La España real
Estaba yo escribiéndole una carta de amor por las paredes a Ana Belén, y en esto que me llaman al teléfono:-Señorito -dice Manuela-, es la España real.
O sea, que me pongo. La España real se enrolla mucho y, por lo que voy viendo, no es la España de Suárez, ni la de Calvo Sotelo, ni la de Robles Piquer (que sólo es una España visual para mayores con reparos: yo le hago muchos reparos; tantos, que no la veo). La España real, por lo que voy deduciendo de su blablablá, que es un roneo demasiado, está como un poco a la derecha de Felipe González, como un poco a la izquierda de Fernández Ordóñez. O sea, como el gran anuncio que aquí sacamos, «tirantez de concepto». La España real, que es muy redicha y explicativa, me explicotea que a la «gran derecha» o pomada electoral no le inquieta la Prensa épica, sino la Prensa lúcida/lúdica, un suponer este periódico. Tampoco parece encam- anarle demasiado a la gran derecha de la movida electoralista la Prensa de la izquierda, de El Socialista a César Alonso de los Ríos, con ser tan listo, pues piensan que sólo la leen intelectuales miopes que se saltan la letra pequena (la más subversiva) porque se les cansa la vista, como a Trotski, que le partieron la vista con un hacha, por leer Mundo Obrero. La España real passa de Fragabarne y cree que lo tiene perdido en Andalucía:
-Se nos presenta en el hondo Sur con un loden. No sólo ignora nuestra real.idad sociológica, sino que ignora hasta nuestra realidad meteorológica.
Pero Fraga saca dinero real para su España irreal, lo saca de la Banca, no lo olvidemos, y siempre hay un financiero dispuesto a financiarle sus movidas de ingeniería social. Calvo Sotelo, según la España real, que se me ha colgado esta mañana del teléfono, es un póster marengo que aquí no vende un clavo electoral. Y Suárez, si se sube «a la trasera de las carrozas», como decían Cánovas/Sagasta (que eran los hermanos Quintero de la política y, como los Quintero, uno tenía la, cara del otro), Suárez, sigo, si se sube, cumplirá la charada de Marx/Ortega:
-La Historia siempre se repite, pero la segunda vez como farsa.
Landelino Lavilla, un arcángel de raya diplomática, puede parar las firmas con el don de lenguas, como los apóstoles. «Pero no va a los estrenos de Chejov», salta la España real. Don Leopoldo si que va a los estrenos de Chejov. Parece, no sé por qué, que el rojo/ruso Chejov, aquel Galdós moscovita que ya quisiera Galdós, soviético de antes del soviet, confiere un toque de distinción democrática a quienés lo escuchan a través de la deliciosa María José Goyanes y la asombrosa y sacerdotal María Asquerino. Don Felipe González, por la izquierda, tiene marcha rockera con el pueblo y el deustmarck alemán para imprevistos. O sea, unos gastillos navideños. Como el pecé/Carrillo está reestructurando su línea eurocomunista, el PSOE ya no puede robar muchos votos de ese lado, con lo que necesita aún más los socialdemócratas, radicales, independientes o lo que sea. Y aquí salen Ordóñez/Luis Seara, dos peatonales de la España real que son, por moderados, quienes más inquietan a la gran derecha. Como vedetona final, en su revisión a lo Addy Ventura, la socialdemocracia sacará a Tamames y la gran derecha a Antonio Garrigues-Walker, como un Fradejas con talento y con pegada tri.
La España real se enrolla un demasiado. Acción Democrática tiene ya hamburgueserías ideológicas en toda España. Son la opción natural y no abrasada, para muchos profesionales, intelectuales y progres con trenka. Y ya puestos, ¿a quién financia la Banca? «A nosotros, ni un duro», dice la España real. «Se me acaba la ficha, don Francisco». Piiiiiiiiii
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