_
_
_
_
Alegaciones de los defensores de los implicados en el golpe de Estado del 23 de febrero

Pardo y Sanmartín planificaron la víspera el regreso precitado del general Juste

La defensa del comandante Pardo Zancada se articula, en síntesis, en los siguientes términos:«El comandante de Infantería de EM don Ricardo Pardo Zancada, desconocedor por completo hasta el día 22 de febrero de 1981 de todo propósito referente a la operación militar que, con la finalidad relatada en el preámbulo de la presente conclusión, habría de tener lugar al siguiente día, fue llamado por teléfono desde Valencia por el teniente coronel don Pedro Mas Oliver, ayudante del teniente general Milans del Bosch, capitán general de aquella región, por cuyo encargo le pidió se trasladase aquel mismo día, víspera del lunes 23, a Valencia, para entrevistarse con el general para un asunto importante y urgente.

Previa autorización de su jefe inmediato en el Estado Mayor de la División, don José Ignacio San Martín López, a quien enteró de los términos de la llamada, se desplazó en automóvil a aquella capital, acudiendo seguidamente a Capitanía, donde fue recibido por el teniente coronel Mas y, a continuación, por el capitán general, quien le dijo que estaba preparada una operación militar de salvación nacional, impulsada y respaldada por el Rey, que comenzaría por la ocupación del palacio del Congreso de los Diputados durante la convocada sesión de investidura y que se consideraba vital el concurso de la División Acorazada, cuyo mando él había ejercido en tiempos, a cuyos fines el teniente general confió al mandante misiones de enlace, que éste recibió como honrosas órdenes, incluida la llamada a La Coruña del general Torres Rojas, anterior jefe de la División, cuya presencia en ella interesaba.

Tuvo especial ínterés el teniente general Milans en que el comandante Pardo presenciase una conversación, que, desde determinado despacho comercial de Valencia, había de sostener dicho teniente general con el general Armada, éste desde Madrid, conversación que, efectivamente, tuvo lugar en presencia de¡ comandante, sin que a éste le ofreciese duda, a juzgar por cuanto el general Milans le oía decir, que su interlocutor, con el que aquél trató de la operación concertada, era el general Armada Comyn. Tras de despedirse del capitán general, cuyas órdenes le ofreció cumplir, regresó el comandante Pardo a Madrid, donde, pese, a lo avanzado de la hora, visitó al coronel San Martín, al que dio cuenta de todo, conforme éste le había prevenido al tiempo de la salida para Valencia, y se convino en hacerse por el coronel lo necesario para que el jefe de la División, general Juste, que, con el propio coronel San Martín marchaba al día siguiente a Zaragoza en viaje de servicio, lo interrumpiese en ruta y regresase a su cuartel general, como así ocurrió al cabo de diversas incidencias y explicaciones, como fue la dada al general Juste de que algo grave iba a ocurrir en la capital de la nación.

Ya en la sede de la División Acorazada y en el despacho del general jefe de la misma, se celebró, a primera hora de la tarde de dicho día 23, una reunión extraordinaria, con asistencia de mandos y de miembros del Estado Mayor de la gran unidad, presente el general Torres Rojas, llamado a tal fin a La Coruña; obtenida por el coronel San Martín la venia del general Juste para que el comandante Pardo informara, dio éste cuenta, sin omisión sustancial alguna, de lo sucedido en Valencia y ordenado por el general Milans, anunciando asimismo, sin precisar todavía en qué consistía, el grave hecho a punto de producirse en Madrid, que no era otro que la ocupación del Congreso y, en su vista, el jefe de la División -no procesado en la causa- prestó su conformidad a la cooperación de esta División Acorazada a lo planeado, sin dar previa cuenta al capitán general de Madrid, plan en el que figuraba el aseguramiento de estaciones de radio y televisión; a estos fines -y sin que entonces ni después se quebrase la línea regular del mando, que ni el comandante Pardo ni nadie trató de alterar pasándola a otras manos- tomó el general Juste la pertinente decisión, traducida seguidamente - en órdenes por el Estado Mayor, en nombre de SE, para su curso a las diversas unidades integrantes de la División, alguna, de las cuales llegó a salir para cumplir la misión encomendada, como ocurrió con la ocupación pasajera de Radiotelevisión Española, en Prado del Rey, aunque no así las demás, por ulterior desistimiento del general Juste, quien, tras consultar en la Zarzuela y con la Capitanía General de la región, dio contraorden, que vino a bloquear la operación en marcha.

Se conocen detalles

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

La paralizante determinación del general Juste causó perceptible decepción y descontento en parte del personal de la división, en tanto que iban conociéndose detalles de la ocupación del Palacio del Congreso por el teniente coronel Tejero con sus fuerzas, visiblemente carente éste ya, pasado algún tiempo, de toda razonable posibilidad de eficaz ayuda exterior, en la que, lógicamente, hubo de confiar en un principio; en determinado momento, a última hora de la noche del 23 y antes de emitirse por radio y televisión el mensaje de Su Majestad el Rey, discrepante entonces de la operación, ya truncada en consecuencia, resuelve espontánea y repentinamente el comandante Pardo tomar a sus órdenes cuatro capitanes con un grupo de hombres más y acudir con ellos al Palacio de las Cortes.

Nadie prohibe, impide ni estorba al comandante Pardo su salida de la división, pese a no ocultar sus preparativos, y así, el mando del improvisado grupo, en número de 113, muy inferior a la compañía motorizada de fusiles, cifrada en 210 según las plantillas oficiales, se dirige, en catorce vehículos ligeros, al palacio del Congreso, en el que penetra el comandante con la exigua fuerza a su mando, presentándose al teniente coronel Tejero y permaneciendo en el edificio hasta el final.

Exhortado en diversas ocasiones para retirarse, señaladamente por el coronel San Martín que, en su visita, llega a entregarle al efecto la transcripción escrita de un mensaje verbal de Su Majestad el Rey, en el que, al propio tiempo de indicarle que se retire, se alaba el patriotismo del destinatario y su fidelidad al monarca, móviles, según se le dice, de su acción, no toma en consideración, por el momento, el requerimiento recibido, tanto por no venir por conducto del general Milans del Bosch, a cuyas directas órdenes se consideraba en aquel instante, como, entre otros motivos, por no saber a ciencia cierta si, en aquella coyuntura tan confusa, Su Majestad el Rey, para él mentor de la operación, estaba coaccionado, así como también por no abandonar en la adversidad a sus compañeros ocupantes del Congreso.

El defensor del comandante Pardo opina que «los hechos relatados no son constitutivos de delito», y que «ninguna responsabilidad criminal incumbe a este procesado, en ningún grado de participación, dada la inexistencia de delito». Y pide la libre absolución.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_