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El viaje de Calvo Sotelo, ocasión para rectificar la política española hacia Guinea

El mejor balance que se podría hacer al término de la breve visita a Guinea Ecuatorial del presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, es expresar la esperanza de que su viaje sirva para una rectificación efectiva de la forma en que se lleva a cabo la ayuda y participación española en el proceso de reconstrucción nacional que vive aquel pequeño país africano.Eso es lo que piensan buena parte de los cooperantes españoles residentes en Guinea, los empresarios que aguardan meses sin que sus planes y propuestas salgan de los despachos donde fueron entregados, y eso es lo que piden los funcionarios y diplomáticos españoles que viven de cerca la dura realidad guineana, y que venían contemplando con preocupación el estancamiento y deterioro de la cooperación hispano-guineana.

Eso es también lo que ha dejado entrever el presidente en sus discursos públicos y en sus conversaciones con periodistas. Calvo Sotelo ha dicho que su viaje de apenas veinticuatro horas a la ex colonia española, le ha sido más útil que muchos informes que puedan llegarle de los «expertos» en el tema. «España no ha permanecido ajena al esfuerzo de reconstrucción nacional ya realizado, y desea contribuir aún con más eficacia a ese empeño», dijo en un discurso ante el jefe del Estado guineano, coronel Teodoro Obiang Nguema.

El mensaje del jefe del Ejecutivo español ha sido claro y directo: «Estamos dispuestos a seguir ayudando a Guinea, pero a partir de ahora habrá que fiscalizar y controlar tal ayuda, con el fin de hacerla cada día más eficaz, más fructífera».

Y es que hasta ahora no puede decirse que la cooperación española haya dado los resultados que cabía esperar. Buena parte de la ayuda alimentaria ha acabado en el mercado negro o en manos de desaprensivos especuladores, y las partidas financieras apenas han servido para sacar a la Administración guineana del estado de bancarrota casi total en que se encuentra.

Corrupción y control

La prometida rectificación de la política española hacia Guinea debería comenzar con una serie de medidas que eviten la galopante corrupción en la ex colonia y con el buen uso de la ayuda de todo tipo que les puede llegar y que necesita desesperadamente. Y para ello se espera que en los próximos días, o semanas, el presidente Obiang Nguema acepte el nombramiento de una comisión de expertos españoles, adscritos a la Intervención General del Estado, al Banco de Guinea y al Ministerio de Economía, y que se encargarán de fiscalizar la ayuda española y de orientar la política monetaria, de elaborar un presupuesto y de programar una serie de medidas esenciales para el despegue de la economía guineana.El nombramiento de esos tres asesores fue acordado a mediados del pasado mes de noviembre, durante una visita a Malabo de una delegación técnica española, encabezada por el secretario de Estado de Economía, Agustín Hidalgo de la Quintana. Por parte guineana habrían existido reticencias para esa fiscalización por parte española. Pero, tras la entrevista de Calvo Sotelo con Obiang, los guineanos han recibido el mensaje, en forma de velado ultimátum, y finalmente aceptarán el plan.

Los tres técnicos españoles encargados de llevar a cabo la rectificación de la asistencia española probablemente serán Enrique Bernaldo, que trabajará en el Ministerio guineano de Economía y Comercio; Juan Antonio Gómez Millas, que iría destinado a la oficina de Intervención y Presupuesto, y Nicolás Hernández, que se encargaría de la reforma de la política monetaria desde el Banco de Guinea.

La deseable rectificación de la política española hacia Guinea debería contener una mayor firmeza, en todos los campos, por parte del Gobiemo de Madrid. Y en este sentído, entre las opiniones recogidas en Malabo por este enviado especial, entre cooperantes y miembros de la colonia española, había una queja unánime por el aparente «complejo colonialista» de las autoridades españolas en sus relaciones con la ex colonia, de lo cual están bien percatados los guineanos, y así lo demuestran algunos frecuentes incidentes entre las dos comunidades.

Brotes antiespañolistas

Las reticencias y brotes antiespañolistas en Guinea son especialmente palpables entre los integrantes del llamado clan de Mongamo, funcionarios originarios del pueblo de Macías y situados en puestos clave de la Administración antes y después de la caída del díctador.La mafia de Mongomo cuenta en sus filas con numerosos «expertos» adiestrados en Moscú, en China y en Corea, cuando esos tres países eran la guía y la admiración del dictador. En sus seis meses de adiestramiento, regresaban a Guinea con un título de médico, ingeniero o economista, y con todos los eslóganes revolucionarios, anticolonialistas y tercermundistas. Y ahora, desde sus posiciones en la Administración del coronel Teodoro Obiang, se resisten a colaborar en muchos casos con los cuatrocientos cooperantes españoles que trabajan en Guinea, produciéndose roces frecuentes, cuando no un sistemático boicoteo, responsable en buena parte de que la cooperación española hacia Guinea no haya avanzado más.

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