Limitada biografía
Este es ElvisNo pudieron creer los fans de Elvis Presley, contados por millones en todo el mundo, que el cantante falleciera, inopinadamente, a sus 42 años de edad. Las primeras histerias, las manifestaciones improvisadas, los organizados espectáculos que querían recapitular su memoria, dieron pronto paso a una nueva posibilidad de consumo: los recuerdos de Elvis, sus viejos discos, las fotos antiguas, los póster gigantes... Nunca muere una Figura para las multinacionales que las manejan. Años después de su desapareción aún pueden ofrecer beneficios.Este es Elvis es una de las varias películas que vienen a sumarse al fenómeno. Otras anteriores han explotado ya el notable parecido físico de algunos imitadores del cantante para fingir biografías que falseaban las imágenes; algunos programas de televisión han recapitulado también, exhaustivamente, los datos de su vida, la audición de sus canciones. No es éste, pues, un Filme que proponga un panorama novedoso ni será, probablemente, el último que veremos en esta línea.
Guión, producción y dirección: Malcolm Leo y Andrew Solt
Montaje: Bud Friedgen. Música original: Walter Scharf. Norteamericana. 1979. Documental.
Sin embargo, Este es Elvis sí es, de momento, el mejor. El excelente montaje que ordena las auténticas imagenes de la vida de Presley enlaza con otras trucadas interpretadas por actores de forma tan inteligente que se hace difícil, en muchos momentos, su identificación. Por otra parte, el hallazgo de documentos inéditos o poco conocidos ofrece una posibilidad de sorpresa que poca películas de montaje pueden igualar. Este es Elvis ofrece la posibilidad de un espectáculo bien medido, donde la amenidad y la información se entremezclan sabia mente.
La limitación de esta película no está, por tanto, en su aspecto técnico: el esfuerzo de los auto res es evidente y plausible. El problema de Este es Elvis reside en su planteamiento de base, en reducir a cuatro datos biográficos o a unas anécdotas propias de revista de corazón la vida de un cantante que ha superado su propia materia de trabajo para convertirse en mito. No hasta con saber cómo se inició en el mundo del disco, cuándo hizo el servicio militar, cuántas novias tuvo o con quién se casó.
Elvis Presley es también una época, un fenómeno social, un negocio. Y él mismo, además de cantar, tendría ideas políticas, contradicciones, alzas y bajas, manías... Nada de esto, sin embargo, se cuenta en la película. Malcolm Leo y Andrew Solt se dirigen a un público incondicional, al consumidor de discos, al mitómano recalcitrante. Y no se han planteado que otros espectadores podíamos tener curiosidad por saber realmente qué significó para nosotros la figura de ese hombre capaz incluso puede simbolizar toda una década. No han querido o no han sabido ir más allá. Su película se les queda corta; el admirable trabajo de montaje, insuficiente.
Babelia
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