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La Administración admite que no está cuantificado el volumen de aceite tóxico sin control

Las autoridades continúan sin cuantificar el volumen de aceite tóxico causante del envenenamiento masivo, que se ha distribuido en el mercado alimentario español al amparo del fraude del aceite de oliva adulterado. El director general de Importaciones, José Ramón Bustelo, ha señalado que «el aceite que queda en circulación» -se refiere al de colza desnaturalizado, con desvío al consumo humano- «depende de la proporción en que se haya mezclado».

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La única vía de investigación del aceite tóxico sobre la que se han divulgado algunos datos a la opinión pública, se centra en el aceite vendido por la importadora RAPSA, de San Sebastián, a la envasadora y distribuidora, Raelca, SA, de Alcorcón (Madrid).En medios próximos a la investigación oficial se ha señalado a EL PAIS que, «de los tres millones de litros intervenidos como fraudulentos, el aceite tóxico parece haber estado exclusivamente en el expendido a granel con grasa de colza desnaturalizada como uno de los componentes de la mezcla ilegal».

José Ramón Bustelo amplió a la agencia Efe la noticia publicada por este periódico ayer en relación con el engaño de que fue objeto el Ministerio de Economía y Comercio por la empresa RAPSA, según dicho Ministerio.

«Nadie podía sospechar que el incremento de las importaciones de colza desnaturalizado se debía a su destino para el consumo humano », ha dicho el director general de Importaciones. «No nos llamó la atención porque, en contra de lo que se ha dicho, la casilla que se refiere al destino del producto en las solicitudes de importación estaba cumplimentada, aunque no de una manera exhaustiva, porque no estamos en los años cuarenta, bajo una economía intervenida».

A este respecto, fuentes de este departamento explicaron a EL PAIS que tal casilla se ponía «para destino industrial», sin hacer constar el cliente al que lo destinaba el importador RAPSA. Los trabajadores de RAPSA habían manifestado que en tal casilla no se rellenaba el destino, entendido como el destinatario.

Las sospechas de Comercio sobre RAPSA surgieron en el mes de diciembre de 1980, según supo EL PAIS, pues la importadora pidió autorización para importar 250 toneladas, cuando mensualmente venía importando 25 o 30.

RAPSA señaló a este periódico que «no hubo engaño al Ministerio, pues es cierto que hubo que aumentar las importaciones de colza porque se habían encarecido otros aceites industriales, como el de cachalote, y se han mantenido los mismos clientes que teníamos, a excepción de Raelca, al que se le vendieron 110 toneladas».

Libertad de comercio

Esta libertad del comercio interior del aceite de colza es precisada por fuentes de Comercio: «Sin salir del circuito del uso industrial. Pero Raelca era una empresa de alimentación, y RAPSA lo sabía, o debía saberlo».

Por lo que respecta a las cifras de importaciones, por fin ayer fueron facilitadas oficialmente por Comercio. En 1980 se importaron 636 toneladas de aceite de colza para uso industrial, y en los cinco primeros meses de 1981 se han importado 675, de las cuales 450 corresponden a las adquisiciones de RAPSA.

Entre las ventas que hizo RAPSA están las 110 toneladas expedidas a Raelca, SA, y las cuatrocientas a Productos Químicos Salomó, de Reus. Las autoridades nos han explicado el destino de este aceite, a pesar de haber detenido también a los responsables de la empresa.

Otro de los importadores de colza, Jorge Pich, de Prat de Llobregat, adquirió en 1980 45,32 toneladas. También ha sido detenido «por presunto encubrimiento del fraude», pero también se desconoce el destino de este aceite.

En cuanto a la penetración del aceite de colza importado por RAPSA, esta empresa afirma que entró a España «ya desnaturalizado por la exportadora francesa Huilerie de Lapalisse, quien nos ha servido las últimas partidas, y como consta a las autoridades aduaneras, entre ellas el SOIVRE». Huilerie de Lapalisse ha confirmado a EL PAIS ser el exportador, así como desnaturalizar en origen el aceite. Sin embargo, analizó muestras remitidas por RAPSA, desde San Sebastián, del aceite importado, y en estos análisis no constan contenidos de anilina que lo hagan inútil para el consumo humano, si bien el análisis no expresa -ni tiene por qué- que sea apto para el consumo humano, Huilerie de Lapalisse dijo en un principio a este periódico desconocer quién había vendido a RAPSA el aceite analizado por ellos. «Debió ser un error; no tenemos por qué ocultarlo, pues nos dedicamos a esto», manifestó un portavoz, y confirmó el envío de muestras por parte de RAPSA, hecho que niega esta empresa. La portavoz de RAPSA dijo a EL PAIS que «sólo les escribimos el 7 de mayo pidiéndoles análisis del aceite que nos habían vendido, cosa que hacemos con cada exportador». Este punto de contradicción mantiene la sospecha de la entrada en España de aceite de colza sin la toxicidad de anilinas con incidencia en el consumo humano.

Según RAPSA, inspectores de Comercio del Gobierno Vasco y del servicio central de Aduanas investigaron recientemente la documentación de la empresa y remitieron muestras del aceite importado a los laboratorios de Majadahonda y de Aduanas, «donde se confirma que contiene el preceptivo 2% de anilinas».

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