El territorio de la novela
Cada novela tiene su territorio, que nada tiene que ver con la tierra en la que su acción sucede. El territorio de Los santos inocentes, la última novela de Miguel Delibes, es, claro está, Castilla; pero también el amor a la naturaleza, la dialéctica entre amos y esclavos y el crimen inexorable, como dictado por los viejos dioses de la tragedia. El territorio de la nueva novela de José Manuel Caballero Bonald, Toda la noche oyeron pasar pájaros, es la Baja Andalucía; pero más todavía su mar y los reverberos de su luz.Con los libros de Jesús Fernández Santos y Jorge Semprún, el territorio de la novela se amplía considerablemente hacia el tiempo en dos vertientes: la historia y la memoria respectivamente. En Cabrera, nombre de la pequeña isla balear donde sucede la acción, Fernández Santos vuelve a la historia, a la que acudió con el éxito que se conoce en su anterior Extramuros. Pero se trata también de una intrahistoria, en la que sus personajes desgranan el contraste entre un código caduco y una realidad desastrosa.
La historia de Jorge Semprún es más cercana, pertenece por entero a este siglo, y se confunde con su propia memoria personal. Aquel domingo es la última novela de su autor, escrita y publicada originalmente en francés, y en ella, Semprún vuelve por donde solía en sus mejores momentos, los de su inolvidable El largo viaje.
Pero con el correr del tiempo, la memoria se amplía: al territorio inicial, el campo de concentración de Büchenwald, se le añaden nuevos estratos; a la tragedia del nazismo se superpone el fracaso de la revolución y el estalinismo; a unos campos de la muerte van sucediendo otros muchos, de distinto signo e idéntico significado final.
Estos cuatro libros lanzados así, de golpe, apenas abierto el curso editorial, dignifican repentinamente el panorama de la narrativa española actual. Otros libros aguardan, con nombres conocidos como los de José Luis Sampedro o el peruano Mario Vargas Llosa, y otros, más o menos nuevos, como Juan José Millás, Roberto Ruiz o Salvador Maldonado. Cada novela trae su propio territorio, es una autonomía en sí misma, irreductible a cualquier otro tipo de autonomías geográficas o políticas. Pero pocas veces se ha dado una ofensiva narrativa tan densa y de tanta calidad en tan escaso período de tiempo. Una excelente reapertura editorial.
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