Jacqueline Picasso y los amigos del pintor describen al artista en la última película de Luis Revenga
El largometraje será estrenado hoy por Televisión Española
Televisión Españolla se suma hoy a los actos del centenario del nacimiento de Pablo Pícasso con un programa especial que se emitirá por la primera cadena (a las seis de la tarde), en el horario habitualmente reservado al musical Aplauso. No sólo la personalidad de Picasso, sino también la calidad de esta película -que el director Luis Revenga comenzó a rodar en 1979-, son merecedoras de un horario más digno que el adjudicado por los responsables de Televisión. Tal y cómo lo han programado, el documental Picasso se ha convertido en un bocadillo, embuchado entre un cuarto de hora de Dibujos animados (cuyo contenido desconoce la propia Televisión), por encima, y el degradado concurso Lápiz y papel por debajo.
El repique de unas campanas -«porque las campanas anuncian en los pueblos cualquier acontecimiento», dice Luis Revenga- y la imagen de la plaza malagueña de La Merced -donde la truca del cine funde el vuelo de las palomas y sus palominas en el año, 1881 yen el mismo sitio en que nació Picasso- son él prólogo de este largometraje y documental, que ocupará un puesto de honor en la extensa filmografía sobre el pintor español.El programa Picasso ha sido producido por el Centro de Producción de Programas Institucionales (antes denominado No-Do), organismo adscrito a RTVE, y dirigido por el toledano Luis Revenga. Un hombre, que sigue considerándose «director maldito» -su primer largometraje, Mañana en la mañana (1966-1967) nunca se estrenó por problemas de censura; dirigió más tarde Crisis (1968) y Caperucita y roja (1975)- en un país donde los directores de cine, como él dice, se dividen en dos clases: «Los que al menos han dirigido una película y los que quieren dirigirla».
«He contado lo que a mí me gustaba saber de Picasso Y lo que creo que a los espectadores les gustaría saber», afirma Luis Revenga. «Para ello fui tirando de tres hilos: las biografías, las referencias y datos estéticos y culturales, y los testimonios». El resultado es un documental denso, donde se narra la biografía del artista y su producción, con filmaciones originales, y el testimonio de quienes le conocieron y vivieron con él, que aportan datos y anécdotas inéditos o muy poco conocidos. Luis Revenga se permite incluso la licencia de «propuestas visuales», tras un minucioso estudio del autor y de la obra, mediante el recurso a cierres en ojo de gato, como en el cinemudo -el Charlot de la época muda era el cine preferido de Picasso, y Chaplin interpretó su personaje en un hotel de París a petición del pintor- para insinuar que un fragmento del Guernica, por ejemplo, posiblemente se inspira en la escena de una madre y su hijo asesinados en el bombardeo, tal como aparecen en un documental que fue exhibido en París inmediatamente después de la matanza.
Luis Revenga propone también algún que otro homenaje al cine de siempre. Así, la filmación del Guernica en el MOMA es una reproducción exacta del Guernica que el gran documentalista Flaherty nunca llegó a concluir, y cuya cinta sin montar conserva el museo neoyorquino. La historia del Picasso, el cuarto largometraje de Revenga, tendrá que ser estudiada, con el tiempo, por los filmólogos, dada la riqueza de sus imágenes, las peripecias de su rodaje y el valor testimonial que encierra.
Esta película, cuyo principal mérito es el sello de garantía y autenticidad de las imágenes y testimonios, suscitará en los telespectadores más sensibles la impresión de que Picasso y su obra siguen vivos y forman parte, al menos, de la memoria colectiva. La imagen más emocionante de todas es, sin duda, la de Jacqueline, la última mujer del pintor, el último refugio de su cosmopolita transmigración femenina, el ser más picassista de cuantos existen.
Jacqueline, traspasada de Picasso
Jacqueline, traspasada de Picasso, desgastada y no envejecida, como precisa Revenga, de tanto amor a Picasso, cubierta de felicidad intangible, sólo quiere decir: «Mañana me casaré con él y él se casará conmigo». Revenga le llevó a Jacqueline vinos de Galicia, Málaga y Cataluña y una larga carta de once folios en los que explicó que la suya quería ser una película de amor a Picasso. Jacqueline le recibió en aquel lugar donde siempre hay «rosas frescas y ternura» para Picasso: el castillo de Vauvenargues, al pie del monte que pintaba Cézanne. Allí, detrás de Jacqueline, mediante un efecto de encadenado reposó durante diez días el cuerpo de Picasso -igual que el Guernica esperó en el Casón del Buen Retiro antes de que se le construyese la definitiva hornacina-, mientras se abría su tumba en el jardín del castillo, que también se convertirá en museo de Picasso, y donde Jacqueline está todos los 8 de abril. Encima de las dos tumbas, la de Picasso y Jacqueline, hay una estatuta, Mujer con ánfora, que siempre que hay sol, recibe luz en los ojos a las cinco de la tarde.El testimonio de Jacqueline es prolongado por Camarón de la Isla, que canta una nana gitana de García Lorca, la misma nana que Jacqueline cantó tantas veces a Picasso para animarle a comer y a seguir viviendo en los momentos últimos. Otro documento tan estremecedor como el de Pepa Flores, Marisol, que por primera vez canta gitano -«porque le gustaría a Picasso añade Revenga-, sobre texto de Alberti -«de azul se arrancó el toro en el toril»- con música de Pachón, con las guitarras de Pata Negra y acompañada de imágenes de Picasso en la corrida.
El actor Femando Rey seleciciona y monta planos en la moviola, hace la película de Revenga y es el hilo conductor del inmenso ovillo. El actor introduce a los 31 testigos del documental sobre el poema de Alberti Los ocho nombres de Picasso y sobre la música de Paco de Lucía.
Los fotógrafos David D. Duncan -«hice casi 50.000 fotos de Pablo», dice- y Gyenes cuentan sus primeros encuentros con el artista. Y Joan Miró narra cómo la madre de Pablo le enseñó en Barcelona aquellos grafismos pintados con la brocha de afeitar sobre el espejo. Jorge Guillén se detiene en el Picasso inventor, y Camarón de la Isla lanza otro quejío sobre el Guernica, mientras a modo de rayos X se muestra cómo Picasso eliminó del cuadro la primera idea del puño en alto cerrado para que el lienzo no tuviese ninguna connotación de venganza.
José Bergamín, emocionado, con la risa en los huesos», en palabras de Revenga, se mira en la pared: «Soy una sombra, parezco una sombra y lo soy». Bergamín se siente llamado por su admirado Picasso y asegura que, como decían los filósofos y teólogos de la Escolástica, del siglo XVI, la obra de arte es tanto más peligrosa cuanto más para es. «La obra de arte es un artefacto, y el Guernica es un artefacto explosivo», sentencia Bergamín.
J. Gaspar cuenta que Picasso rompió en su presencia la carta del ministro francés del Interior que le invitaba a adoptar la ciudadanía gala. El poeta malagueño Alfonso Canales le evoca desde la plaza de La Merced y el poeta y antropólogo surrealista Michel Leiris se niega a aparecer en imagen y acepta, al final, hacer una declaración con la condición de que sea oída por Miró. Y Miró pega, feliz, el oído al magnetófono. Salvador Dalí, enfermo cuando se rodó su intervención, se limita a decir de Picasso: «Era el prototipo del anarquista ibérico».
El torero Luis Miguel Dominguín cuenta cómo su hijo Miguelito (Bosé), cuando tenía tres años, se coló en el estudio del pintor y éste, ante el estupor del padre, le consintió que garabatease sobre un desnudo de mujer. Picasso le dijo a Dominguín: «Todo sirve en la vida. Depende de la imaginación». Y el pintor transformó al instante el desnudo, corregido por Miguelito, en un caballo. Tàpies posa, igual que Picasso para la película de Clouzot, a través del cristal.
Claude y Paloma recuerdan de su padre, «abuelo de todo el mundo», su afición por los animales -la historia de una rana que escapó del recipiente de cristal durante una corrida- y el enfado de la hija porque el padre le pintó de colores las alpargatas blancas apenas estrenadas.
Para Camilo José Cela, Picasso «fue como Leonardo da Vinci. Era una fuerza de la naturaleza». Cela le recuerda «desnudo como un cachorro», durmiendo al sol del Mediterráneo, mientras le entraban y salían palomas por la ventana. «El era un bárbaro», comenta Cela, «era algo absolutamente ejemplar».
Babelia
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