Incógnitas en torno al supuesto suicidio del primer ministro albanés
El hecho de que al disparo suicida que puso fin en Tirana el pasado viernes, a los 68 años, a la vida de Mehmet Shehu, primer ministro y brazo militar de Enver Hoxha, no haya seguido ninguna honra fúnebre, indica que la desaparición del organizador de las principales purgas albanesas no está exenta de conflictos.
Enver Hoxha pierde, a sus 73 años de edad, a uno de los dos puntales del régimen albanés, quedando él sólo como soporte histórico de una techumbre que, hasta la fecha, ha resistido a los vientos de la historia. Albania sigue siendo el único país oficialmente marxista-leninista-estalinista del mundo, ateo y con prohibición de aceptar créditos extranjeros.Mehinet Shehu hablaba muy bien español. Sus ademanes no eran lo elegantes que son los del dandy Hoxha, su "entrañable dirigente", como lo llamaba hace unas semanas. Fornido y de baja estatura, era ese hombre de granito que toda revolución tiene en sus filas. Alumno de la escuela americana de Tirana en su juventud, estudió en Nápoles el año 1932, en el Ejército de Mussolini, para partir a luchar en España del lado de la República con la Brigada Garibaldi. El año 1948 mandó encarcelar o matar a todos los titistas del comunismo albanés, ideológica y económicamente bajo la influencia de Yugoslavia. Enemigo irreconciliable de los vientos revisionistas y consumistas de la vecina Yugoslavia, el año 1975 liquidó a Beqir Baluki, ministro del Ejército, bajo los cargos de revisionismo prosoviético.
Es, sin, duda un dificil arte mantener en vida 36 años al único estalinismo no vergonzante del mundo, y la rudeza del general Shehu no hubiera bastado.
De ahí la simbiosis entre el militar esencial que fue Mehinet Shehu y el Hoxha, político y periodista educado en Francia y Bélgica, que se vio sometido en la guerra por haber desencadenado la revolución.
Pero ahora, en plena segunda época de ofensiva aperturista de Albania a tres países europeos (España, República Federal de Alemania y Reino Unido) de importancia para su economía, tras el rompimiento con China y el enfriamiento con Yugoslavia, con un Enver Hoxha sobre cuya salud se especula más que se sabe (habría sido tratado por médicos franceses), el momento escogido por Mehinet Shehu para desaparecer sin dejar rastro es extrañamente irresponsable. Quizá a eso se deba la ausencia de honras fúnebres, explicada en privado por "los recelos del pueblo albanés y su Comité Central hacia los suicidas".
En cuanto al proceso de establecimiento de relaciones diplomáticas con España, se ignora la posición que tenía Shehu al respecto, pero se sabe que algo se ha caminado en el proceso de tanteos diplomáticos entre Tirana y Madrid.
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