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El pertinaz veto chino obligó a Kurt Waldheim a retirar su candidatura a la reelección como secretario de la ONU

Kurt Waldheim retiró ayer su candidatura a un tercer mandato como secretario general de las Naciones Unidas, cargo que ha ejercido durante los últimos diez años. Aunque la mayoría de los países que componen el Consejo de Seguridad de la ONU apoyaba a Waldheim en su intento de ser reelegido, la República Popular China le ha vetado, una vez tras otra, en las dieciséis votaciones celebradas hasta ahora.

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La decisión de Waldheim, explicada en una carta enviada el jueves por la tarde al propio Consejo, deja al ministro de Asuntos Exteriores de Tanzania, Salim A. Salim, como único candidato a ser elegido nuevo secretario general de las Naciones Unidas. Estados Unidos, otra de las potencias con derecho a veto, se opone a que el tanzano suceda a Kurt Waldheim."El Consejo de Seguridad ha dedicado varias reuniones a cumplir con la responsabilidad, que le encomienda la carta de la ONU, de elegir un nuevo secretario general, pero hasta ahora no ha podido llegar a un acuerdo sobre el nombre que debe proponer a la Asamblea General. En estas circunstancias, y a Fin de facilitar la tarea del Consejo, solicitaría que mi nombre no sea incluido en las votaciones que se celebren a partir de este momento. Formulo la solicitud en el mejor interés de la organización, con la que sigo enteramente comprometido", señaló Waldheim en su mensaje.

Los quince miembros que componen el Consejo de Seguridad de la ONU no han logrado, en las dieciséis votaciones celebradas, escoger entre Waldheim y Salim, los dos únicos candidatos, para proponerlo a la Asamblea General como nuevo secretario de la ONU. Para ser elegido hace falta obtener un mínimo de nueve votos (sobre quince posibles), y que ninguna de las cinco potencias con posibilidad de veto (Francia, Reino Unido, Estados Unidos, Unión Soviética y la República Popular China) ejerza ese derecho.

En las dieciséis votaciones realizadas, Waldheim ha obtenido siempre más votos que Salim, y habría sido reelegido de no ser por el veto de la República Popular China, para la cual, el austríaco "ya ha tenido bastante honor durante diez años, y ha llegado la hora de que su puesto lo ocupe un representante del Tercer Mundo".

Por su parte, Estados Unidos veta al candidato tanzano, Salim A. Salim, por considerarlo ideológicamente inaceptable. El ministro de Asuntos Exteriores de Tanzania fue embajador de su país en Cuba, y presidente del Comité de Descolonización de los 24, dentro ya de la ONU. Según la Administración Reagan, Salim es "marxista-leninista, prochino y prosoviético".

Terceros candidatos

La retirada de Waldheim como candidato no ha aclarado el panorama de la elección de un nuevo secretario general de la ONU, dada la firmeza de la negativa norteamericana a aceptar a Salim. Los observadores de las Naciones Unidas especulan con la posibilidad de que se presenten terceros candidatos que permitan salir del actual punto muerto.

Entre los nombres que se barajan figuran los del príncipe Sadrudin Aga Khan, ex alto comisionado de la ONU para refugiados, y Jorge Castañeda, ministro de Asuntos Exteriores de México.

El príncipe Sadrudin, nacido en Francia, educado en Harvard, y de nacionalidad iraní, es considerado con más posibilidades que Castañeda, a quien el bloque soviético considera como "demasiado próximo a la influencia de Estados Unidos.

En los últimos días han aparecido también los nombres de tres diplomáticos latinoamericanos como posibles candidatos de compromiso: el ministro panameño de Asuntos Exteriores, Jorge Illucea, el peruano Javier Pérez de Cuéllar, ex secretario adjunto de la ONU, y el argentino Carlos Ortiz Rozas.

Otra posibilidad con la que especulan los observadores de las Naciones Unidas es que Waldheim y Salim propongan repartirse el mandato, y cumplir dos años y medio cada uno, o dos uno y tres otro, y que así convenzan a China y Estados Unidos para que no ejerzan su derecho de veto. Pero tanto Washington como la Unión Soviética, Francia y el Reino Unido, no han recibido la idea con entusiasmo, sino más bien con una actitud contraria.

Waldheim, diplomático de vieja escuela, dijo en una ocasión que "el cargo de secretario general de la ONU es, a la vez, uno de los más fascinantes y uno de los más frustrantes que existen en el mundo". Vestía siempre un traje oscuro de tres piezas, con calcetines y zapatos haciendo juego, y una discreta corbata, y bromeaba con sus interlocutores: "Cómo me gustaría llevar puestos esos colores".

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