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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Gran versión de "Judas Macabeo", de Haendel

El trabajo continuado de dos grandes coros profesionales -el Nacional y el de RTVE-, más las visitas de acreditadas y hasta célebres formaciones nacionales y extranjeras, han permitido al público madrileño escuchar, durante los últimos años, buen número de cantatas y oratorios de todo estilo. Entre otras cosas, ha sido posible que Haendel deje de ser -casi en exclusiva- el autordel Alesíasy, en mayor o menor medida, se divulgan Saúl, Israel en Egipto, Sansón o Judas Macabeo.

Odón Alonso, en su concierto al frente de la Orquesta y Coro Nacionales -con la colaboración de la Escolanía de César Sánchez- ha dado al público del Real una rigurosa y emocionada versión de Judas Macabeo, oratorio de tipo heroico, pero en el que Haendel pulsa las muy diversas cuerdas de su sentir y su hacer; en definitiva, todos los registros que componen el oratorio barroco en su plenitud y en el que se funden lo que Stricker ha denominado «teatro de la vida interior» y el fasto conceptual y sonoro de la representación. Todo ello expresado a través de esa agitación continua, de ese movimiento creador de movimiento capaz de asumir incluso las contradicciones sustanciales de lo barroco de las que tanto hablara y escribiera Eugenio d'Ors.

Orquesta y Coro Nacionales

Solistas: S. Amstrong, F. Kimm, G. Hargreaves y, K. Lewis. Director: O. Alonso.Teatro Real. 13 de noviembre.

Soprano de excepción

Contó Odón Alonso con una soprano de excepción en el género oratorial: Sheila Armstrong, cuyas intervenciones se erigen en puro magisterio de hondura, gracia y nobleza de estilo. El resto del cuarteto, de considerable mérito, pero, sobre todo, bien habituado y enterado de lo que es cantar Haëndel, lo componían Fiona Kimm -de tan bello color vocal- Keith Lewis, quien sobre la materia impone una dicción de fuerte impostáción teatral, y el bajo Glenville Hargreaves, de voz pastosa y andadura ágil.

El Coro Nacional -preparado por José de Felipe- se mostró afinado y dúctil y -como la orquesta- entregado a un hacer buena música que iba desde la calidad del sonido (nunca desbordado) hasta la corícienciación dramática. Exito largo para todos, incluido el organista Luis Elizalde y los solistas de instrumentos especiales. Y muy particularmente para Odón Alonso en su reaparición -pasados muchos años- al frente de la Orquesta Nacional.

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