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La correspondencia inédita entre Manuel de Falla y Joaquín Rodrigo, publicada por la Fundación March

Homenaje de la entidad al autor del "Concierto de Aranjuez"

La edición de la correspondencia inédita entre Manuel de Falla y Joaquín Rodrigo y un concierto de obras de este último constituyen el homenaje que hoy, a partir de las 19.30 horas, tributa la Fundación March (Castelló, 77, Madrid) al autor del Concierto de Aranjuez, con motivo de haber cumplido los ochenta años. En el acto, Federico Sopeña, director del Museo Nacional del Prado y musicólogo, hablará sobre el compositor; el guitarrista José Luis Rodrigo interpretará cuatro obras de diversas épocas y estilo: En los trigales, Zarabanda lejana, Fandango e Invocación y danza, y la soprano Ana Higueras, acompañada por el citado José Luis Rodrigo, dará su versión del Romance de Durandarte y Coplas del pastor enamorado, sobre versos de Lope. Un catálogo de la obra completa de Joaquín Rodrigo y la mencionada correspondencia entre éste y Falla, sobre la que versa el siguiente artículo, completa esta conmemoración.

La amistad entre los dos compositores se inicia en Valencia, cuando el estreno de El retablo de maese Pedro, pero se estrecha en París. Tanto don Manuel como Rodrigo recibieron lecciones de Paul Dukas. En 1928, durante el concierto para celebrar la imposición a Falla de la Legión de Honor, interviene Rodrigo con la interpretación del Preludio al gallo mañanero. En ese mismo año comienza la relación epistolar que ahora ve la luz y en la que se evidencia tanto la admiración Rodrigo por don Manuel como la actitud generosa, dispuesta siempre a la ayuda, del maestro.Estimaba Falla el talento musical de Rodrigo y es preciso conocer su parquedad de expresión y su exacto medir de las palabras para valorar su juicio, por ejemplo, sobre la Zarabanda lejana y Villancico: «Con alegría recibo su bellísima Zarabanda, tan dignamente acompañada por el Villancico, música de mi predilección, por la que le felicito vivamente».

Las cartas de Rodrigo, enviadas desde París, traían hasta Granada el perfume y el ambiente de París, noticia de las actividades musicales y de los amigos músicos, que debían animar al maestro en sus horas de soledad. Falla ayuda a Rodrigo para la obtención de la beca Conde de Cartagena, y, más tarde, en plena guerra civil, cuando Rodrigo proyecta su instalación definitiva en España, realiza gestiones cerca de Sainz Rodríguez, Valdecasas, Tovar y Eugenio d'Ors.

Y lo que más importa, en una de sus cartas «da gracias al Señor por tener (en Rodrigo) un amigo cuyo corazón es de tan rara y fina calidad como su arte», y que «desea instalarse aquí (en España) definitivamente para terminar con esta vida nómada, tan opuesta a mi manera de ser».

Cuando muere Paul Dukas -en 1935-, la Revue Musical prepara un Tombeau en el que figuran páginas de Falla y de Rodrigo, y, más tarde, a la vista de las pruebas del libro sobre La música en España, de Gilbert Chase, advierte Falla que se dedica poco espacio a Joaquín Rodrigo, sobre cuyo concierto de guitarra ha leído un elogioso artículo de Gerardo Diego, publicado en La Nación.

Está ya don Manuel en la Argentina, adonde fue invitado por la Institución Cultural Española para tomar parte en cuatro conciertos, celebrados en el teatro Colón, de Buenos Aires.

Dos cartas inéditas

Aunque no supongan una contribución fundamental, me ha extrañado la no inclusión de dos cartas de Falla, una al conde de Romanones, como presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y otra a Joaquín Rodrigo, cuyo texto es el siguiente:

«Granada, 15 de diciembre de 1934. Excelentísimo señor conde de Romanones, presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid.

Muy distinguido amigo y presidente: Muy de veras agradezco a usted su carta, y tanto por lo que a don Joaquín Rodrigo se refiere, cuanto por su exacta comprensión del involuntario retraso que, tan a pesar mío, viene sufriendo mi ingreso oficial en la Academia.

Mucho también agradezco y me honra cuanto en nombre de la corporación usted me expresa, reiterándole mi vivo deseo de que las circunstancias sean favorables a la realización de mis firmes propósitos dentro del año próximo.

Sé que Joaquín Rodrigo ya ha presentado a la Academia su instancia con cuantos documentos deben acompañarla, aunque sigo ignorando en absoluto quiénes sean los demás solicitantes a las becas de la Fundación Cartagena. Me llena de confianza en tan valioso como agradecido ofrecimiento que usted me hace de transmitir a la sección de música las consideraciones que, en la persona de su ilustre presidente, me permití hacer a la Academia sobre las muy especiales circunstancias que desgraciadamente exigen del señor Rodrigo que solicite la beca en cuestión; único medio de seguir desarrollando su tan relevante personalidad artística y de no verse obligado a interrumpir trabajos de los que nuestra música será la primera en beneficiarse. Seguro estoy de ello.

Con anticipada gratitud se reitera de usted, señor presidente, su muy devoto amigo y compañero, que estrecha su mano, Manuel de Falla».

En la otra carta, dirigida a Rodrigo, don Manuel le da cuenta de sus primeras gestiones con el conde de Romanones:

«Granada, 22 de noviembre de 1934. Señor don Joaquín Rodrigo.

Mi querido amigo y compañero: Con toda devoción he cumplido su encargo, dirigiéndome al conde de Romanones como presidente de la Academia; única gestión posible dentro de las especiales circunstancias en que me hallo con respecto a la corporación, a causa del retraso de años que, desgraciadamente y en contra de mi voluntad, viene sufriendo mi ingreso oficial en la Academia».

«Mucho confío en el éxito de sus tan legítimos deseos, dado el brillante prestigio de su obra y la merecidísima simpatía que va unida al nombre de usted. Por mi parte, creo inútil asegurarle cuán de corazón lo deseo, así como lo mucho que me alegrará poder saber pronto que la crisis agrícola empieza a resolverse, y con ello, cuantas consecuencias pesan sobre usted en la actualidad. A Dios se lo pido con todo fervor.

Deseando estoy conocer sus nuevas obras, sintiendo hallarme tan lejos de Madrid para poder oír su poema sinfónico y gozar, una vez más, de su música.

Espero sus canciones con vivo interés. (Exacto su comentario al concurso fallado al peso...)

Reciban usted y su señora (cuyos pies beso) los mejores saludos de mi hermana y míos. Con ellos, va para usted un muy cordial abrazo de su siempre fiel amigo y compañero, Manuel de Falla».

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