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Epoca de feliz futuro

Este es el texto íntegro que Jesús Aguirre, duque de Alba, conde de Monterrey, leyó en la clausura de la III Academia Renacentista de Salamanca, celebrada en el palacio de Monterrey.

Es para nuestra casa un honor acoger a ustedes, esta tarde final de su cavilaciones renacentistas, en nuestro renacentista palacio de Monterrey. Estoy seguro de que no alimentan ustedes. en sus trabajos añoranza alguna, que es actitud endeble, de lo pasado, y sí, en cambio, nostalgia, dolor, por tanto, que procura la recuperación de un pasado cuya serenidad no es sino la cifra de un vitalísimo bullicio creativo.Jaspers exhortaba a «no someterse a lo pasado ni a lo futuro, ya que se trata de ser enteramente presente». En el presente se inscribe su Academia, puesto que es en el pasado, y no en lo pasado, en lo que empeña su talento, averiguando el futuro únicamente a través de las consecuencias que la tradición sugiere a la actualidad. Recibimos a ustedes en una casa que hemos heredado del siglo XVI y mantenido hasta esta fecha, en la cual, para que se mantenga tarribién en otras posteriores, está en curso una obra de restauración, patente en andamios y trebejos, obra que realiza en esfuerzo solitario este linaje de los Alba y Monterrey.

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La figura de Antonio de Nebrija, reivindicada como clave en la introducción del renacimiento en España

Si nuestro linaje se ha ennoblecido con virtudes culturales en el Renacimiento, el que estemos hoy aquí con ustedes es prueba de que no ha desmayado esa nobleza. Desde la relación de los Alba con Boscán y Garcilaso, con Passini y Navaggiero, con fray Luis de Granada y santa Teresa, con fray Severo, con De la Enzina y Diego Ortiz, hasta la que hoy nos enriquece con su compañía, hay muy poco trecho. La distancia cronológica la acortan ustedes con los coturnos, que no botas, del «amor intellectualis». El orgullo de mi mujer y mío se apoya hoy en constituir un caso del todo contrario al de aquel Warburton, inglés renacentista, a cuyo cuidado fueron encomendados más de cuarenta manuscritos de teatro isabelíno -doce obras de Massinger, cuatro del Ford, más una de Webster, por citar algunas-, de los cuales su cocinero hizo un uso inquisitorial avant la lettre: envolver con ellos los patés que engulliría su amo. En documentos, en cuadros y en edificios podemos hoy, señores, los Alba revivir nuestro renacimiento.

Si el nombre de una época tiene feliz futuro, es el de ésta que ustedes estudian. A cada día, a cada hora, le acecha siempre un renacimiento.

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