Fiestas del Cristo en La Laguna
La Laguna, ciudad universitaria de Tenerife, debe ser considerada por su historia, por su situación e incluso por su vocación el lugar donde debe comenzar la búsqueda de la identidad cultural de las islas, manifestó Juan Cruz, jefe de la sección de Cultura y Espectáculos de EL PAIS, en la conferencia que pronunció en el teatro Leal del municipio, Autobiografia de otros, como mantenedor de las fiestas del Cristo, con más de tres siglos de tradición. Su intervención fue organizada por el Ateneo de la ciudad, uno de los principales centros culturales de la isla. La Laguna, dijo el conferenciante, estuvo siempre a la vanguardia cultural y se distinguió por ser una ciudad liberal y tolerante, «la patria de nuestra adolescencia». En su opinión, no precisa ser promovida para capital de la región, como algunos políticos locales han pretendido últimamente, «porque las capitales sólo acumulan papeles», pero tienen la obligación ineludible de capitalizar su historia «para dar curso a una necesidad sentida por todos los insulares. La vocación de esta ciudad nos indica», señaló, «el camino para el reencuentro de los canarios más allá del recíproco reproche. No es bueno que esa vocación, por vergüenza o por desidia, viva moribunda debajo de las yerbas secas del verano», dijo.
Juan Cruz destacó el papel desempeñado por la Universidad de La Laguna, que la ha convertido en un territorio común para el insular de cualquier punto del archipiélago: «La Laguna es nuestra autobiografía ajena»; mencionó a los jóvenes y a los mayores de una generación de intelectuales que se dio cita en la ciudad. Esta generación., de la que citó especialmente a Domingo Pérez Minik, Eduardo Westerdahl y Pedro García Cabrera, fundadores de la revista surrealista Gaceta de Arte, surgió «cabreada del insular descalzo» con aires universales. En su discurso de mantenedor rindió homenaje a la memoria de un periodista y escritor ya fallecido, de firmes raíces laguneras, Alfonso García Ramos, de quien se declaró discípulo.
