Marginados en Cataluña
Me duele sinceramente que señores de la altura intelectual de los que encabezaron el manifiesto de los 2.300 se encuentren marginados en Cataluña o digan que el castellano es poco menos que perseguido.He residido diez años en Cataluña y, como aragonés castellanohablante, jamás me he sentido ni marginado ni vejado. Un detalle: el Banco de Vizcaya -empresa en la que trabajo-, de las cincuenta oficinas que tiene instaladas en Barcelona, en doce de ellas, como mínimo, hay directores castellano-hablantes.
Si la banca, poco amiga de ir en contra de la corriente, tiene casi la cuarta parte de su personal directivo que no habla catalán, creo que pocos síntomas de rechazo habrá apreciado./ .
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