Polémica en Italia por las referencias al trabajo de la mujer en la última encíclica
Hay un pasaje de la última encíclica del papa Wojtyla, Laborem exercens, que está siendo objeto de viva discusión y hasta de duras críticas en los ambientes políticos e intelectuales de este país. Son los párrafos en los cuales Juan Pablo II aborda el tema tan delicado de la mujer y el trabajo.
La primera piedra la lanzó, desde la primera página del diario Repubblica, el escritor político Giorgio Bocca, con un título abiertamente polémico: Qué hermosos aquellos tiempos en los cuales las mujeres se estaban en sus casas. El famoso escritor laico afirma que el Papa, proponiendo un sueldo único al jefe de familia para que la mujer no necesite salir a trabajar fuera de casa, vuelve a aquellos tiempos oscuros en los cuales el marido decía a la mujer: «Estáte calladita, que te mantengo yo».La diputada comunista Angela Bottari afirma que la revalorización que Juan Pablo II hace de las tareas maternas tan específicas de la mujer, hasta el punto que la sociedad debería darle las posibilidades económicas necesarias para que no necesiten trabajar fuera de casa, «es un paso hacia atrás, incluso respecto a las conquistas del mundo católico, a favor de la igualdad y de la liberalización de la mujer,
Más dura aún, la diputada de la izquierda independiente María Luisa Galli ha declarado con cierto sarcasmo que, «por suerte, la sociedad es hoy suficientemente madura y las palabras del Papa sobre la mujer se quedarán en agua de borrajas, porque se trata de Ideas ya superadas desde hace mucho tiempo por la mayor parte de las mujeres».
Por su parte, la líder radical Adelalde Aglietta ha eleclarado que en la encíclica del Papa «se revaloriza la institución familiar en sentido represivo y autoritario».
A todas les responde, sin embargo, la democristiana Eletta Martini, vicepresidenta de la Cámara de Diputados, recordando que, en realidad,Ja misma Constitución italiana está en la línea de la encíclica del papa Wojtyla, cuando afirma que las condiciones del trabajo deben «permitir a la mujer la realización de su función familiar esencial». Añade que el valor de una encíclica tan importante, aplaudida en tantos puntos hasta por comunistas y socialistas, no puede echarse abajo por «esta añadidura» sobre el papel de la mujer, y que, en realidad, el problema de dar un sueldo a la mujer que vive sólo para su casa y sus hijos es un problema abierto y en plena discusión en los ambientes sindicales.
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