_
_
_
_
X Congreso del Partido Comunista de España

Carrillo ataca frontalmente a las tendencias y justifica la "política de concentración" como la única posible

Santiago Carrillo invitó ayer a los miembros de su partido a cerrar filas en torno al mismo y, hacer frente a las tendencias disgregadoras que supondrían las corrientes internas, al tiempo que descalificó a los que atacan a la vieja guardia y a los líderes carismáticos. Tras justificar la «política de concentración» como la única posible en la transición e insistir en un Gobierno UCD-PSOE, Carrillo anunció una renovación del comité central, comité ejecutivo y secretariado del partido, afirmando que la capacidad y seguridad -«o más bien firmeza»- deben ser cualidades decisivas al efectuar la elección. «Es un mal ejemplo cuando un líder del partido abandona éste, y debemos procurar que la selección nos depare las menores sorpresas ese genero», dijo, en evidente referencia a Ramón Tamames y Eugenio Triana, dirigentes que abandonaron recientemente el PCE.

Más información
Sí a la Revolución de Octubre, no a la socialdemocracia

Tras exponer la negativa del PCE a la entrada de España en la OTAN y saludar con calor la victoria de Mitterrand -«el líder más importante hoy de la izquierda europea»-, defendió la política de concentración y los pactos de la Moncloa. En este punto dijo que los comunistas deben autocriticarse, -porque, «en vez de actuar como un bloque, denunciando la responsabilidad de quienes los -incumplían y recabando para el partido el mérito de ser fieles a nuestra signatura, nos dividimos entre quienes justificaban la firma de los pactos y quienes la impugnaban. Así se manifestó algo que el partido deberá superar si quiere reforzar su peso en la sociedad: su insuficiente homogeneidad política».Defendió igualmente la Constitución como un gran logro democrático -«los españoles se empezaron a dar cuenta con claridad de su valor tras el 23 de febrero pasado»- y el método de consenso utilizado para ello -estamos por la discusión en asambleas, pero el asamblearismo nunca sustituirá el papel de las direcciones políticas».

El PSOE buscaba el voto burgués

La siguiente fase del discurso consistió en analizar las relaciones con el PSOE. Y aquí, a fuer de valorar notablemente el pacto municipal de izquierda, Carrillo no ahorró críticas a las posiciones del citado partido, cuyos miembros no fueron conscientes, hasta el 23 de febrero, «de que las condiciones para un Gobierno exclusivamente de izquierda, ni aun sobre la base del proyecto autónomo que reiteradamente dicen propugnar, no han madurado aún en nuestro país».

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tras asegurar que el PSOE ha tratado de buscar el voto centrista y burgués, Carrillo afirmó que «la tentación socialdemócrata está presente en estas actitudes» y prácticamente responsabilizó al PSOE, junto con UCD, de que en este país haya aumentado el paro tras la colaboración de los dos partidos citados en la aprobación del Estatuto de los Trabajadores. En esta fase del discurso. Carrillo citó irónicamente al entonces ministro de Trabajo. «que en aquellos debates anunciaba la creación de mil puestos de trabajo diariamente».

«Con el golpe del 23 de febrero, intentado contra un Gobierno de derecha, los hombres políticos de este país se convencieron, al fin, de la fragilidad de las instituciones democráticas, dándonos la razón a los comunistas, que éramos conscientes de ello desde que comenzó el cambio». Y después de hacer esta afirmación, Carrillo prosiguió: «La verdad es que se estuvo cerca de que el golpe triunfara, de que la solidaridad corporativa entre las Fuerzas Armadas determinase la pasividad de amplios sectores de éstas ante los golpistas. La decisión del Rey y la obediencia que le prestaron la inmensa mayoría de los jefes militares salvó esa noche la Constitución».

En su análisis posterior de lo que sucedería en España, caso de triunfo de un golpe, aventuró las siguientes hipótesis: la dictadura impuesta tendría el tiempo contado (aun después de una represión brutal); quizá no hubiera fuerza para retener a Euskadi y Cataluña como partes integrantes de España; no se sabe en qué manos terminarían Cataluña y Baleares; el terrorismo podría dejar de ser un fenómeno vasco, para generalizarse y extenderse, legitimado por la existencia de una tiranía.

Propuso después cuatro medidas, que calificó de «indispensables», para impedir que la demociacia zozobre: existencia de un servicio de información firme y probadamerite leal al sistema político; garantía de que las unidades de intervención rápida estén dispuestas a actuar contra cualquier brote golpista; punición severa, con arreglo a la ley, de los golpistas y de cuantos conspiren contra las instituciones. NI cese de la propaganda ultraderechista en el Ejército.

Carrillo reconoció que «el golpe del 23 de febrero, aunque fallido, ha causado un gran daño al prestigio del poder civil» y «la situación de emergencia abierta con el acontecimiento ha acercado a las fuerzas constitucionales ». Pero las acciones movilizadoras no han continuado, por reserva de los partidos burgueses y también del PSOE. Asimismo, se preguntó por qué no hay ya ministros del PSOE en el Gobierno, si Calvo Sotelo y Felipe González dan la impresión de dirigir concertadamente la pofítica de este país.

"Los comunistas están destruyendo su patrimonio político"

No es que se haya logrado todo lo que el partido ha intentado, prosiguió Carrillo, «pero con toda responsabilidad rechazamos la actitud ultracrítica de quienes hacen un atadillo de nuestra gestión política en este período y la echan a la basura».

Calificó de «enfrentamiento nihilista» el que se ha producido en el PCE. y dijo que encontraría lógica una crítica a la participación en el proceso de cambio democrático o a la política de concentración: pero manifestó que, en cambio, los mismos comunistas se están encaroando de destruir lo que debería ser su patrimonio político ante unas próximas elecciones, esto es, la defensa de las soluciones más realistas y aptas para asegurar el progreso dela democracia española.

Devolvió las críticas recibidas por el funcionamiento de las agrupaciones de base a quienes las formulan. afirmando que dirigentes y cuadros se han desvinculado dc ellas y se dedican a hacer política por arriba; criticó la composiciór excesivamente amplia de los órganos de dirección, que convierte a sus miembros en derositarios de una distinción, en lugar de un trabajo político: acusó a muchos órganos intermedios de funcionar con un burocratismo exasperante, «que convierte en cantones algunos sectores del partido»; e incluso criticó con dureza problemas de funcionamiento financiero, tales como el calcetín en que numerosas agrupaciones o secciones locales guardan el dinero, en lugar de ponerlo todo bajo el control del Comité Central, que «podría depositarlo en una cuenta hancaria con un interés mucho más elevado».

Calificó de las críticas que se hacen al aparato del partido, afirmando que ocurre precisamente lo contrario, es decir, que el PCE carece de aparato fuerte; y definió los conflictos que se han producido como «un enfrentarmento en el interlor del aparato, entre los elegidos, los cuadros sindicales, los liberados y los colaboradores de la dirección».

Calificó de «error» haber eliminado el órgano del partido encargado específicamente del sindicato, por haber sucumbido a las críticas sobre la concepción del sindicato como correa de transmisión, y aceptó que también fue erróneo suprimir las organizaciones de profesionales. Incluso fue más allá en este tema, al lamentar que no se hayan formado sindicatos unitarios, independientes de las centrales, exclusivamente para profesionales.

« La primera tarea de democratización del partido exige el retorno a las agrupaciones, y no sólo cuando va a haber conferencias o congresos». Dedicó muchas palabras a la hase del partido -«ese trabajo oscuro y abnegado que muchas veces realizan solamente los cámara das modestos, a los que algunos consideran, de facto, la infantería del partido»-; y atacó frontal mente la posibilidad de que se legalicen las corrientes internas, que «se aleja radicalmente del concepto del partido de vanguardía».

Proporcionalidad, igual a ingobernabilidad

Con las corrientes, prosiguió Carrillo, « reproduciríamos en la organización del partido los procedimientos que, en su crítica a la dirección, censuran, a veces agria mente, algunos camaradas como un vicio de la política parlamentaria: la política de consenso, los pactos, las componendas y arreglos de pasillos. Y si lleváramos la legalización de las corrientes a su conclusión lógica, la proporcionalidad electoral, podríamos traspasar igualmente otro fenómeno que se da a veces en la sociedad en el interior del partido: la ingobemabilidad de éste».

E invitó veladamente a los disidentes a marcharse del partido si no están de acuerdo, con estas palabras: «Yo comprendo que los miembros de los partidos comunistas que ejercen el poder, en países donde no funcionan otros partidos y donde, en consecuencia, el partido único sí debería ser el reflejo de la sociedad, reclamen la legalización de corrientes; es el único medio de contrarrestar la ausencia de pluralismo. En nuestro país, en cambio, hay diversos partidos y grupos entre los que escoger».

Se preguntó después «quién está detrás de esos grupos dogmáticos», para afirmar: «Yo no quiero hacer acusaciones gratuitas, pero, en todo caso, de alguna manera les inspira una política que no es la que nosotros, en uso de nuestra independencia, nos hemos dado; les inspira un modelo de partido que no tolera fracciones ni disidencias, y que las corta drásticamente; un modelo de socialismo que no nos vale». Y se declaró sorprendido de ver coincidir con ellos a algunos otros que ideológicamente aparecen en sus antípodas; « no podemos creer que esta coincidencia vaya a la búsqueda de más democracia, sino hacia el debilitamiento del PCE».

Rechazó de plano que la renovación represente la barrida indiscriminada de la vieja guardia, y puso gran énfasis en afirmar que no es ningún baldón haber luchado contra el fascismo con las armas en la mano; «¡parece mentira que sea necesario decir esto en el Partido Comunista de España! », añadió. Y, seguidamente, el líder del PCE dedicó los minutos siguientes a defender la necesidad de líderes con carisma; «los que hablan contra los líderes aspiran, generalmente, a ser líderes ellos mismos».

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_