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Reportaje:Un año de Administración republicano-conservadora en EE UU/ 3

Reagan dispone del mayor presupuesto militar de la historia norteamericana en tiempo de paz

No falta nada en el nuevo presupuesto militar norteamericano: nuevos misiles MX, nuevos superbombarderos B-1, bomba de neutrones, nuevos submarinos y portaviones y toda una quincallería auxiliar que incluye sofisticados aviones de caza, helicópteros, tanques y posibles armas químicas que, dicho sea de paso, los soviéticos estarían ya experimentando en Camboya y Afganistán, con la denominada lluvia amarilla de gases paralizantes.El argumento político para justificar la carta blanca con que cuenta el Pentágono para reforzar su potencial es que los soviéticos han incrementado espectacularmente su poderío militar en las dos últimas décadas, obteniendo incluso superioridad frente a Estados Unidos en ciertos sectores (tanques, misiles de alcance medio y tropas convencionales preparadas para el combate, estacionadas en las fronteras de Europa occidental).

Trillón y medio de dólares

En 1982, EE UU gastará unos 200.000 millones de dólares (cerca de veinte billones de pesetas) en el sector de la defensa. Para el presupuesto de 1983 -que Reagan presentará al Congreso el próximo 8 de febrero- se incluirá un capítulo de 245.000 millones de dólares. En total, una, escalada del 15%. "Del 7%, en términos reales, teniendo en cuenta la inflación", corrigen los estrategas del Pentágono. En cinco años, de 1981 a 1986, EE UU destinará 1,5 trillones de dólares a armamento.

Bomba de neutrones

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Pero la mayor parte del arsenal aprobado por Reagan durante su primer año demandato existía ya sobre el despacho oval de la Casa Blanca cuando todavía estaba ocupado por Jimmy Carter. Reagan se limitó a seguir la corriente marcada por el Pentágono, y decidió, en octubre de 1981, fabricar cien misiles intercontinentales del modelo MX, cada uno equipado con diez cabezas múltiples nucleares, junto con otros cien aviones superbombarderos B-1.

Ronald Reagan decidió también, en agosto de 1981, comenzar la fabricación de la polémica bomba de neutrones, destinada a lo que los norteamericanos llaman el escenario europeo, para detener una eventual invasión de tanques soviéticos sobre Europa occidental. Decisión controvertida, que creó disputas en el interior mismo del equipo Reagan ante el impulso de los militaristas del Departamento de Defensa, que dirige Caspar Weinberger, y los deseos de aplazar la decisión, que defendió el secretario de Estado, Haig.

También presionó Washington para que los países europeos de la OTAN ratificaran la decisión tomada en diciembre de 1979 (una vez más, en época de la Administración Carter) de instalar en la República Federal de Alemania, el Reino Unido, Italia, Bélgica y Holanda 572 misiles de alcance medio, Pershing II y Cruise.

Todo ello llenó el vaso que desbordó a los movimientos pacifistas europeos, manipulados por el oso desde el punto de vista de Washington, que desplegaron manifestaciones multitudinarias la carrera de armamentos.

Corriente que incluso contagió a miles de ciudadanos norteamericanos, quienes, apoyados por la Iglesia, comenzaron a denunciar en el interior de Estados Unidos los riesgos de una guerra nuclear, en manifestaciones nunca vistas desde la época de la guerra de Vietnam.

'Opción cero'

Una vez más, la habilidad política de Reagan, demostrada en varias ocasiones a lo largo de su primer ano de mandato, dio un vuelco a la tendencia, desarmando o, cuando menos, limitando el fenómeno pacifista. Lo logró al pronunciar, el pasado 17 de noviembre, un importante discurso de política exterior, donde planteó la denominada opción cero a los soviéticos. "Que la URSS desmonte sus misiles SS-20, y nosotros renunciaremos a la instalación de nuevos misiles de alcance medio".

Sobre estas premisas, rechazadas por la URSS porque no incluyen el potencial nuclear existente ya sobre territorio europeo y en los submarinos equipados con misiles, soviéticos y norteamericanos iniciaron el 30 de noviembre, en Ginebra, unas negociaciones para una reducción de armas nucleares en Europa. Conversaciones que continúan con el máximo secreto y pendientes de la espada de Damocles que los avatares de la política internacional -como, por ejemplo, Polonia- quieran darle en un futuro más o menos próximo.

Negociaciones START

De la marcha de las actuales negociaciones de Ginebra depende el renacimiento de las negociaciones SALT, rebautizadas START. Entre tanto, EE UU, por si acaso, continúa modernizando su arsenal a marchas forzadas bajo la batuta del presidente Ronald Reagan, que parece carecer de un no para todo lo que le pide el Pentágono.

Incluye también múltiples mejoras para la tropa de élite del Rapid Deployment Force, de nuevo creado por Carter y en vías de mejora con Reagan, cuya misión consiste en poder desplazar a 200.000 hombres y material bélico a cualquier parte del globo "donde peligren los intereses vitales de EE UU".

Orientada sobre todo a defender un eventual ataque a la zona de los pozos de petróleo del golfo Pérsico, la eficacia de las tropas norteamericanas dependerá del apoyo logístico que puedan encontrar en bases de países aliados en la OTAN o fuera de ella.

En una época de crisis económica, con casi nueve millones de personas en paro en EE UU, el Ejército, basado en voluntarios, es la única organización pública en EE UU que anuncia en la televisión puestos de trabajo. Reagan mejoró sensiblemente los salarios.

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