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Declaraciones del asaltante al Banco Central que logró huir

La personalidad y contactos de José Juan Martínez Gómez siguen sin aclararse

Las declaraciones del presunto asaltante número once al Banco Central de Barcelona demuestran claramente la personalidad delictiva de este personaje, pero deja sin resolver las interrogantes abiertas sobre la personalidad de la mayoría, del resto de asaltantes y, en especial, del llamado número uno. El entrevistado dice que antes del asalto (él no asistió a las reuniones de la calle de Casanova donde teóricamente se gestó el plan), tan sólo conocía a dos de ellos, y que a otros se los presentaron la víspera del asalto. También desconoce quién fue el redactor del comunicado, que, según él mismo, era un punto clave en toda la operación.Evidentemente, y caso de que el entrevistado conociera, a fondo la operación, lo que es más que dudoso, queda al descubierto que una pandilla de once delincuentes comunes, sin ningún tipo de preparación, mantuvieran en vilo durante 37 horas al país, aprovechando el factor psicológico creado el 23 de febrero y que contagió ampliamente a las altas esferas del Gobierno y el orden público. Por otra parte, hasta que el 30 de mayo la Jefatura Superior de Policía de Barcelona dijo que no había impli caciones políticas en el asalto, la versión que conocían los españoles era la ofrecida por Calvo Sotelo en el Congreso, donde, textualmente, dijo: «El Ministerio del Interior trabaja sobre hipótesis distintas y no descarta ninguna, ni siquiera la posible. implicación de miembros dté la Guardia Civil como apoyo».

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Según las cintas magnetofónicas sobre las conversaciones telefónicas mantenidas por el jefe de Policía de Barcelona con los asaltantes, Mosquera creyó que los asaltantes eran guardias civiles (véase EL PAIS de 31 de mayo). Respecto a la presunta relación de los asaltantes con la extrema derecha, y que también el presidente del Gobierno citó durante su intervención en la Cámara, las declaraciones del asaltante huido no aclaran nada, aunque apunta que las, armas fueron conseguidas en el mercado negro de Barcelona a 25,000 pesetas, sin especificar cuántas ni cuáles, aunque luego hace una relación exhaustiva de las utilizadas en el asalto. La versión ofrecida en el Congreso se basaba en declaraciones del número uno, Juan Martín Gómez, según la cual, un tal Antonio Luis le había proporcionado el comunicado, dinero y armas.

La presunta relación de los asaltantes con elementos de extrema derecha llevó a la detención de Alberto Royuela, Roberto Ferruz y Luis Antonio García Rodríguez el 25 de mayo en Barcelona y, un día después, cuatro ultraderechistas más en Madrid.

Un asalto sin escapatoria

La versión ofrecida por el entrevistado, por otra parte, pone al descubierto la endeblez de un plan que serviría para obtener un botín de mil millones, y dice que, pese a que él no participó, en la preparación del asalto, al menos en sus aspectos más concretos, todo estaba perfectamente calculado. Sin embargo, aduce como único motivo para la suspensión del primer intento de asalto, el día 16, una falta de entendimiento, sin especificar entre quienes.

Si los móviles del asalto eran exclusivamente económicos, como expone el entrevistado, una de las cuestiones fundamentales a tener en cuenta es la fuga. Pese a que el número once habla de planos minuciosos y de que estaba previsto escapar por las alcantarillas, desconocían el espesor real del muro en el sótano del banco y, en cualquier caso, acudieron, como él mismo dice, con material inadecuado para taladrar ese muro. La perforadora, según relatos de los rehenes, era una máquina de bricolage.

Respecto a la forma en que iba a ser sacado el dinero (alrededor de quinientos kilos en billetes), el entrevistado estima que eso era lo menos importante. El traslado de ese peso por las alcantarillas hasta la calle de Casanova requeriría una organización adecuada. Por otra parte, con un botín de esas características parece raro que el reparto se hiciera nada más terminado el golpe.

La versión ofrecida por el entrevistado sobre su salida del Banco Central, en la tarde del domingo 24 de mayo, coincide con la ofrecida por uno de los rehenes entrevistados por EL PAIS el viernes 29 de mayo. Uno de estos rehenes, confesó que uno de los asaltantes le había puesto su capucha, que él había reaccionado casi histéricamente ante el hecho y que, poco después, se despojó de ella. Ese rehén buscó refugio en el mismo hostal que el asaltante y fueron los primeros en salir, en la gran avalancha final, por la puerta lateral del banco, que da a las Ramblas.

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