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El cadáver de Mijail Suslov yace a la derecha de Stalin en la plaza Roja

Desde ayer al mediodía, el cadáver de Mijail Suslov -el ideólogo y numero dos del régimen soviético, fallecido el pasado lunes- yace a la derecha de José Stalin, el hombre que le condujo a los más altos niveles del poder.Así, los dirigentes soviéticos incluyeron ayer a Suslov en la categoría de los fundadores del régimen. En la plaza Roja, al pie de las murallas del Kremlin, se alinean ,en tres rangos diferenciados las diversas tumbas. En cabeza, el enorme mausoleo de marmol rojo y negro en el que está enterrado Lenin, y que, hasta que Jruschov ordenó lo contrario, guardó también los restos de Stalin.

Entre el mausoleo y las murallas, una hilera de nueve tumbas de bolcheviques históricos; Kalinin, Stalin, Frunze, Yerzinski... y, desde ayer, Mijail Suslov. El último en ser enterrado en este lugar fue el mariscal de cosacos, Budioni, quien, en el momento de su muerte, en 1973, aún conservaba el aura mítica obtenida en su intervención en la II Guerra Mundial.

Detras de todos ellos, en pequeñas hornacinas excavadas en las murallas del Kremlim, se encuentran las cenizas de los demás dirigentes y de alguna personalidad extranjera, como el escritor y periodista norteamericano John Reed.

Algunos, como el antiguo líder Nikita Jruschev, ni tan siquiera fueron considerados merecedores de este honor y recibieron sepultura en otros cementerios.

Desde la Casa de los Sindicatos -en la que el miércoles fue instalada la capilla ardiente-, el ataúd descubierto que contenía el cadáver de Suslov, fue transportado hasta la plaza Roja por un armón de artillería arrastrado por una tanqueta. El propio Leónidas Breznev leyó la semblanza fúnebre, subrayando así, aún más, los aspectos excepcionales de la ceremonia. A la plaza Roja y sus cercanías sólo pudieron llegar aquellos que habían sido expresamente invitados.

Si bien el ceremonial fúnebre sólo podía ser comparado con el entierro -hace diecinueve años de José Stalin, el ambiente era muy diferente. En aquella ocasión -según se recuerda- se contemplaron delirantes escenas de dolor y se produjeron decenas de muertes de personas aplastadas.

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Ayer, todo, fue muy diferente, manteniéndose el tono medido y formal de las manifestaciones del 1 de mayo o de los desfiles conmemorativos de la revolución. Sólo los monótonos acordes de la marcha fúnebre de Chopín y el acompasado ritmo de las botas militares ocultaban el silencio.

Después de los discursos, generales del Ejército Rojo trasladaron por separado el ataúd, su tapa, las condecoraciones de Suslov y su retrato oficial. Al pie de la tumba, los familiares del ideólogo comunista le despidieron con un beso en la frente. Soportando impasible una temperatura de cerca de quince grados bajo cero, el Politburó, encabezado por Leónidas Breznev, asistía al final de la ceremonia.

A juicio de varios observadores, el líder soviético, Leónidas Breznev, 75 años, aparentaba menor agilidad que hace dos meses, cuando, durante su viaje a Bonn, pudo ser también observado.

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