El Salvador y Vietnam
LA CRONICA diaria de El Salvador es atroz. Los asesinatos producen una espiral sangrienta: las guerrillas crecen y, a su vez, la represión aumenta. Hay otros países complicados en todo ello. Si el Gobierno de la Junta insiste: en la participación de cubanos y nicaragüenses, él mismo está acusado de utilizar argentinos, chilenos, guatemaltecos, hondureños; y, fuera de toda discusión, asesores de Estados Unidos, que son algo más que asesores, puesto que manejan directamente aviones y armas de combate cuya técnica escapa a los militares salvadoreños. Hablar de guerrilla es limitar demasiado las fuerzas que mantienen la ofensiva-defensiva en El Salvador: no son sólo grupos armados, sino un ejército con cierta organización y una fuerza política amplia que quiere desprenderse de la desprestigiada Junta. Como está pasando en Guatemala, donde la ofensiva rebelde es ya militar y domina partes del territorio; y penetra en la capital.¿Un nuevo Vietnam? La comparación no es sólo de: Pravda y de la Prensa cubana; aparece en otras fuentes y, también en los medios políticos de Washington. Estremece a los norteamericanos. El Víetnam también empezó así: unas fuerzas rebeldes, unos atentados contra el, Gobierno, protegido por Estados Unidos, y un envío de asesores, consejeros, material militar: la guerra sucia -frase que también se repite ahora- fue requiriende, después el envío de un cuerpo expedicionario y, finalmente, una participación directa de Estados Unidos y un impacto en su retaguardia, en su sociedad, que se agravé. cuando finalmente esa guerra se perdió. Esto no supone una ley: otros países han iniciado aventuras parecidas y, han sido aplastados. La tendencia a reducirlo todo a teorías del carácter de las de "un pueblo en armas vence siempre a un invasor extranjero", etcétera, es muy engañosa. La historia y la actualidad están repletas de invasores extranjeros ocupando o mediatizando países a pesar de sus pueblos (véase"Polonia). Lo que no es seguro es que Reagan no esté ofreciendo a su mayoría otra cosa que una revancha de la derrota militar y civil de Vietnam, y que su forma de hacerlo se parezca ya muy peligrosamente a la de aquella aventura. Ya hay una conciencia occidental muy despierta que no puede participar en la aventura de Reagan, y la hay dentro mismo de Estados Unidos; ya hay demasiada evidencia entre el trato a unas tiranías y a otras como para enmascarar la acción, como se trató de hacer en Vietnam y antes en Corea, como una defensa del mundo libre. La situación de El Salvador, la de Guatemala, la de Centroamérica en bloque y la que se extiende hacia el Cono Sur plantean problemas de tipo estratégíco, geográfico, económico y cultural que no tienen gran cosa que ver con Vietnam, a no ser esta comparación elemental de que Estados Unidos puede verse envuelto otra vez en una guerra que no puede ganar ni perder, en una aventura reprobada por sus aliados occidentales y en un esfuerzo que su propia sociedad no acepta.
Antes de que sea demasiado tarde -si no lo es ya- urgen soluciones políticas que eviten los enfrentamientos militares. La solución de apoyar a la Junta con armamentos y celebra unas elecciones que, a todas luces, no pueden resolver el problema planteado por su falta de legitimidad, no es suficiente. La noticia de que hay conversaciones entre la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado de Estados Unidos y el coronel Majano, que abandonó la Junta cuando la sangre y lo arbitrario comenzaron a ser demasiado evidentes, indica que todavía hay alguna posibilidad de que se busquen soluciones de otro carácter. Quizá se esté a tiempo de restablecer una democracia no mediatizada, para cuyo desarrollo están descalificados los actuales miembros de la Junta de Gobierno.
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