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Reportaje:Seis años después de los acuerdos tripartitos de Madrid / y 3

Un balance poco positivo para España

Ahora que con la aceptación del referéndum para el Sahara por Marruecos se vuelve teóricamente al punto de partida de 1975, procede preguntarse cuáles han sido los beneficios, si se puede práender que obtener beneficios para el propio país sea el objetivo legítimo de toda política, logrados por España con los acuerdos tripartitos de Madrid, en estos seis años.Para, saber qué se ha lo grado se necesita, obviamente, conocer qué se quería obtener y qué hubiera sido posible alcanzar con una solución diferente. Lo último sería un ejercicio especulativo inútil. Pero en algún momento de estos seis años los actores de la trama que llevó a la partición del Sahara entre Marruecos y Mauritania han precisado qué pretendían con ello.

Esos objetivos, esquematizados, eran: 1. Evitar la guerra con Marruecos. 2. Garantizar los tradicionales derechos hispanos de, pesca en el banco sahariano. 3. Proteger la espalda de Canarias. 4. Optar por un país ideológicamente afin y no por "un movimiento re volucionario a la argelina". 5. Facilitar la expansión de la cooperación económica con Marruecos.

Hoy, seis años después, parece claro que la guerra con Marruecos estaba evitada de antemano, aunque sólo fuese porel elemento disuasivo que comporta la superioridad militar de España entonces, y que el general Gómez de Salazar describía así, ante el Congreso, en marzo de 1978: "Podíamos haber destrozado al Ejército marroquí en 48 horas".

La espalda de Canarias no está ni mejor ni peor defendida con el Ejército marroquí enfrente, sobre todo si, se, tiene en cuenta que, tarde o temprano, España y Marruecos discutirán sobre Ceuta y Melílla, pero tampoco parece obvio que el argumento estratégico de principios de siglo de que "la defensa de una costa está siempre en la costa de enfrente", conserve en la actualidad todo su valor.

En cualquier caso, los únicos hechos en favor de la defensa de Canarias, al menos política, en estos seis años, han sido las decisiones unilaterales de Argelia de suspender la hora de radio de Antonio Cubillo y el abandono de la pretensión, directa o indirectamente planteada en el seno de la OUA, de la supuesta necesaria descolonización del archipiélago.

Lo que, sin embargo, no requiere ya ninguna demostración adicional es la calamitosa. defensa de los intereses económicos y pesqueros canarios. Pesca aparte, el Sahara ha dejado de ser un área de expansión económica para Canarias. La esperanza de ver aquel mercado perdido con los acuerdos tripartitos, en junio de 1975 se habían exportado 3.000 millones de pesetas, sustituido por el que representaba potencialmente la presencia de una población adicional en el territorio, militar y civil, de 130.000 personas, se ha desvanecido a medida que Marruecos organizó el tráfico aéreo y marítimo entre el Norte y el Sur, y cuando han sido abiertas de nuevo al tráfico rodado las vías entre Tan Tan y El Aaiun, y El Aaiun y Smara y Bu Craa.

La conflictiva pesta

La cooperacion en pesca continuó normalmente hasta la firma del convenio pesquero del 11 de febrero de 1977, que el Parlamento español ratificó un año después con la oposición de los socialistas,y que el Gobierno marroquí, hasta la fecha, ni siquiera ha presentado a la aprobación de su Parlamento.

Desde entonces, y hasta el nuevo acuerdo transitorio un poco más amplio que los anteriores, firmado a principios de este año, justamente al término de la era Suárez, los pescadores españoles han sido víctimas de las violentas reacciones de Marruecos a gestos de la política exterior del anterior Gobierno español considerados hostiles, y a los cuales, para mayor calvario de los pescadores españoles, se sumaría de cuando en cuando el Polisario, secuestrando pescadores o atacando barcos.

El único lado positivo de esta represión en pesca ha sido el justificado por las constantes infracciones de los pesqueros de los términos de los diferentes convenios y la clarificación final de la inexistente "tolerancia y vista gorda" marroquí, supuestamente pactada en los anejos secretos de 1975.

Ha quedado clara también la ineficacia de la distinción, por demás retorica, introducida por la cancillería española, entre cesión de administración y cesión de soberanía, que, al margen de su válidez jurídica, sólo tuvo consecuencias perjudiciales para las relaciones entre los dos países y los intereses económicos españoles.

En lo que concierne a las relaciones comerciales, España continúa siendo el segundo proveedor de Marruecos, si se exceptúa a Irak, que ha relegado a España a un tercer puesto formal a causa de sus exportaciones de petróleo. Sólo las exportaciones marroquíes a España aumentaron sustancialmente, aunque no a un nivel que permita equilibrar la balanza comercial.

El volumen de ventas a Marruecos alcanzó, no obstante, en 1980, la cifra récord de 28,597 millones de pesetas, el más alto de este período de seis años, pero sensimemente igual a los anteriores en valor real.

La firma en Madrid este año de un paquete de acuerdos económicos con Marruecos parece permitir una ampliación de la cooperación bilateral que ha de verse facilitada por el mejoramiento de los mecanismos españoles de ayuda financiera y la lenta, pero real, recuperación económica de Marruecos a partir de 1982 que prevén los especialistas, y que la solución todavía muy aleatoria del conflicto del Sahara podría, sin duda, acelerar.

La llegada de Calvo Sotelo al poder tras la dimisión de Adolfo Suárez, en febrero de este año, ha permitido al rey Hassan II entender que, con Marruecos, en España se ha hecho una especie de "borrón y cuenta nueva".

En el plano humano, las relaciones han mejorado considerablemente, pero esta mejoría todavía no está sustentada por hechos concretos, sino sobre el convencimiento mutuo de una mayor proximidad ideológica de Gobiernos y regímenes.

Resulta, sin embargo, un tanto paradójico que ahora que el Gobierno español comienza a asumir el hecho consumado de los acuerdos tripartitos de Madrid sea Marruecos, al aceptar el referéndum para el Sahara, quien haga retroceder la situación al punto de partida. Se trata, sin embargo, de un retroceso teórico.

La llegada de un Gobierno socialista al poder en Francia tendrá como consecuencia un cierto distanciamiento político entre París y Wabat y, en consecuencia, un mayor acercamiento, ya iniciado, con Estados Unidos y con España, un país que se considera aquí próximo a la esfera de afinidades norteamericanas.

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