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Tranquilidad en Rabat sobre Ceuta y Melilla

La exclusión de Ceuta y Melilla del acuerdo de adhesión a la OTAN que, eventualmente, firmará España ha sido acogida con un cierto alivio por la Prensa y los medios oficiales marroquíes. Como expresión de ese sentimiento, el diario del partido gobernante, Al Magrib, titulaba que «la oposición de Pérez-Llorca a la mención explícita de las dos plazas en el protocolo de adhesión es síntoma de una cierta flexibilidad de España». Por otra parte, el diario comunista Al Bayane afirmaba que Marruecos es parte concernida en dicha adhesión, dado que ésta atañe a la seguridad de circulación marítima en el estrecho de Gibraltar.

Durante el mes de septiembre, la confirmación de que el actual Gobierno de UCD iba a presentar la candidatura de España al Pacto Atlántico había causado cierta emoción en Marruecos y no pocas críticas en la Prensa. Uno de los efectos más importantes de esa emoción había sido la reactivación de la reivindicación de Ceuta y Melilla.

La decisión de España se veía como una triple amenaza. Primero, porque se entendía que la inclusión de Ceuta y Melilla en el pacto confirmaría el actual statu quo de esas dos provincias españolas, cuya hispanidad, como es sabido, se pone en tela de juicio en Rabat. Segundo, porque la OTAN debería defender a España en caso de una hipotética guerra con Marruecos, y tercero porque, en caso de conflicto mundial, dos ciudades enclavadas en el área geográfica marroquí serían susceptibles de represalias que, indudablemente, alcanzarían a las aglomeraciones marroquíes vecinas, de una proximidad con Ceuta y Melilla que roza la promiscuidad.

El secretario de Estado para Asuntos Exteriores, Joaquín Ortega, durante su visita a Rabat en septiembre último tranquilizó, al parecer, a las autoridades marroquíes a ese respecto, y anticipó que Ceuta y Melilla no estarían englobadas en el proyecto español de adhesión a la OTAN.

Marruecos debe negociar con España

La rotunda reafirmación del carácter español de Ceuta y Melilla formulada con posterioridad por el ministro de Defensa, Alberto Oliart; las manifestaciones del teniente general Alfaro Arregui sobre la españolidad de las plazas en cuestión y su inclusión en el pacto militar, y la reciente agarrada verbal en la ONU entre el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Mohamed Bucetta, y el delegado permanente de España ante ese organismo, Jaime de Piniés, han sido interpretadas erróneamente en Marruecos como gestos destinados a edulcorar para la opinión pública la decisión, por entonces ya tomada, de excluir a Ceuta y Melilla del proyecto español de adhesión.Esa interpretación oficial y privada no impidió, sin embargo, que el diario comunista Al Bayane expresara en un editorial, hace unos días, que «la determinación mostrada por el Gobierno de Calvo Sotelo (a propósito de Ceuta y Melilla) exige que el Gobierno marroquí actúe no sólo en el plano verbal, sino en el de los hechos, como respuesta a las aspiraciones de nuestro pueblo de recobrar la soberanía de Ceuta y Melilla y llevar al Gobierno de Madrid a abrir rápidamente negociaciones».

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