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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Gutiérrez Mellado-Milans del Bosch

"Te escribo esta carta al palacio de la Moncloa, pues se dice que tiePasa a la página 8 Viene de la página 7

nes allí un despacho. ¡En qué estarás trabajando ahora! ¡Qué asco!". Así erupta un procesado del 23-F al rostro de quien calladamente ha demostrado con creces ser más honorable que él.

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También dice que nadie puede manchar su honor. El honor de este señor no vale nada si quiere imponerlo por la fuerza al de todos los españoles, desoyendo las órdenes de personas sobradamente más honradas y con más honor que él.

Resultará, sin duda, muy honroso para el teniente general Gutiérrez Mellado no ser tratado de amigo ni compañero por un golpista que pretendió barrer las ilusiones de todo un pueblo, que no le eligió a él para nada, y que hoy, seguramente, siente odio por él.

El señor Milans del Bosch achaca al teniente general Gutiérrez Mellado "muchas y muy importantes «fechorías»". Nos permitimos el deber de poner en duda semejante calumnia; pero, aun en el caso de que hubieran existido, ni todas ellas juntas ni las de diez hombres como él habrían bastado para igualar las que todo el pueblo español tuvo el disgusto de constatar los días que unos fanáticos eligieron (?) para seccionar la yugular de la Constitución y de la libertad.

"Yo, siempre de frente, de cara; tú, siempre actuando en la sombra y por la espalda". ¡El colmo de la hipocresía! El señor Milans del Bosch parece confundir dar la cara con tener mucha cara. En cuanto a lo de actuar por la espalda, ha quedado muy claro cuál ha sido su forma de proceder. ¿Hay mayor puñalada por la espalda que su actitud de grave desobediencia al mismo Rey, su superior, y la violación de las normas qué debía respetar? ¿Dónde está el honor?

Milans del Bosch podrá escribir mil cartas ponzoñosas -seguramente le va a sobrar tiempo-, pero nunca conseguirá borrar de las retinas de millones de españoles las imágenes de auténtico terror que provocó. Seguramente sentirá que su honor no puede mancharse, y que su hoja de servicios es, excelente, pero la impresión que ha dejado no tiene nada que ver con lo que él cree.

Este señor parece ignorar que los soldados que mandaba, que los carros de combate que manejaba y que un día triste sacó a la calle, que las instalaciones y el armamento que tenía a su mando, no le pertenecían. Y que la guerra civil acabó hace ya muchos años, y que el pueblo español ha votado por la paz y la libertad, y no por la guerra y el fascismo.

Afortunadamente, no hay muchos Jaimes como éste./

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