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En busca de una imagen

San Sebastián aparte, pocos certámenes cinematográficos arrastran desde su fundación tal viento, de polémica como este de Venecia, a punto de cumplir su medio siglo, y hoy, como nunca, en busca de una imagen propia tras años de silencio o controversia. Hoy, que el mismo Marco Ferreri vuelve a él con su último filme y a pesar de las dificultades por las que atraviesa el cine actual y todo aquello que de cerca le toca, parece como si las antiguas aguas quisieran volver a su cauce o, por mejor decirlo, a los canales por donde, día a día, van llegando a las playas del Lído las embajadas más o menos brillantes de un mundo al parecer en crisis perpetua.Tal ha sido el postrer balance en este año, de los que le precedieron, en perpetua disputa de un puñado de títulos repetidos a este lado y al otro del Atlántico. Los nombres conocidos no se hallan hoy a la altura de sus tiempos mejores y no aparecen en las pantallas nuevos valores de cualquier edad que no repitan corrientes conocidas. La noticia más importante hasta hoy aquí no ha sido la llegada de Travolta o de la Muti, algún acierto parcial o una historia discutida, sino la retirada de Bergman, anunciada por él mismo a la Prensa, como cualquier diestro famoso, en sus años mejores, no se adivina bien si para volver también desde su exilio de Feroe.

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De cualquier modo, alguien con poca imaginación se dedica a repartir grandes esquelas como las que se usan aquí para pegar en las paredes en caso de muerte con los nombres de los realizadores principales. «Fellini ha muerto», «Truffaut se ha suicidado», «Coppola se dedica a fabricar juguetes », dicen, y, bromas aparte, cada cual se las guarda como un poster. La verdad es que, como en el caso de Bergman, los cortes de producción, la burocracia o el cine mismo acaban devorando a sus hijos sin que salgan nuevas promociones.

Bien es verdad que, en compensación, algunos festivales se dedican hoy exclusivamente a ellas, y este mismo concede un premio a la primera o segunda película de autor. Esta dedicación y la aportación masiva de filmes nacíonales como dispuestos a dar la batalla al de más allá del mar configuran sus jornadas sobre las que no pesa, como en otros años, la sombra omnipresente de la RAI.

Mercado internacional o muestra cultural, homenaje a Howard Hawks o mosaico de historias de un lado y otro del telón, con relatos de guerra tradicionales, vidas de papas y nostalgias de los años treinta, esta Mostra, controvertida en el papel y, sin embargo, alzada en la sala ante un público fácil, sirve al menos para la discusión perpetua, según el color, cuando no las apetencias personales. Cada cual ve su país, la historia que lo representa, la Mostra misma, desde un punto de vista, quiérase o no, político.

Antes de concluir su plazo de gestión el actual director, ya tratan de imponerse nuevos nombres haciendo valer méritos o votos. Socialistas, democristianos, técnicos, burócratas o intelectuales ya inician la carrera hacia el sillón de dogo de esta Venecia efimera, moviendo sus peones en la Prensa. Si hacemos caso de ella, para unos el festival sigue adelante, con ideas más claras que en años anteriores; para otros, en el extremo opuesto, pasaron los tiempos internacionales.

Entre el todo y la nada, entre el mucho y el poco, hay quien añora un«68» en el campo de Santa Margarita cuando, según Elio Petri, se íntentó crear un cine independiente y democrático hasta que los partidos de izquierda vendieron sus conquistas, entonces recientes, por un lugar al sol de esta Bienal, que, como el tiempo o el cine mismo, parece en duda permanente.

Destinada a ahorrar cuando los filmes son más caros que nunca, a competir de mal grado, tras experiencias poco eficaces, resulta difícil separar en ella las esperanzas de las soluciones. En tal sentido, lo mejor que se le puede desear en este Lido, un tanto borrascoso en el mar y en la tierra, por encima de partidos e intereses más o menos multinacionales, de cine viejo o nuevo, de Montreal, Taormina o Cannes, es la utopía de una verdadera independencia a la hora de poneí en marcha los caminos de sus nuevas ediciones.

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