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La crisis polaca

Polémica en Alemania Occidental por la versión del viceprimer ministro Rakowski sobre los acontecimientos polacos

Una carta del editor Henri Nannen, de la revista alemana Stern, que tira cada semana dos millones de ejemplares, ha provocado una vasta polémica, en forma de cartas de lectores, en la que intervino un amplio espectro de personalidades, desde el canciller austriaco, Bruno Kreisky, al escritor italiano Alberto Moravia y el ex ministro británico de Asuntos Exteriores David Owen.

Nannen escribió en su revista que él conoce desde hace doce años al viceprimer ministro polaco Mieczyslaw Rakowski, que "nunca me mintió, y por eso me fío de lo que me contó en una conversación de dos horas en la noche de su visita a Bonn", el pasado 30 de diciembre.El editor de Stern resume en varios puntos su, conversación con Rakowski:

1. "La decisión de declarar el estado de guerra fue la última carta para salvar la soberanía polaca dentro del Pacto de Varsovia".

El Gobierno de Jaruzelski "actuó bajo su propia responsabilidad y no por orden de los rusos".

2. Las informaciones sobre torturas y malos tratos, así como las cifras publicadas sobre internados y muertos, son falsas.

3. El sindicato independiente Solidaridad podrá continuar su actividad "como representante independiente de los trabajadores, pero no como partido político de oposición", y también continuará el diálogo con la Iglesia católica.

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4. Los comunistas responsables de la miseria de Polonia serán procesados, y también "los que desde la clandestinidad provocan nuevas huelgas para endurecer la crisis económica y, en definitiva, provocar la intervención soviética".

Estas tesis de Nannen, producto de la conversación con su amigo Rakowski, provocaron un aluvión de cartas de prominentes lectores de la revista Stern.

Un socialismo humano

El escritor italiano Alberto Moravia escribe desde Roma que "en Occidente existen intereses por los que se quiere utilizar a Polonia como una especie de palanca para levantar el imperio ruso.Los rusos, por su parte, se sirven de Polonia como una especie de fortaleza contra un ataque del Oeste".

Moravia se pregunta cuál es el camino para que Polonia deje de ser objeto y pueda convertirse en fuerza portadora de su historia. La solución, para el escritor italiano, "sólo puede ser un socialismo humano, un ideal no sólo europeo, sino que abarque a todo el mundo".

El canciller austríaco, el socialista Bruno Kreisky, escribe en su carta de lector que "mientras dure la lucha del pueblo polaco contra sus opresores la simpatía por ellos debe tener prioridad del lado del pueblo que quiere más libertad".

Para Kreisky, Occidente debe elaborar su política en función del desarrollo "en y alrededor de Polonia", y "no asumiremos sin más señales norteamericanas, sino que haremos una política propia".

El escritor checo Pavel Kohout, que "reside en Viena porque las autoridades de su país le prohibieron regresar", se pregunta qué ocurre "si Rakovski miente", y aconseja a Nannen que revise en los archivos lo ocurrido entre 1968 y 1969, cuando un líder reformista checoslovaco aseguró que el proceso continuaba a pesar de la intervención de agosto.

Cuatro puntos de vista

Ese hombre, el doctor Husak, que echó del partido a un millón de comunistas, borró la reforma, diezmó la cultura y todavía hoy continúa con los procesos políticos".Kohout se pregunta si las palabras de kakowski no tienen la función de "limitar el choque de la izquierda de Alemania Occidental y de los liberales".

El ex ministro británico de Asuntos Exteriores y actual diputado socialdemócrata, David Owen, escribe que hablar de Yalta y olvidar la Conferencia de Helsinki "muestra una considerable falta de perspectiva histórica", y concluye que "la historia nos enseña que las libertades no serán ganadas ni mantenidas sin la disposición a pagar por ellas un precio adecuado y a ofrecer sacrificios".

El senador norteamericano Richard G. Lugar, presidente de la Subcomisión del Senado para Asuntos Europeos, dice que no sólo existe Yalta, sino también Helsinki. "La Unión Soviética reconoció ese acuerdo, y no es realmente hipocresía esperar que la Unión Soviética cumpla su palabra".

Para el senador, "es nuestra obligación reconocer los intereses soviéticos en el este de Europa en su realidad práctica, y nuestras decisiones deberán basarse sobre ello; pero no es tarea nuestra considerar razonable la perpetuación de situaciones. Esa es la tarea de los defensores del imperio ruso".

El democristiano alemán Norbert Bluem, ministro en Berlín Oeste, acusa a Nannen de confundir causas y efectos: en Polonia, los trabajadores van a la huelga "por la miserable situación económica", y pierden más tiempo en las colas que en las huelgas. Bluem dice que el artículo de Nannen da la impresión de que "los sindicalistas encerraron a los militares".

El secretario general del partido socialdemócrata, Peter Glotz, alaba al editor de Stern y ataca a los hipócritas que hacen creer que el Tratado de Yalta se borra con un discurso de domingo. Glotz dice que "si Jaruzelski fracasa, no vendrá Walesa, sino Breznev".

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