Una experiencia frustrada

Con motivo del Año Internacional del Niño (1979) se planteó una idea que, teóricamente, parecía interesante: un grupo de directores españoles de prestigio debían realizar un episodio cada uno, aportando así al conflictivo tema del cine para la infancia unos puntos de vista totalmente nuevos. Al conocerse ahora el resultado de la experiencia, el interés no aparece por parte alguna; da la impresión de que los directores no han conectado entre sí, realizando cada uno de ellos una experiencia personal que, en el conjunto, se pierde completamente. Como esas experiencias han sido, además, unidas mecánicamente por unos dibujos de niños que parecen durar más que los episodios en sí, Cuentos para una escapada añadirá poca gloria a la filmografía de estos consagrados autores.Difícil es el enunciado de lo que es, o debería ser, un cine para la infancia. Es más simple definir qué es lo que no es; en ese sentido, estaríamos todos de acuerdo en que ni para niños ni para adultos sirven las películas inocuas, torpes; en definitiva, malas. Desgraciadamente, estamos ante una que responde a esos adjetivos, aunque cada espectador pueda elegir de entre los siete episodios alguno que le interese más que otros. Sin embargo, el punto común de todos ellos, el de la pobreza de medios, ha contagiado casi por igual la pobreza de ideas de sus realizadores.

Incluso hay episodios cuya comprensión se hace difícil, como el de Jaime Chávarri: no se entiende el desenlace. O el de Emilio de Pedraza, o el de Carles Mira. El afán por la autoría es, en ocasiones, una trampa. Parecía que en una película colectiva como ésta importara más el servicio conjunto a la idea general que la constatación de que estamos ante personalidades distintas.

La experiencia de este tipo de películas suele arrojar resultados similares. No sólo en España -donde habría que recordar ahora Cuentos eróticos-, sino incluso en otros países, como Francia o Italia, que parecen ser más aficionados al juego. De cualquier manera, títulos como iViva Italia!, por citar uno de reciente estreno, partían de un guión conjunto, más sólido, que impedía la dispersión.

Cuentos para una escapada, sin embargo, es, ante todo, una película dispersa. Quizá esa dispersión fuera menos agresiva si cada capítulo concreto hubiera obtenido resultados mejores. Como le ocurría a la excelente Kargus, de tan escaso éxito comercial: el valor de los episodios aislados compensaba de la frustración general de la película.

Afortunadamente, la mayoría de los directores responsables de esta experiencia han realizado, al margen de ella, una obra que cuenta con fuerza en la realidad de nuestro cine. Como carta de presentación es probable que Cuentos para una escapada les hubiera suspendido.