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Tribuna:TRIBUNA LIBRE / EL DEBATE DE LA OTAN
Tribuna
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Por qué estamos los ecologistas contra la OTAN

Para un observador poco adentrado en estos temas, o quizá también para el bien pensante ecologista de la margarita y el pajarito, puede parecer un tanto extraño e incluso desazonante que los ecologistas empuñemos el bolígrafo y nos introduzcamos en el tema de la OTAN y derivados, es decir, bases militares, militarización creciente de la sociedad civil y demás cuestiones que, al contrario que la destrucción de bosques, autorización de centrales nucleares, marco legislativo medioambiental confuso, etcétera, no aparecen cada día en los periódicos. Pero no cabe duda que los hechos que citamos en primer lugar constituyen algo así como una segunda lectura de las noticias medioambientales, es decir, de todo aquello que degrada nuestras condiciones y formas de vida.El análisis ecologista parte del estudio de las situaciones sociales y su previsible cambio. En este sentido, la posible entrada de España en la OTAN es algo que necesariamente va a afectar a todos y cada uno de los habitantes de la vieja piel de toro. Y esta es la razón última de ñuestro análisis y, por consiguiente, de nuestra respuesta.

La oposicion ecologista al militarismo tiene la misma raíz que nuestra oposición a la desaparición de ballenas, la proliferación de centrales nucleares o la destrucción de los ecosistemas naturales.

Nosotros queremos seres humanos y comunidades libres, esto es, condicionados al mínimo por el exterior. Para los ecologistas, la vida se entiende en toda la maravillosa complejidad que la naturaleza y la cultura humana nos dan a cada instante. Cualquier hurto a esa libertad y complejidad debe ser, desde nuestra óptica, combatida y denostada.

¿Acaso no es un ataque a esa Iibertad el papel que la Alianza ha cumplido y cumple contra la soberanía e independencia de otros pueblos, fundamentalmente del Tercer Mundo? Ejemplos sobran: Oriente Próximo, el apoyo al Portugal salazarista durante años para el mantenimiento de sus guerras coiloniales en Africa, el apoyo más o menos velado de que han gozado los recientes acontecimientos en Turquía, etcétera. Y los ejemplos que ofrece la historia deben servir para aprender de ellos.

¿Acaso no son una amenaza a esa libertad resoluciones como la del Consejo de la OTAN en 1952 sobre Indochina?

Cuando el general Haig (*) decía que «la OTAN constituye una garantía contra el desarrollo de procesos revolucionarios» nos preguntamos si será considerado un proceso revolucionario una tenaz y firme oposición antinuclear, dado que hay muchos sectores de nuestra sociedad que no están por la aventura nuclear y sí por otra opción energética. Recordemos recientes declaraciones de un alto mando de la Armada española o del capitán general de una región militar calificando de terroristas a los antinucleares.

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Son demasiadas amenazas a esa libertad.

Caos social, caos medioambiental

En el tema OTAN se dan todos los condicionantes que hacen de la entrada en la Alianza un caos social y, por tanto, medioambiental.A Ias alteraciones físicas denunciadas en las utilizaciones militares del suelo y que se aceintuarían con la entrada en la OTAN hay que añadir todo el proceso que el Gobierno y UCD están llevando.

UCD tiene ya tomada la decisión. Es un hecho que sus líderes, sus portavoces, se han pronunciado sin rodeos a favor de la integración. La concepción agresiva y militarista que prioriza la ley orgánica de Defensa encaja perfectamente con las funciones que cumpliría España en el marco de la OTAN, aumentando el riesgo de colaboración en aventuras militaristas que no sólo atentarían contra la libertad e independencia de otros pueblos, sino que pondría en peligro nuestro entramado social, desde el marco de nuestras riquezas materiales y ecológicas hasta la vida misma de todos los habitantes del Estado. Porque además de aumentar las posibilidades de ser nuestro territorio un blanco de guerra, convencional o nuclear, la entrada en la OTAN significa convertir esta tierra en una plataforma permanente de submarinos, portaviones, armamento, etcétera, en una plataforma permanente de uso o almacenamiento de armamento atómico. Piénsese en un solo ejemplo: las islas Canarias convertidas en un gigantesco sistema de vigilancia y control de su zona; esas islas Canarias donde, casualmente, se encuentra la mayor parte de los parques nacionales.

Piénsese en la utilización posible de armamento químico y bácteriológico, en la deforestación química, en la difusión de especies de bacterias patógenas y en las consecuencias que tendría para el equilibrio ecológico, para la agricultura, para la ganadería...

Piénsese en la conexión entre el ciclo nuclear y la fabricación de bombas atómicas: las centrales nucleares producen plutonio, que es el elemento clave para la fabricación de bombas atómicas.

Piénsenlo señores del Gobiemo. Piénselo, asombrado lector. 0 mejor, no lo piense: reflexione sobre la ¿utopía? ecologista, en ese instante en que, conseguido el autoabastecimiento energético, el reciclado de los elementos, la vida en armonia con la naturaleza, la utilización de energías blandas... y en la ilógica distorsión que supondría ver nuestros cielos surcados por aviones cargados de bombas, nuestros mares por submarinos atómicos, nuestras tierras invadidas por bases militares, nuestro paisaje deteriorado y nuestra vida presa del temor. La escena resultaría curiosa y contradictoria -porque no es posible conseguir la «utopía ecologista» sin una transformación social en la que, desde luego, no entra alimentar la política de bloques que implica Ia entrada en la OTAN, ya que la ruptura del actual equilibrio de fuerzas pondría en marcha un proceso de mayor expansión de ambos bloques, geográfica y armamentísticamente. Esto lleva al incremento de la hegemonía de los bloques imperialistas.

Por otra parte los hechos demuestran que también en momentos de «paz» los peligros no desaparecen: el ya histórico incidente de Palomares, los continuos incidentes en el polígono de las Bardenas Reales, etcétera.

Los ecologistas no queremos tomar parte en esta calculada farsa del despilfarro en gastos militares y del aumento de los secretos de Estado que necesariamente conllevaría la entrada en la Alianza.

Los ecologistas no queremos participar de una decisión que empujará a la realización del servicio militar fuera de nuestras fronteras a un importante número de soldados españoles.

Por eso asimilamos caos social a caos medioambiental o, más ampliamente, a caos ecológico, por las implicaciones concretas y por una concepción de la vida y de la socildad a la que, hoy más que nunca, tenemos que acercarnos.

Una breve referencia tan sólo a las bases americánas,en nuestro suelo, puesto que el Tratado de Amistad y Cooperación entre España y EE UU venció el 23 de enero de 1981. Ya nos hemos referido a algunos incidentes provocados por la presencia de instalaciones militares americanas, y cuyo riesgo aumentaría considerablemente con la entrada en la OTAN. Simplemente llamar la atención sobre la concepción en el origen, sobre la filosofía que subyace en este tipo de pactos bilaterales. En términos generales valdrían los mismos argumentos que para la OTAN, dado que es la misma concepción de la defensa.

Se trata de una concepción, ya sea en pactos bilaterales o multilaterales, que provoca una mayor autonomía del poder militar respecto del Estado, de los Estados y de la Sociedad.

Y los problemas que se plantean con las bases amerícanas no se resuelven pretendiendo una renegociación de los acuerdos que llevarán contraprestaciones económicas y técnicas satisfactorias (¿para quién?). Los ecologistas pensamos que hay costes sociales (y económicos, léase despilfarro) que no pueden tener precio.

Por todo esto enarbolamos la bandera del no alineamiento y del desarme, y decimos no a la OTAN y a las bases.

A las razones técnicas, políticas y militares que lo desaconsejan háy que añadir otras a las que los ecólogistas somos especialmente sensibles: el despilfarro, la militarización creciente, la concentración de poder, el aumento de los secretos de Estado y la nuclearización.

Luis A. Sanz y Fernando Martínez Salcédo que también firma esta tribuna, son miembros-de la áociación ecologista AEPDEN-Amigos de la Tierra. * Comandante supremo de la OTAN hasta el 30 de junio de 1980 y, actual secretario de Estado del presidente Reagan.

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