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El yugoslavo Rajko Grlic ganó el premio de la II Muestra de Cine Mediterráneo

"Quartet", de James Ivory, ganó el premio especial del Íurado

El yugoslavo Rajko Grlic, director de Samo Jednom se Ljubi (Sólo se ama una vez), recibió de manos del presidente del jurado, Ricardo Muñoz Suay, el gran premio de la II Mostra de Cinema Mediterrani, que se clausuró el último domingo. La pequeña escultura, obra en metal realizada por el valenciano Andreu Alfaro, especialmente para el certamen, premiaba «la gran perfección cinematográfica con que la película expresa los problemas del hombre ante el abuso del poder y refleja las contradicciones de la lucha antifascista a través de una inquietante historia de amor».

La historia se ubica en los primeros años después de la segunda guerra mundial. El protagonista Tomislav, interpretado por Pedrag Manojlovic, que recibió una mención especial «por la gran capacidad profesional con que transmite al mismo tiempo la alegría de vivir y el profundo malestar de asumir la inquietante representación de su propio mito», es un hombre joven partisano en tiempos de guerra, que se ha unido en tiempo de paz a la división especial de la milicia e intenta vivir una apasionada historia de amor, sin conscauirlo.«Es una película que pone de manifiesto que en ocasiones es más difícil vivir en la paz que en la guerra», comentó a EL PAIS el director premiado. destacado representante de los jóvenes realizadores de Yugoslavia. «Habla de un hombre que tiene más problemas en tiempo de paz que durante la guerra, intenta cambiar, pero él siempre fue de criterlos rígidos, v por ello se convierte en un inadaptado. No puede aportar decisiones como hacía durante la guerra. Vivir es más complicado que hacer la guerra». Grlic se confiesa gran admirador del cine de Luis Buñuel, Luis Berlanga y Carlos Saura.

Para el presidente de la muestra, Vicent Garcés, concejal socialista del Ayuntamiento de Valencia, organizador del certamen, la película premiada «muestra las constantes contradicciones entre lo personal ni lo colectivo en un tiempo en que Yugoslavia alababa todavía oficialmente a Stalin. El protagonista llega a la ruptura final suicidándose, ante la imposibilidad de resolver este conflicto en aquel momento». También considera que aunque el tiempo histórico del largometraje es la primera época de la reconstrucción yugoslava de Tito, es un producto cultural representativo de los deseos de la nueva generación de aquel país «por romper esquemas rígidos y abrir la sociedad civil a la persona humana».

El Jurado acordó por mayoría conceder el premio especial a Quartet, de James Ivory, por «la recreación cultural de una situación pasada, aunque no extinguida, de una mujer mestiza procedente de un ambiente considerado socialmente inferior y que por sus condiciones personales se ve inserta en un mundo que no le corresponde».

El tercer premio quedó desierto, y menciones especiales merecieron Uomini no, de Valentino Orsini; La batalla de Tagrifi, del libio Ayad Dreza, La batalla del porro, de Joan Minguell; Ign as Sabil, del marroquí Mohamed Abderrahmane Tazi; La dama de las camelias, de Mauro Boloemni, y Les jeus de la comiesse Dolingen de Gratz, de Catherine Binet. La mención de interpretación femenina recayó en Isabelle Adjani, por su trabajo en la película Quartet.

Un mercado comercial

La segunda edición de la Mostra ha permitido marcar un punto de inflexión en su desarrollo, porque su consolidación está fuera de dudas. El hecho de transformarse en certamen con premios, ha permitido que figurase con el puesto séptimo en la lista de festivales del Ministerio de Cultura, que se ha comprometido a subvencionar el certamen con dos millones del total de quince que supone su presupuesto.En este sentido se pretende reforzar, aún más, este aspecto competitivo para atraer a distribuidores y productores en busca de futuros éxitos de taquilla y de producción surgidos al calor de las nuevas cinematografías que están realizando los países ribereños del Mediterráneo. «Establecer un mercado del cine a corto plazo es posible en la Mostra», asegura Vicent Garcés. «Al concurrir aquí cinematografías no comerciales, en Valencia se puede producir, como ya ha ocurrido este año con el cine yugoslavo Y árabe, el espacio de contacto entre realizadores y distribuidores».

Por otro lado, el ámbito que abarca la Mostra ha quedado delimitado al eliminar aquellos países que, aunque no fuesen mediterráneos, perteneciesen al tronco de las lenguas románicas. «Nos hemos especializado, tenemos un espacio propio, diferente al de otros certámenes», afirma el socialista Garcés. «A excepción de Israel y Albania, todos los países mediterráneos han enviado amplias delegaciones. Hemos seguido con el objetivo de ofrecer una retrospectiva, este año dedicada a Cifesa, y al mismo tiempo homenajear a una figura del cine y editar publicaciones sobre cine. Todo ello, esta consolidación de la iniciativa que impulsó el proyecto, ha permitido que este año pasaran por la Mostra 32.000 espectadores, tres veces más que el pasado año». Finalmente, para evitar que sea el certamen del PSOE mientras ocupa la mayoría de escaños en el Ayuntamiento de Valencia, se va a crear la Fundación Municipal de Cine, corno ente autónomo y público, «al margen de los avatares políticos de la Corporación», asegura Garcés, que gestionará, el certamen.

La obra de Berlanga

Luis García Berlanga no ha faltado a las dos ediciones del certamen. El pasado año su obra fue el eje central de la retrospectiva. Por ello sus opiniones sobre los resultados de la muestra reflejan el juicio de un experto. «He encontrado mejoras sensibles en aspectos como la depuración de parcelas en las que la pasada edición adolecía de una excesiva división», comenta el realizador valenciano. «Yo creo que esa es la línea, ir hacia un tema monográfico». Sobre si la mediterraneidad es un eje temático suficiente, Berlanga manifestó: «Yo siempre me estoy definiendo como un hombre mediterráneo y sería una contradicción no creer en ese esquema lúdico de la vida, que forma parte de la cultura mediterránea y de mi propia sensibilización. Pero, por otra parte, como no creo más que en la biología, y somos un pueblo mezcladísimo, es difícil decir que se es enteramente mediterráneo, o castellano, o judío. Aunque me defino como mediterráneo, no tengo gran entusiasmo por la existencia en mí de esa cultura mediterránea».

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