España no necesita a la Alianza
Antes de la crisis del 23 de febrero se podía mirar con cierta asepsia la cuestión del ingreso en la OTAN. Tenía sus atractivos tal postura. No en el ámbito internacional, de donde España está ausente quizá desde cuarenta años atrás, o quizá desde siglo y medio. Pero desde el punto de vista interno era la vía más directa y corta para dar solución al más grave de los problemas de la democracia y de la unidad interna de los españoles: la disfunción de las Fuerzas Armadas.Un problema cuyo origen hay que situarlo en las guerras carlistas, liquidadas ambas con el audaz método de incorporar los oficiales enemigos al escalafón propio. El genio administrativo suplió el vacío de genio estratégico. Después..., el diluvio. Diluvio que adquirió caracteres apocalípticos a partir de 1939.
Qué hacer con un hipertrofiado instrumento militar, con cerca de 100.000 oficiales y suboficiales, ha sido una de las incógnitas de los primeros Gobiernos de la Monarquía. Lo ordinario es que la función cree el órgano. Pero no es raro, en la historia de la humanidad, que haya sucedido lo contrario. Y este podría ser uno de estos casos.
El escenario era sencillo: España se incorporaba a la OTAN, y bajo la presión, y con el control de tal organismo supranacional, se desarrollaban las inevitables reformas de la institución militar. Reformas técnicas, pero que, al decir de un co 'mpañero de armas, ca7 pitán de Infantería y profesor deHistoria en la Universidad de Barcelona, inevitablemente eran siempre reformas políticas.
Quedaba a un lado la cuestión del honor y la caballerosidad de los españoles a nivel internacional. Pero es un nivel en que tales esquemas no funcionan: cada país sirve sus propios intereses. Por ello se podía olvidar que España se convertiría en aliada completa del más poderoso puntal de la dictadura de los cuarenta años: Estados Unidos. Y, en consecuencia, enemiga convencional de la nación que más apoyo había prestado a la democracia de 1931 en su lucha contra el fascismo: la Unión Soviética.
Pero después de la fatídica fecha del 23 de febrero este escenario ya no es válido. Una frase desafortunada: «Es asunto interno de España», pronunciada por el jefe de la diplomacia americana, ha indicado ingenuamente que a, los intereses de EE UU responde antes un Estado dictatorial o una democracia frágil que unas libertades políticas consolidadas.
Y esto no sólo en España, sino en Chile, Argentina, Guatemala, El Salvador y en todos los países hermanos, como lo ha expresado sin ningún pudor ese otro gran personaje siniestro de la Administración americana, la embajadora en la ONU, señora Kirkpatrik (a la que es perfectamente verosímil imaginar entrando en la Asamblea General de las Naciones Unidas con un pistolón, gritando: « iSe sienten, coño! »).
Sorprendente paradoja: que España sea una democracia sirve a los intereses de 14 URSS. Que España sea una dictadura (o casi) sirve a los intereses de Estados Unidos. El reverendo Charles Dodgson, más conocido en la historia de la literatura por su seudónimo de Lewis Carroll, no hubiera ideado una situación más disparatada para su Alicia al otro lado del espejo. Falta saber sólo cuáles son los intereses, de los españoles.
El enemigo principal
Para muchos españoles ha quedado la convicción de que la OTAN no favorecerá la reforma ,militar. No interesa tanto la cooperación del Ejército, de la Armada y de la Fuerzas Aéreas españolas (como tampoco interesan las portuguesas, en absoluto, ni las italianas, sino sólo en cierta medida) como la gran retaguardia estratégica que es la Península Ibérica, con sus puertos, con sus bases navales y aéreas, con sus futuros depósitos de material militar predesplegado, y con sus campos de tiro en Las Bardenas y en el Teleno.
Contrariamente, en Bruselas (o" más bien, en Washington) interesa que las Fuerzas Armadas conserven su actual configuración, y, por tanto, su presente rol en la situación política española.
Un folleto de gran difusión titulado ¿Por qué la OTA N? Diez razones para la integración de España yerra en casi todos esos puntos, especialmente en el más sensible, el número diez, titulado Factor de estabilidad Porque el día que los «poderes fácticos» (según la frase acuñada en el Parlamento), o «el enemigo principal» (según la denuncia de Fernando Savater), dejen de amenazar, los partidos de la oposición, espontáneamente contrarios a la OTAN, se harán con el poder. y lo ejercerán sin ningún condicionamiento.
Es excesivo pedir a la generosidad de la Alianza Atlántica que, en contra de sus intereses, anule la amenaza de los «fáctico-principales». Y es, por tanto, un viaje para el que no se necesitan alforjas de ninguna clase. No suceda como en el chascarrillo del tullido que se precipita escaleras abajo, en el santuario milagroso, e implora a gritos mientras cae.: « iVirgencita: que me quede como estaba!». Lo que podría ser el esquema «pos-OTAN».
Tres años atrás, el autor publicó un artículo en estas mismas páginas bajo el título La OTAN no nos necesita. Hoy queda completado: no necesitamos a la OTAN.
Otrosí
Aunque se sale de la estructura y la finalidad de este trabajo, se hace difícil no contestar a una de las más destacadas sandeces contenidas en el folleto, de los diez puntos antes reseñado. Figura en el número tres, entre paréntesis: («Suecia gasta más de cuatro veces más en defensa por habitante que España»). Como todas las verdades a medias, es una gran mentira. Debe completarse así: a) Suecia gasta diez veces más que España, por habitante, en chuletas de Avila, y veinte veces más en vacaciones de verano en Grecia, Italia y Tunicia. b) Suecia está bajo amenaza del «enemigo convencional» (la URSS) mucho más de cuatro veces España, pues cae todo su territorio dentro del radio de acción de absolutamente todos los aviones de combate rusos., y de las flotas del Báltico y Murmansk (ésta, la más poderosa), mientras que acá sólo llegan los Backfire (ni siquiera lo hacen los Fencer, que es el siguiente avión amenazante sovíético) y algún que otro navío del escuadrón del Mediterráneo (lo más débil de la flota rusa). c) La defensa de Suecia ha sido citada por los británicos como modelo de economía: se han asombrado los expertos de la RAF de que los suecos sean capaces de mantener operativa una flota de 430 aviones de combate con sólo 9.800 hombres; la mitad, reclutas anuales. La RAF, para 713 aviones de combate, necesita ¡casi 90.000 hombres y mujeres! (estos datos también son engañosos: la RAF cuenta con una importante flota de transporte aéreo y helicópteros y mantiene bases en toda Europa, Hong Kong, Caribe, etcétera). Los mismos datos para España son: 38.000 hombres para 177 aviones de combate. Más caro que el Reino Unido y Suecia.
es comandante de Ingenieros.
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