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La "cumbre" de la Commonwealth critica la política económica de Estados Unidos

Andrés Ortega

La cumbre de la Commonwealth concluyó ayer en Melbourne (Australia) con los líderes de 41 países, estupefactos ante el asesinato del presidente egipcio, Anuar el Sadat, apelando por una paz duradera en Oriente Próximo. La Commonwealth criticó la política económica de Estados Unidos y pidió un nuevo relanzamiento del diálogo Norte-Sur. La cumbre, de una semana de duración, estuvo, sin embargo, dominada por la cuestión de Namibia.La cuestión de Oriente Próximo volvió a tomar una urgencia prioritaria con la noticia de la muerte de Sadat. El comunicado final subraya que "una solución justa y duradera debería basarse en las pertinentes resoluciones de las Naciones Unidas y en el reconocimiento de los derechos del pueblo palestino, incluido el derecho a una patria".

Lo más discutido en Melbourne fue el tema surafricano. "Si las conversaciones sobre la independencia de Namibia fracasan", declaró lord Carrington, ministro británico de Asuntos Exteriores, "se podría llegar a una guerra sangrienta que destruiría el territorio". La Commonwealth acordó que se intesifiquen los esfuerzos en el grupo de contacto de cinco países en las Naciones Unidas para llegar a una independencia del Africa del suroeste (Namibia), criticando la actitud surafricana, que ha abortado los pasos que se han dado hasta el momento sus amenazas y violencia contra la integridad territorial de los países de Africa del Sur, especialmente después de sus recientes incursiones en Angola.

Los representantes de la Organización Popular del Africa del Suroeste (SWAPO) se mostraron, sin embargo, recelosos en Melbourne del papel de Estados Unidos en este proceso. El presidente Shangari, de Nigeria, criticó muy especialmente la política norte americana en esta región del mundo. La propia Margaret Thatcher, primera ministra británica, señaló que le encantaría ver marcharse de Angola a los 20.000 soldados cubanos que dicen se encuentran allí. Pero esta no debe ser una condición para llegar a una solución, indicó Thatcher.

Los países de la Commonwealth se quedaron con una impresión de creciente inseguridad en el mundo, preocupados por el paso de una distensión a una confrontación de las superpotencias. La inseguridad se ve reforzada por los inestables mercados financieros y monetarios, y la Commonwealth, dirigiéndose claramente a Estados Unidos, solicitó de las principales potencias presiones para frenar la elevación de los tipos de interés y una mayor preocupación por las repercusiones de sus políticas en otros países.

El tema Norte-Sur estuvo naturalmente en Melbourne, con el problema del hambre y de la pobreza en el mundo, en un primer plano, especialmente tras la intervención de Julius Nyerere, presidente de Tanzania, uno de los siete países de la Commonwealth invitados a la cumbre Norte-Sur en Cancún (México) el 22 de octubre. La Commonwealth espera que en Cancún se encarrile en una vía nueva y constructiva la cooperación internacional, insistiendo en la necesidad de negociaciones a nivel global.

Los dirigentes de las antiguas colonias británicas pidieron al mundo desarrollado una mayor ayuda, indicando que esta ayuda debería venir sin condiciones que puedan distorsionar las prioridades de los países que la recogen. La Commonwealth se pronunció, asimismo, por una "zona de paz" en el océano Indico y por un abandono de las pruebas nucleares en el Pacífico sur. Estas cumbres tienen lugar cada dos años. La próxima, en 1983, se celebrará en Nueva Delhi (La India).

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