¿Y Félix Urabayen?
Con sumo interés he seguido en EL PAIS los cuatro artículos aparecidos bajo el común denominador de la vida intelectual en España durante la República, debidos a la pluma de Julián Marías. En ellos el autor, de manera escueta -por lo visto el tiempo y el espacio no dan para más-, nos ofrece una ligera visión del movimiento intelectual durante el período anterior a la República, y en la misma República. Bien. Pero echo, lamentablemente, la ausencia de Félix Urabayen. Sobre la obra de Félix Urabayen siempre ha caído un gran silencio, debido tal vez a que terminada la guerra fue encarcelado -Félix Urabayen pasó mucha hambre de pan en la cárcel-, y sus libros retirados de la venta por orden superior. Durante los años veinte al 1936 publicó una docena de libros, entre los que destacan La última cigüeña, Vidas difícilmente ejemplares, El barrio maldito -la mejor descripción que existe sobre las fiestas de San Fermín, traducida al francés- y Don Amor volvió a Toledo. La inmensa mayoría -o minoría- de los jóvenes que hoy se interesan por la literatura contemporánea desconocen la prosa erudita, original e interesante del escritor navarro. El hombre que se enamoró de Toledo -fue durante la República profesor de la Escuela Normal en la histórica ciudad de los puentes- sin olvidar a su tierra natal, sigue pasando desapercibido. Y ahora, que se presentaba una magnífica ocasión para reivindicarle, se ha desaprovechado, y eso que Félix Urabayen también colaboraba en las páginas literarias de El Sol, y se honraba con la amistad de Marañón, Azorín, Ortega y Bergamín. Otra vez será./
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