cineastas jóvenes prefieren concentrarse en el melodrama

Aunque no es fácil medir por un rasero común películas tan dispares como las presentadas en el último Festival de Berlín, pueden deducirse algunos de los caminos que el cine de nuestros días quiere recorrer. Es menor ahora, por ejemplo, la cantidad de películas experimentales con respectó a las que se hacían hace cinco u ocho años cuando abarrotaban las secciones paralelas de los festivales internacionales. Parece cierto que los nuevos cineastas procuran acercar sus obras a la estructura de géneros ya conocidos de forma que su capacidad de comunicación no quede abortada desde el principio; aquellas películas que se creían capaces de provocar mecanismos de exhibición laterales a los de la industria, han fracasado. Ahora, pues, no es extraño que autores con criterios ideológicos contrarios a los de los clásicos norteamericanos traten de adaptarse a las formas de expresión que éstos impulsaron.

El melodrama,en este sentido, parece la fórmula preferida por una gran mayoría de los jóvenes cineastas aunque, claro está, no repitan escrupulosamente ni el conformismo último que latía en los clásicos de Hollywood ni su ordenación dramática. Hay jóvenes alemanes, incluso, que tratan de descubrir el cine de humor. Han entendido que las facilidades prestadas por el Estado para realizar películas no superan la colonización multinacional en las salas de su país. El cine alemán no llega a cubrir más que el 9% de la exhibición nacional mientras que la cantidad de películas que realiza cada año supera con mucho ese límite. El humor quizá sea una fórmula de combatir el poder de las multinacionales captando más público local. No obstante, el cine alemán de estos últimos años es más afin al melodrama que generalmente tinta de crónica social. Incluso el montaje de algunos documentales o películas de encuesta escalan su interés por la captación sentimetal del espectador.El poder de las multinacionales preocupa en todos lados. No había director nuevo en el festival que no narrara las dificultades de su país por impulsar el cine local. Las películas norteamericanas, impuestas drásticamente desde hace años, han anulado en todos los casos el desarrollo lógico de las cinematografías nacionales y, lo que quizá sea más grave, acostumbrado al público a un único lenguaje fílmico. De ahí, pues, esa sumisión estilística que abandona ya los experimentos anteriores.

Combate contra USA

El combate posible contra el cine norteamericano tiene, además, otros puntos de acción. Los productores y directores europeos tratan de establecer unas leyes privadas que protejan mutuamente sus películas, fortaleciéndolas frente al enemigo. No obstante, tienen problemas en este sentido. Alexander Kluge, el famoso ralizador alemán que este año fue mencionado en el palmarés oficial como reconocimiento a sus contínuos desvelos en favor del joven cine, convocó unas mesas redondas donde alarmaba sobre las intenciones de la CEE por eliminar de la protección cinematográfica los aspectos que se derivan de su condición de medio de cultura, limitando las películas a meros objetos de compra y venta. La necesidad de una acción común parece imponerse. Aún se continuará durante los próximos meses recabando información y opiniones para forzar las leyes comunitarias en favor del cine. A pesar de estas dificultades aumenta cada vez más el número de nuevos cineastas. Es un fenómeno europeo. Puede explicarse que en Alemania Federal construir una película sea más sencillo que en otros países dadas las oportunidades económicas que concede su Gobierno, pero hasta en España, donde los problemas son muchas veces insalvables, florece un entusiasmo por la creación cinematográfica que no va a la zaga del alemán. Dicho todo esto en términos generales, porque los problemas concretos de cada cineasta tienen, en el momento de ser vividos, caracteres de tragedia.

Dominan las mujeres

No es extraño, por lo tanto, que aumente también el número de mujeres cineastas, rara vez hasta ahora con autorización para colocarse tras las cámaras. Sería ábsurdo establecer un punto común entre estas películas por la simple coincidencia de su femineidad. Se nota, sin embargo, un especial cuidado en su realización como si en ellas fuera necesaria una mayor demostración de las capacidad técnicas de sus autoras, lo que no vendría sino a significar que en todas partes cuecen habas. En este festival de cine de Berlín despertó los mayores elogios la película de Margarethe von Trotta, Las hermanas alemanas, aún no conocida en muchos países ni en bastantes ciudades españolas. Incluso puede decirse que fue la única que concitó los elogios de todos los presentes; al haber sido ya presentada en el Festival de Venecia, su exhibición en Berlín tenía sólo carácter informativo. Es en los países nórdicos y centroeuropeos donde los cineastas proliferan; son menores en el Sur donde las dificultades, al parecer, aumentan para ellas. Las nuevas directoras orientan también su cine por los caminos del melodrama, no exento a veces de cierta violencia cuando, sobre todo, revisa algunos momentos de la historia pasada. Jeanine Meerapfel, Helma Sanders o Claudia HolIdack, todas alemanas, o la actriz sueca Ingrid Thulin, ahora tras la cámara, hacen coincidir esa crítica sobre momentos pasados con sus propias biografías. Hasta coincide en esa línea la checoslovaca Vera Chytilova que en su documental Chytilova versus Fonnan critica la actuación de su compatriota, ahora triunfador director residente en los Estados Unidos, junto a una consideración íntima de su propia evolución como directora.Es sólo grave de este panorama general que gran número de las nuevas películas europeas que ahora se han visto en Berlín reduzcan sus planteamientos a consideraciones de menor peso, obligadas precisamente por ese respeto a los moldes narrativos que consideran de mayor éxito popular. El melodrama corre el riesgo de excederse y abrazar el folletín. Con él en la mano es ya imposible la crónica social que de una u otra forma, todas estas películas pretenden.

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