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Francia y México reconocen a la guerrilla salvadoreña

Los Gobiernos de México y Francia han reconocido, por medio de una declaración conjunta de sus ministros de Asuntos Exteriores, Jorge Castañeda y Claude Cheysson, que la guerrilla salvadoreña representa a un sector de la población y que, por tanto, le asiste el derecho a participar en una solución política de la guerra civil que vive esta nación centroamericana.

Un documento firmado en este sentido, firmado por los dos cancilleres, fue entregado ayer por la mañana, en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, al presidente del Consejo de Seguridad, el embajador panameño, Filloeta.

Es esta la primera vez que dos Gobiernos, sin romper relaciones diplomáticas con la Junta de El Salvador, reconocen formalmente la existencia en este país de una fuerza legítima de oposición que debe participar en cualquier solución de la crisis.

La declaración dice textualmente: «Teniendo en cuenta la extrema gravedad de la situación existente en El Salvador y la necesidad que tiene ese país de cambios fundamentales en los campos social, económico y político, reconocen (los cancilleres de Francia y México) que la Alianza del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y del Frente Democrático Revolucionario (FDR) constituye una fuerza política representativa dispuesta a asumir las obligaciones y a ejercer los derechos que de ello se derivan.

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El reconocimiento de la guerrilla, de El Salvador, un revés para Washington en Centroamérica

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"En consecuencia, es legítimo", prosigue el documento hecho público ayer en la capital mexicana, "que la alianza participe en la instauración de los mecanismos de acercamiento y negociación necesarios par una solución política de la crisis. Recuerdan que corresponde al pueblo salvadoreño iniciar un proceso de solución política global en la que será establecido un nuevo orden serán reestructuradas las fuerzas armadas y serán creadas las condiciones necesarias para el respeto de la voluntad popular, expresada mediante elecciones auténticamente libres y otros mecanismos propios de un sistema democrático".

Los cancilleres de México y Francia hacen, por último, "un llamamiento a la comunidad internacional para que, particularmente dentro del marco de las Naciones Unidas, se asegure la protección de la población civil, de acuerdo con las normas internacionales aplicables, y se facilite el acercamiento entre los representantes de las fuerzas políticas salvadoreñas en lucha, a fin de que se restablezca la concordia en el país y se evite toda injerencia en los asuntos internos de El Salvador".

La declaración supone un avance cualitativo en el reconocimiento internacional de las fuerzas guerrilleras, que contaban hasta ahora con el apoyo de la Internacional Socialista, pero que no habían logrado materializar ese respaldo en una declaración formal de un Gobierno, ni siquiera de los que ocupan los socialistas.

Pero la declaración franco-mexicana constituye, por encima de todo, un rechazo del proyecto norteamericano para Centroamérica. El documento se hace público justamente dos días después de que el Departamento de Estado ha hecho saber que, a ningún precio, consentirá la instalación de un Gobierno comunista en El Salvador y que para ello aumentará su ayuda militar. De hecho, cinco helicópteros han sido ya enviados a la Junta para ir reemplazando los aparatos que ha dejado inservibles la guerrilla.

Las conversaciones entre Francia y México para esta declaración se iniciaron en París el 17 de julio, con ocasión de una visita oficial de Jorge Castañeda, y prosiguieron en México a finales de ese mismo mes, en vísperas de la conferencia de cancilleres de Cancún. El acuerdo estuvo a punto de fracasar la pasada semana, por una eventual retirada de Francia, pero nuevas negociaciones efectuadas durante los últimos días en París, por Guillermo Ungo, presidente del FDR, y Héctor Oqueli, encargado de relaciones internacionales, han logrado poner de nuevo a flote en el último momento, la declaración conjunta.

Tras el rechazo de toda negociación por parte de la Junta salvadoreña, es este el primer triunfo diplomático internacional de las fuerzas guerrilleras y constituye un primer paso para una eventual solución política del conflicto.

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