Una alternativa a la enseñanza media
El Ministerio de Educación acaba de proponer una nueva regulación de la enseñanza secundaria. El sistema vigente, fruto de la modernización industrial de los años sesenta, distingue entre dos clases de alumnos: los que estudian el bachillerato, camino de la universidad, y los que hacen formación profesional, camino del empleo. La modificación ahora propuesta intenta retrasar algo más esa diversificación y entra en el polémico, y para mi insoluble tema, de la funcionalidad del sistema educativo al productivo.Todos los países, hegemónicos, intermedios o tercermundistas, andan,a vueltas con. este asunto que en el fondo, corno hemos dicho hasta la saciedad y con rara unanirnidad cientos de analistas, no se resuelve en el mundo de la escolaridad, sino en el mercado de trabajo. «School is bad, work is worse», «La escuela está mal, pero el trabajo está peor», es el título del reciente análisis de un colega americano.
Lo que está pasando, y que explica en parte estas acciones gubernamentales, es simplemente que la demanda de mano de obra decrece en relación a la oferta de nuevos candidatos por razones que. no voy aquí a explicar, pero que forman parte del modelo de industrialización vigente. La escolaridad de los menores, solución provisional a su falta de empleo, es cada día más larga. La primaria, ocho años de escuela obligatoña, ya se ha universalizado en países como España, y en virtud de la inercia del sistema educativo, a más primaria, más secundaria, como a más secundaria más universitaria.
Solucionar la falta.de trabajo con más escolaridad es uno de los actos de pereza colectiva más notorios de la civilización industrial, aunque se cubra con el manto piadoso de la protección del menor. Porque la escolaridad, y en concreto la secundaria, está diseñada para, un cierto tipo de. destinatario, y al hacerse hoy masiva le chirrían las estructuras, la motivación y el currículo.
Escolaridad secundaria
La escolaridad secundaria era, como dicen los franceses, una estación de espera para que el candidato a la universidad y a los empleos superiores siguiera madurando. De ahí sus connotaciones ideológicas y metodológicas. Hoy no se puede ir ofreciendo enseñanza media a todo el mundo y evitar que sus clientes, todos ellos, pretendan los empleos superiores, los de la cúspide. De ahí los conflictos, los neomalthusianismos, y de ahí también ese extraño invento de la ensenanza media profesional que ni tiene tradición -porque los oficios se aprendían en el ejercicio- si tiene futuro, porque los empleos modernos también se aprenden mejor en el sistema productivo que en el educativo, dadas unas ciertas disposiciones previas. Aparte de que simular en el aula las máquinas, los sistemas y los entrenamientos es pedagógicamente muy difícil y económicamente inviable, Y para colmo, la connotación social de. la enseñanza media profesional provoca y seguirá provocando la estampida de su clientela potencial, por razones obvias. Y entonces, ¿qué hay que hacer? Pues desde el sistema educaúvo, desgraciadamente poco. La creación de la adolescencia forzosa, ese nuevo estado ciudadano de la sociedad contemporánea, presenta no pocas perplejidades, y uno de los lugares donde más se advierte es precisamente el Sistema educativo. La enseñanza media, salvo para los pocos motivados para los estudios largos y la ciencia, es el paradigma del fracaso del sistema educativo convencional. Los jóvenes se aburren de seguir haciendo a los dieciocho, a los veinte años, lo mismo que hacían a los tres; es decir, levantarse, irse a un lugar cerrado donde apenas hay nada más que libros y profesores y cuyas reglas de juego contradicen los otros ritmos, las otras reglas de la ciudad moderna. Una reciente encuesta italiana revela que el índice mayor de neurosis está entre los profesores de secundaria, que se debaten entre las rigideces delas pautas que deben imponer y las apetencias, querencias y frustraciones de sus pupilos.
Yo creo que hay una alternativa más práctica ymás barata a la enseñanza media convencional, con su diversificación vigente, y es el establecimiento de un servicio nacional para jóvenes de ambos sexos. Un servicio obligatorio donde los jóvenes durante dos años y por el salario mínimo trabajen en servicios a la comunidad y los que quieran sigan además eÍstudiando.
La alternativa del servicio juvenil
El esquema del servicio juvenil está ya en el telar de muchos Gobiernos, sobre todo, de países tercermundistas, y es una respuesta a la escasez de empleo, a los altos costes de la escolaridad convencional y a la explosión demográfica.
El servicio juvenil puede iricluirel entrenamiento para la defensa, mejorado, y sobre todo acortado, para evitar sus actuales deficiencias,y debe abarcar tareas concretas en la agricultura, la industria y los servicios, que sirvan de desaguadero a tanta energia juvenil que busca canales de expresión. Puede ser un gran medio de socialización en los intereses comunes y desde luego una gran escuela de ciudadanía. Su organización, a cargo de los ayuntamientos, el Ejército y los sindicatos debiera carecer de las rigideces del mercado de empleo vigente. Paralelamente quien lo desee podría estudiar, y lo ideal sería que se desarrollaran diversos y variopintos modos de educación posobligatoria, públicos, privados y cooperativos, para que los jóvenes, y no sólo ellos, aprendiesen muchas cosas, incluyendo la manera de ingresar en la universidad. La organización de estos modos de aprendizaje y entrenamiento debieran dejarse bastante libres, bastando con que en junio y en septiembre tribunales públicos examinasen de los grados más convencionales y el Estado vigilase, como vigila cualquier actividad, los fraudes y las estafas. ¿Tendrá músculo y capacidad.la burocracia española de montar éste o parecido esquema, o se limitará a seguir con otra ración de más de lo mismo? Lo que menos habría que regular sería el entrenamiento para los empleos. El sistema productivo ya ha conseguido introducir la formación profesional en sus esquemas de selección y promoción de mano de obra, y lo único que haría falta, sería crear empleo público paralelo para los miles de jóvenes que se queden fuera del mercado convencional. El empleo público podría ser una continuación del servicio obligatorio, y a los que protestan de la heterodoxia económica de este esquema hay que recordarles los conflictos potenciales del desempleo juvenil, los problemas que conlleva el decirle a la gente, ape nas abre sus ojos a la vida, que no tiene otro sitio que el banco de la escuela.
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