En torno a la involución universitaria
Al considerar falsas y vejatorias a mi persona las versiones que en relación con la decisión de un tribunal universitario de acceso a la cátedra de Historia de la Medicina de Murcia han hecho en EL PAÍS dos miembros de ese tribunal, los profesores Sánchez Granjel y Sánchez de la Cuesta (otros dos miembros, de las escuelas de Laín Entralgo y López Piñero, fueron favorables a que la provisión de la cátedra recayese en mí, único candidato), desearía, por respeto a la verdad y a la opinión pública, ofrecer unos pocos datos objetivos y aventurar una breve interpretación.No vale la pena entrar en las afirmaciones de los profesores Sánchez Granjel y De la Cuesta, una relativa a los cuantiosos medios (!) que la Universidad de Murcia ha puesto a mi disposición, y la otra sobre la necesidad de evaluar adecuadamente el período de tiempo que se es profesor agregado para conceder la cátedra, porque la propia realidad cotidiana las desmiente.
En relación con la afirmación sobre mi nula actividad científica a partir de ser profesor agregado basten las siguientes cifras: 1, los trabajos científicos publicados, anualmente hasta obtener la agregación en 1975 alcanzan el promedio de 2,6 al año; desde entonces hasta 1981, la media anual ha subido a 3,6 (un trabajo cada tres meses y días); 2, las tesis de licenciatura dirigidas por mi hasta 1975 suponen una media de una al año, desde entonces, cuatro al año; 3, las tesis de doctorado hasta la agregacion, 0,5 al año, desde 1976, 1,4 anuales. Estos índices de productividad se sitúan en los niveles más, altos de los trabajadores científicos internacionalmente. Sin mencionar los dos cursos de doctorado impartidos anualmente, ni los cursos del ICE para otros profesores, ni los de formación para médicos y ATS sobre Documenta
ción médica, Sociología médica, Estadística sanitaria, Administración sanitaria, Historia de la ciencia, Medicina familiar y comunitaria, etcétera. O las investigaciones en colaboración con otras cátedras, o facultades, o entidades científicas de la región murciana. Ni, por último, la ininterrumpida dedicación exclusiva a la docencia e investigación en la región murciana desde 1970, lo que ha motivado, ante esta discriminatoria decisión, las enérgicas protestas del Rectorado de la Universidad de Murcia y la de la Junta de Facultades de Medicina. Todo ello, revelando como mero insulto y calumnia la alusión de uno de los profesores Sánchez, el Granjel, sobre el "sesteo a la sombra del Ministerio".
A la vista, pues, de estos datos, que desmienten las tajantes afirmaciones de los profesores Sánchez, teniendo en cuenta que son catedráticos y que tuvieron en sus manos la documentación oportuna en la que estos extremos estaban probados objetivamente, la interpretación que a mí me parece más aproximada a la realidad de su conducta es la que pone en relación a la intolerancia y reacción científicas con la intolerancia política, tan abundantes en nuestra
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historia. Porque al estar centrada mi producción científica en la sociedad contemporánea, es imprescindible el uso de nuevos métodos cuantitativos y de conceptos obtenidos de la actual filosofia de la ciencia en las áreas de historia social de la medicina, sociología médica, administración sanitaria e historia social de la ciencia. Y si a esta triste oposición a la libertad de investigación unimos la actitud política de caza de brujas del otro profesor Sánchez, el De la Cuesta, profesor jubilado de Farmacología, podremos empezar a entender el preocupante fenómeno social y universitario de la involución./ . Profesor agregado de Historia de la Medicina.
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