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La intransigencia israelí contrasta con la conciliación del mundo árabe

La preocupación principal- de los miembros del Gobierno, diplomáticos y expertos consultados a lo largo del pasado mes en Israel, Egipto, Arabia Saudí y Washington se centraban en las medidas que habrá de tornar el Gobierno de Estados Unidos en un futuro próximo. Según ellos, cualquier intento serio de negociar la autonomía palestina en la orilla occidental y en la franja de Gaza o la situación de los altos del Golán implicará un enfrentamiento entre Estados Unidos e Israel.Los miembros del, consejo privado del primer ministro israelí Menajem Beguin tienen opiniones opuestas: unos piensan que Israel se encuentra en peligro de enfrentamiento con Estados Unidos y otros creen que, en última instancia, todo seguirá igual. Aún hay una tercera postura: la de quienes prevén lo peor intelectualmente, pero no emocionalmente.

No se ve claro aún hasta donde están dispuestos a llegar los líderes árabes en sus esfuerzos por estimular la resistencia palestina en la orilla occidental del rio Jordán, utilizar su poderío financiero y petrolífero, acercarse a la Unión Soviética y estrechar lazos con Europa occidental. Tampoco está muy claro hasta dónde les conviene llegar. Los jefes de la Administración Reagan, especialmente los de la Casa Blanca y el Pentágono, están ya de acuerdo en que es necesario convencer a Israel de que haga concesiones en las conversaciones sobre la autonomía palestina.

Los líderes árabes, incluyendo al ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, Saud al Faisal, y al secretario de Estado para Asuntos Exteriores de Egipto, Butros Ghali, estaban seguros de que ha llegado el momento oportuno para establecer compromisos en cuanto a la concesión de territorios a los palestinos y al reconocimiento de sus derechos a cambio de la aceptación del Estado de Israel por parte de las demás naciones árabes. Existía también acuerdo en cuanto a que los Estados árabes moderados están dispuestos a reconocer a Israel y a que Israel tiene suficiente fuerza para arriesgarse al compromiso. Su propósito era hacer aparecer a Israel como intransigente y poco razonable, como un dogal colocado al cuello de Estados Unidos, y crear una presión en Washington tendente a modificar esta situación.

Israel, vencedor

Dada la potencia militar de Israel y los países árabes y la capacidad de los distintos Estados para absorberlas y utilizarlas, prácticamente todos los entrevistados estaban de acuerdo en cuanto a la capacidad de Israel para derrotar fácilmente a sus adversarios árabes de la región en cualquier confrontación que pueda producirse en los próximos ocho a diez años. De acuerdo con los expertos, sólo la presencia en gran escala de tropas soviéticas cerca de las fronteras israelíes u otra circunstancia igualmente inesperada y grave podría romper el equilibrio.Todos los entrevistados pertenecientes al Gobierno de Beguin, tales como Moshe Ahrens, el nuevo embajador de Israel en Estados Unidos y otros cargos importantes, pensaban que el compromiso resultaba simplemente demasiado arriesgado y que Israel contaba con suficiente fuerza para resistirse a él.

Para complicar aun más la cuestión, la opinión predominante en la zona es que Egipto comenzará a alejarse de Israel y a acercarse de nuevo a los países árabes una vez se complete la retirada israelí del Sinaí, lo que está previsto para abril. Ni Jerusalén ni Washington tienen mucho que ofrecer a El Cairo para compensar el atractivo que ofrece el dinero saudí para la desesperada economía egipcia. Si Egipto renuncia a su papel de mediador entre el mundo árabe e Israel, es difícil imaginar qué otro país podría ocupar su lugar.

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Para los israelíes, esta es una de las perspectivas más peligrosas. En su opinión, la ausencia de un proceso negociador en pro de la paz, más que cualquier otra cosa, es lo que puede impulsar a Estados Unidos a adoptar una postura más intransigente con ellos. Esa es la razón por la que Israel desea mantener al secretario de Estado americano, Alexander M. Haig Jr., en Oriente Próximo, velando por la continuación de las negociaciones.

Por el momento, los representantes gubernamentales y diplomáticos israelíes, árabes y occidentales tienen dificultades para comprender las intenciones de la Administración Reagan. Los entrevistados se quejaron con frecuencia de que no sabían si Reagan tenía una línea política definida y, si la tenía, quién era su portavoz autorizado: Haig, que, simpatizante con los intereses israelíes, o el secretario de Defensa, Caspar W. Weinberger, que parece inclinarse en dirección opuesta y aboga por el endurecimiento de la postura norteamericana hacia Israel y a exigirle concesiones.

Por lo que se refiere a las especulaciones sobre las posibilidades de salir del callejón sin salida en que se encuentran las negociaciones diplomáticas y conseguir progresos reales en las llamadas negociaciones de Camp David entre Israel y Egipto, se plantearor varias cuestiones fundamentales: ¿Suavizará el Gobierno de Beguin su postura? ¿Tiene probabilidades de conservar el poder? ¿Cómo afectará el equilibrio militar a las posturas negociadoras árabe e israelí? ¿Cuáles son las posibilidades de que Estados Unidos reduzca su apoyo a Israel?

Nueva sensatez

Ciertos miembros del Gobierno de Beguin afirmaron, en conversaciones privadas, que Israel nunca devolvería voluntariamente a Siria los altos del Golán y que nadie debe hacerse ilusiones con respecto a la concesión de la soberanía a los palestinos de la orilla occidental; quizá alguna forma de autonomía, pero no la soberanía.En una entrevista, Saud afirmó específicamente que, a cambio del reconocimiento de los derechos palestinos y la devolución de los territorios ocupados, incluyendo la zona oriental de Jerusalén, su Gobierno estaba dispuesto a aceptar a Israel. No obstante, el día siguiente a la publicación del artículo un portavoz del Gobierno saudí negó que aceptación fuese sinónimo de reconocimiento. No obstante, en la actualidad la actitud de los líderes saudíes más importantes ante los visitantes y diplomáticos extranjeros está dentro de la línea definida por otro importante cargo saudí, que pidió no ser identificado, y que dijo que hace quince años era inconcebible un acuerdo con Israel, mientras que: ahora la postura general es "tratar de solucionar el problema".

Si fracasan estos esfuerzos de persuasión, los representantes del Gobierno saudí señalaron que podrían estar dispuestos a ir más allá. Siempre con cuidado de mencionar la vital conexión con Estados Unidos, la mayoría de los cargos oficiales saudíes entrevistados pusieron especial interés en dejarse espacio libre para maniobrar. Calificaron a la Unión Soviética de peligro, pero no de amenaza militar directa. Un miembro clave del Gobierno afirmó que antes del embargo petrolero de 1973 siempre se había pensado que el petróleo y la política no armonizaban bien y que este cambio podría volver a producirse".

La postura israelí es que israelí sigue siendo el único aliado fiable de los norteamericanos y la única democracia auténtica en la zona. Un alto cargo del Ministerio israelí de Asuntos Exteriores afirmó que "Arabia Saudí y Egipto podrían convertirse en amigas de los soviéticos mañana mismo. En Egipto, la tendencia dominante se orienta ya hacia la no alineación y la vuelta al nasserismo, pero esto nunca sucederá en Israel".

Otros miembros del equipo de Beguin subrayaron igualmente el concepto del papel fundamental que Israel desempeña en el establecimíento de un acuerdo estratégico contra la Unión Soviética, concepto al que la Administración Reagan está tratando de quitar importancia.

Cierto líder del Partido Laborista, que pidió no ser identificado, dijo que el Gobierno Beguin no se ha percatado de que "es imposible llegar aun acuerdo estratégico sin los árabes, y no se puede contar con ellos a menos que el acuerdo sea contra Israel".

Shimon Peres, líder laboralista, declaró en una entrevista que "Israel debe comprender que para conservar su importancia estratégica tiene que realizar continuos esfuerzos por lograr la paz"; de lo contrario, "la Administración Reagan podría decidir que prefiere la contribución árabe a la israelí".

David Kimche, director general. del Ministerio israelí de Asuntos Exteriores, abrió una línea de argumentación que quizá se siga en ocasiones futuras: "Creemos que la política de Estados Unidos está basada en Arabia Saudí y en falsas premisas sobre este país. No comprendemos por qué Estados Unidos opta por esta solución cuando Israel considera que es un error evidente".

Según los israelíes, es vital prevenir cualquier modificación en el apoyo norteamericano a su país. Para ellos, en palabras del futuro embajador Ahrens, "es necesario guardarse no sólo de una modificación real de la postura norteamericana y del equilibrio militar sino contra cualquier apariencia de cambio, porque, de lo contrario, continuó, "los árabes podrían convencerse de que pueden recu rrir nuevamente a la opción militar, y ello nos arrastraría de nuevo a todos".

Negociación de la soberanía

El ministro de Asuntos Exterio- res Itzhak Shamir aclaró este punto en dos recientes discursos. Ante una organización judía ortodoxa afirmó: "Queremos la paz, pero sólo en unas condiciones que nos permitan continuar nuestra existencia, y esto implica conservar los altos del Golán, Judea y Samaria (Cisjordania) dentro de las fronteras de Israel". En un congreso de la juventud de su propio partido, el Herut, afirmó: Israel no admitirá compromiso alguno".El futuro político inmediato de la coalición Beguin parece asegurado. Aunque muchos personajes israelíes estuvieron de acuerdo en que las trayectorias políticas podrían sufrir alteraciones, sus opiniones coincidieron igualmente en cuanto a que la postura de Beguin en la actualidad parecía más fuerte que nunca. Los líderes de la coalición política de la oposición se mostraron claramente descorazonados. Varios de los entrevistados se negaron a que se les atribuyeran nominalmente las críticas que formularon sobre la política exterior de Beguin. Muchos de los políticos de izquierdas están optando por dejar las actividades públicas. Uno de ellos, Ury Avnery, escritor y político, manifestó: "Lo peor que puede pasarle a una línea política tan errónea como la de Beguin es tener éxito".

Es más: Beguin se ha enfrentado a Estados Unidos (lo cual constituye una postura peligrosa y difícil en la política israelí) una y otra vez y ha salido triunfante de estos enfrentamientos, al menos en apariencia. La reacción de la Administración Reagan al bombardeo israelí de Beirut, el ataque al reactor nuclear iraquí y a la anexión de los altos del Golán fue pronta y enérgica y dio que pensar a los consejeros de Beguin, pero no incluyó medidas drásticas.

Los políticos árabes y muchos diplomáticos y jefes militares occidentales estuvieron de acuerdo en que el equilibrio militar tendía a reforzar el statu quo. A este respecto, podemos considerar como típica la opinión del ministro egipcio de Defensa, Abdel Halim Abu Ghazala, quien afirmó: "El equilibrio militar en la zona se encuentra ahora seriamente amenazado. Israel es más fuerte que cualquier país árabe e incluso más que todos los países árabes juntos. Por esta razón, se obstina en su postura, crea problemas y se niega a aceptar compromisos".

Lo que para unos era obstinación, para los líderes israelíes era un ingrediente necesario para la supervivencia. No ponían en duda su superioridad ni la probabilidad de otra guerra, ni estaban dispuestos a aceptar el riesgo que implicaría luchar partiendo de las fronteras originales de Israel y no de las actuales.

Las opiniones de los entrevistados se centraron finalmente en el escenario político norteamericano y en la idea de que las actitudes hacia Israel estaban cambiando y de que los políticos estadounidenses comenzaban a impacientarse por la falta de progresos en las conversaciones sobre la autonomía palestina, aunque no había un consenso claro en cuanto a los límites a que podría llegar en el futuro esta modificación de actitudes.

En este punto, los consejeros de Beguin parecían mucho menos seguros del terreno que pisaban. Como ejemplo típico de su postura, podemos citar la opinión de un alto cargo del Ministerio de Asuntos Exteriores, quien sostiene que los intereses norteamericanos en Oriente Próximo son una bagatela comprarados con sus intereses globales y con los peligros que amenazan a la supervivencia del Estado israelí. A continuación, observó que la Administración Reagan ha adoptado ya medidas punitivas contra Israel más estrictas que las de las Administraciones anteriores. Mencionó concretamente el aplazamiento de entregas de aviones, la retirada del apoyo económico a proyectos militares conjuntos, la suspensión del acuerdo de cooperación estratégica y el voto contra Israel en el Consejo de Seguridad. Por otro lado, también hizo notar que ninguna de estas medidas tuvo repercusiones duraderas.

Reticencias de los judíos norteamericanos

La opinión predominante en el Ministerio de Asuntos Exteriores egipcio era que se ha producido un auténtico deterioro del apoyo norteamericano a Israel, especialmente entre los judíos norteamericanos. En su opinión, la Administración Reagan se interesa principalmente por el petróleo, el dinero y el control de las actividades soviéticas, y estos intereses iran prevaleciendo gradualmente sobre las presiones de las facciones proisraelíes.Los altos cargos gubernamentales de Arabia Saudí tendían a atribuir más importancia a la efectividad de los partidarios de Israel, pero también acabaron por reconocer que el éxito obtenido por la Administración en su lucha por obtener la aprobación del Congreso para el proyecto de venta del avión AWACS, equipado con radar, a su país parece tener un claro significado. Estos mismos políticos se mostraron especialmente impresionados por el ataque público de Reagan contra Beguin por su indebida interferencia en la política norteamericana durante el debate del Congreso sobre el tema del avión AWACS.

Los líderes árabes de Riad y El Cairo subrayaron sus nuevos esfuerzos por convencer a los políticos y a la opinión pública norteamericana de la intransigencia israelí y de la actual predisposición sincera de muchos Estados árabes a convivir con Israel. Ciertos políticos egipcios, tales como Ghali, insistieron en que se había producido una auténtica transformación en las tendencias moderadas y en que el plan de negociación presentado en agosto por el príncipe heredero Fahd de Arabia Saudí es un reflejo de esta nueva inclinación hacia la sensatez.

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